|Tu seras mi sirviente|

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Cuando desperté por la mañana pude notar que hoy sería un día un poco distintos a los otros ya que al ser mi padre el rey seguramente habrá mucho más movimiento en la casa.

*genial* pensé con ironía.

Después de haberme cambiado e ido al baño comencé a dirigirme al comedor. Tenía hambre pero sabía que lo que necesitaba era sangre.
¿Que me podría pasar si no tomo sangre?
La última vez cuando mis padres me encontraron tirada en el bosque fue porque me estaba queriendo acostumbrar al veneno de un vampiro o al menos eso quiero creer, mis padres no me preguntaron de eso.
Continúe caminando hasta que comencé a sentirme mareada, me sostuve del borde al final de la escalera y supe lo que podría llegar a pasarme si no tomaba sangre.
Me comenzaría a sentir débil, nadie sabría que me ocurre quizás muriera o también comenzarán a investigar los síntomas,  descubrirán que soy una de ellos y me mataran.
Mis padres no tendrían problema para entregarme a los cazadores de vampiros, más cuando yo provoque a uno para que me mordiera. Sin poder más caí arrodillada al piso creyendo que estaba todo perdido... Hasta que.

_¿Señorita le pasa algo - Voltee a ver de dónde venía esa voz masculina y ahí estaba el-.

_Señor Sain que gusto verlo, lástima que me encuentro en este estado, ha sido sólo un mareo no se preocupe -Él no me contesto, pero me miraba serio como si él supiera que soy realmente-.

Permítame ayudarle a levantarse -Se agachó hasta donde estaba e intento levantarme, su aroma era tan delicioso que yo quería morderlo, tenía tanta hambre que lo podría atacar sin control pero no podía permitir ese error ni ningún otro error-.

_ Yo puedo sola - Comencé a levantarme por mi cuenta y seguí caminando, a lo que curiosamente él me siguió, estaba por llegar a la entrada cuando volvió a hablar-.

_ Necesitas sangre, ¿ no es así ? - Me frené en seco sin voltear a verlo-.

_ No entiendo a qué te refieres ¿por qué necesitaría sangre? - Conteste seca-.

_Es muy obvio, porque eres una de ellos, lo se por el simple hecho de que conozco algunos de los de tu clase y los puedo reconocer, sobre todo cuando tienen hambre, a juzgar por la situación tu eres nueva ¿no es así? - Me quedé donde estaba sin mover ni un músculo, acaba de descubrir lo que soy pero ahora qué haré,  no es mi sirviente si no el del conde y podría decirle a él... No hay nada que pueda callarlo-.

_ Tomaré tu silencio como diciendo que tengo la razón -Comenzó a acercarse otra vez pero esta vez me susurro al oído-.

_ Puedo darte mi sangre si eso desea mi señora, puedo ser tu sirviente si eso deseas y brindar tela cuando quieras, sólo debes pedirlo -Una vez que terminó de hablar me miró a los ojos esperando mi respuesta-.

_ Está bien, hablaré con el conde y si es necesario te comprare, ¿estás dispuesto a ser mi sirviente? - Pregunte pensando en las posibilidades que eso me traería-. 

_Claro que sí mi señora - Dijo este muy serio-.

_ Está bien tú serás mi sirviente - Hizo una reverencia y yo asentí, tome su reverencia como un está bien. Así que comencé a caminar de nuevo hasta la sala en donde estaban mis padres con algunas personas más, entre ellas el conde-.

_ Conde, ¿me permite hablarle en privado? - Le pregunté al tiempo que miraba hacía la dirección de Sain, quien solo se dio la vuelta-.

_Claro señorita, es un honor que lo pidas - Dijo con notable respeto. Una vez que salimos del salón fuimos hasta donde estaba Sain-.

_ Bueno señorita, ¿de que quería hablar? - Pregunto seguramente sabiendo porque lo llame-.

_ Quería saber si me vendería a su sirviente -  Sain sólo observó la escena-.

La Tirana °Editando°Donde viven las historias. Descúbrelo ahora