Capítulo 20. ♡

3.9K 399 42
                                    

Sentía que de nuevo la alegría había vuelto a mi. Podía respirar tranquilamente, todo estaba como antes.

Cuando nos bajamos del avión, me ocupe de avisarle a mis padres que estaba de vuelta y lleve a Melissa hasta su casa.

Obviamente su madre se sorprendió de verla en casa tan pronto, pero al verme supongo que entendió por donde iba el asunto, así que no hubo necesidad de explicarle todo a grandes rasgos.

En cuanto a mi, me preparo mentalmente para lo que sea que venga.

Tengo que hablar contigo, es urgente, te conviene vernir. — Uno de mis managers hablo a través del teléfono.

Tal vez era otro regaño, tal vez era una advertencia, tal vez era un castigo. No se lo que querían hablar conmigo, pero lo que si se es que no es nada que me agrade.

Camine hasta la sala de juntas, donde por supuesto se encontraban todos, y por todos quiero decir Sandra, Aborito y Jesús, y los chicos.

¿¡Pero qué te paso!? — Gritaron en cuanto me vieron entrar por la puerta.

Había olvidado que aún traía la gasas en la cabeza.

Me caí del segundo piso, pero estoy bien no se preocupen.

Sus ojos se ancharon.

¿¡Cómo puedes decirlo así!?

¡Pudiste haber muerto!

¿¡Cómo fue!? ¿¡Estas bien!?

Todos gritaban hacia mi, algunos al mismo tiempo, era difícil entender que decían todos, me iban a dejar loco, bueno sólo si eso es posible porque a mi parecer ya estoy demasiado loco.

Estoy bien, no paso nada.

— ¡Tenemos que llevarte al hospital!.

Sin sí quiera dejarme hablar todos comenzaron a salir por la puerta.

No es necesario, revisaron los golpes, estoy bien, no me rompí ningún hueso, tranquilos.

Los siete voltearon a mi dirección mirándome inseguros.

No lo se, será mejor que te revisen de nuevo, no hay que confiarse. — Sandra opino.

Estoy bien, enserio, ya no me duele nada. — Mentí, aún me duele la espalda.

De acuerdo.—Se regresaron a sus asientos.

¿Querían hablar conmigo?

Jesús suspiró y asintió.

Primero que nada, quería ofrecerte una disculpa, en nombre de todos. — Recalco la última frase, y continuó. — Lo sentimos, nos equivocamos, queríamos ayudarte, ayudar a la banda, pero al parecer empeoramos más las cosas.

Acepto sus disculpas. — Me limité a decir.

¿Esperaban que los perdonara tan fácil? Pues se equivocaron otra vez.

Mis compañeros de banda, me miraron ¿tristes? Si, creo que esa es la expresión en sus rostros, tristeza.

¿Pero que esperaban? Se supone que son mis amigos, me traicionaron.

Un Deseo 2 » a.vDonde viven las historias. Descúbrelo ahora