Trepé con agilidad el muro de tierra, clavándole mis garras desesperadamente hasta llegar al terreno llano que tanto ansiaba ver.
Ahí estaban: las Praderas se extendían a todo lo ancho del horizonte. La Roca del Rey, cuya cima empezaba a ser alcanzada por los rayos del sol, lucía imponente y majestuosa en la distancia, contrastando elegantemente con el lila azulado del cielo.
La emoción que me provocó volver a ver aquella silueta era indescriptible.
— ¿Es aquí? — escuché la voz de Robert a mis espaldas.
Lo miré por encima del hombro. El león luchaba por trepar hasta los terrenos del reino, seguido del resto de la manada, quienes realizaban la tarea sin mucho esfuerzo. Corrí en dirección al moreno apenas terminó de subir.
— ¡Claro que sí! — chillé de emoción, abrazándome a su cuello. Luego, miré al resto del grupo. — Muchas gracias por ayudarme a volver.
— ¿Qué es eso? — inquirió la voz de Louis en alguna parte.
Escruté los rostros de la manada en busca del líder. El león estaba de espaldas a nosotros, contemplando algo en el paisaje. Al seguir su mirada, descubrí un grupo de rinocerontes caminando uno tras otro para formar una fila, tan larga como la misma pradera, que se dirigía hacia la Roca del Rey. No me resultó extraño hasta que noté que eran acompañadas por antílopes y jirafas.
Entonces caí en cuenta de lo que estaba pasando.
— ¡La presentación de Kiara y Kion! — me llevé una pata a la frente al recordarlo.
— ¿Quién? — exclamó Oswald, arqueando una ceja.
— Mis sobrinos — expliqué, observando la roca en la distancia. Muchos otros grupo de animales se perfilaban hacía allá. — No hay tiempo para explicaciones, tenemos que llegar a la Roca del Rey.
— ¿Te refieres a esa cosa que parece un montículo de termitas? — preguntó Mönche.
Montículo de termitas, repetí con sarcasmo en mi cabeza, pero lo dejé pasar.
— Sí, eso — asentí, saltando en dirección a nuestra guarida. — ¡Rápido, vengan!
La Roca del Rey aún estaba a un par de kilómetros. Sabía que mi cuerpo no resistiría el esfuerzo de cruzarlos corriendo, pero el impulso que provocaba en mí la alegría de estar de vuelta, y las ansias por llegar, fueron combustible suficiente para ayudarme a recorrer varios metros.
Las tierras del reino me parecían más esplendorosas que de costumbre. No estaba segura de la razón: bien podía ser la añoranza vivida durante los últimos días, bien podía ser que era la primera vez que estaba despierta a esa hora. No me importaba demasiado, todo era hermoso.
El cielo, semejante a la paleta de un pintor, se había convertido en la representación de la gama de colores que van desde el azul rey y el lila hasta el naranja amarillento del alba. Los animales en la distancia, que avanzaban en la misma dirección que yo, parecían convertirse en siluetas, sombras andantes al pasar frente al sol. La tierra estaba húmeda y el ambiente fresco. Con cada respiración inhalaba el aroma de la sabana y me regocijaba al sentirlo tan familiar.
Podía escuchar al resto de los chicos a mis espaldas. Sus respiraciones y jadeos de cansancio al intentar seguirme el paso no eran nada difíciles de reconocer. Sonreí para mis adentros, pero no me atreví a reducir la velocidad para permitirles recuperar el aliento. No iba a perderme la ceremonia.
El terreno irregular de la sabana me llevó cuesta arriba de una pequeña colina. Al llegar a la cima, me detuve un momento para recuperar el aliento, y una fresca ráfaga de aire sacudió el mechón de mi frente. Y ante mí se alzaba la Roca del Rey. A sus pies había una concurrida reunión de animales de toda la sabana. Y en lo alto de esta, una pequeña figura azulada parecía convocarlos. Era Rafiki.
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Lian's Story
Fanfic(Basada en la película de Disney, The Lion King) "Supongo que esta es la parte donde escribo un montón de frases cursis y ridículas para engancharlos con la historia. Pero no lo haré. Después de todo, ¿cómo puedes resum...