Capítulo 31. ♡

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Mi cabeza no paró de dar vueltas el resto del día.

Necesitaba decirle a Melissa lo ocurrido antes de que se enterara por otro lado y mal interpretara la situación como el resto lo había hecho.

Intente comunicarme con ella marcándole a su celular, pero lo tenía apagado.

¿Y si ya se había enterado y no quería saber nada más de mi?

Mi pecho se oprimió en tan sólo pensar en eso, y no pude sentirme peor.

Tenía que hablar con ella ahora, no importa como, ni donde, me iría nadando todo el Océano Pacífico con tal de verla y hablar.

Mi teléfono vibró anunciando una llamada entrante, pero era de un número desconocido. Usualmente no respondo cuando no tengo registrado el número, pero en esta ocasión lo hice ¿por qué? Ni yo lo sé.

¿Hola?

¿Alonso? Soy Melissa.

De inmediato reaccione.

¡Melissa! Trate de comunicarme contigo, pero no pude.

Mi teléfono se averió, tuve que prestarle a mi padre el de él para poder hablarte. — Explicó.— En unas horas estaré en la ciudad, ya estamos saliendo para allá.

Me relaje al instante, al parecer aún no se había enterado de nada.

Me alegro, porque ya te echo de menos.

Y yo a ti.

¿Sabes? Necesito hablar contigo.— Solté por fin.

¿Por qué? ¿Pasa algo?

Si... Bueno no, digo...

¿Alonso? ¿Sigues ahí?

¿Melissa?

De pronto la señal empezó a fallar y casi no la escuchaba.

La señal es muy mala aquí.— La escuche decir antes de que la llamada finalizara.

Le marque un par de veces más, pero el número no estaba disponible.

Tal vez era porque estaba viajando.

Entonces tendré que esperar a que llegara para que pudiéramos hablar, y así solucionar este mal entendido, sólo espero que entienda que a la única que amo es a ella, y así será siempre.

Tome mis llaves con la intención de ir hasta su casa y esperar a que volviera, mientras más rápido hablara con ella, sería mucho mejor.

Y aquí me tenían, sentado frente a su pórtico esperando su llegada, justo como hace unos meses atrás, a diferencia de que no estaba lloviendo esta vez.

Cuando un auto gris se estacionó frente a mi, supe que ella había llegado.

Su hermanito fue el primero en bajar, camino hacia mi y saludo con un choque de puños como siempre nos saludábamos.

Sus padres se bajaron del auto, y por último la vi bajar a ella, traía los auriculares puestos y en cuanto me vio, se los quito inmediatamente y camino hacia mi.

Cuando me dijiste que me echabas de menos, no creí que tanto.

Aunque no lo creas, siempre te extraño.

Sonrió y me abrazó a lo que correspondí.

Sus padres se acercaron a saludarme, y me invitaron a pasar a su hogar. Estuvieron platicando conmigo un rato sobre su viaje y todo lo que habían hecho desde la última vez que nos vimos, y después se despidieron pues tenían una "reunión" con sus amigos de la universidad por Navidad.

Un Deseo 2 » a.vDonde viven las historias. Descúbrelo ahora