Una de las maravillas de la vida es que, para bien o para mal, nunca sabes cuándo te va a sorprender. Los días importantes son relativamente pocos, y menos aún son los que están planeados.
Aquel día empezó como todos los demás después mi pequeño incidente con el río: con Bunga saltándome encima y gritando a todo pulmón que era momento de levantarse. Me molestaría con el detestable tejón de no ser porque, en realidad, me venía bien madrugar. Significaba más tiempo para ir con Robert y Palmira. Y había descubierto que el día rendía mejor.
Aunque en ocasiones, prefería seguir durmiendo.
Con los ojos aún cerrados me di la vuelta y Bunga cayó al suelo detrás de mí con un casi inaudible "auch". Luego siguió riendo, y a sus risas se unieron las de Kion. Los escuché corretear un poco a mí alrededor para luego desparecer.
Habrán salido de la cueva, me dije para restarle importancia.
Y luego recordé el problema con los cocodrilos el día anterior. Gruñí por lo bajo y abrí los ojos de mala gana. Para sorpresa mía, no había nadie más en la cueva. Por la posición del sol, podía calcular que pasaba del medio día.
Una cosa buena que tenía Bunga y lo hacía tarde.
Suspiré con frustración. Me resultaba incómodo ser la única dormida a esa hora. Antaño hubiese podido ver a Zuna al fondo de la cueva, o a Mheetu en una de sus extrañas posiciones. Pero la primera basaba sus horarios en la cachorra que había parido hacía casi un mes, y el segundo... bueno...
De forma inconsciente, dirigí la mirada al punto que Mheetu solía ocupar para dormir. Nadie había vuelto a acostarse ahí desde su partida, y me daba la extraña sensación que una parte de su esencia, su energía seguía ligada con esa parte de la roca.
Demonios, realmente me dolía pensar en él. El día de su partida había sido el último día de mi vida normal. Pensar en Mheetu significaba pensar en los viejos tiempos, Kopa incluido. Tal vez no sentiría tanto la ausencia de los cachorros si él no se hubiese marchado también. Pero no podía culparlo: estaba en su derecho de buscar su camino, tal como yo haría algún día.
Cerré el cajón de recuerdos y lo arrojé a alguna parte de mi memoria. No quería empezar el día con pensamientos tristes. Giré para poder levantarme, me desperecé y lancé un bostezo al aire.
Solo entonces reparé en las voces que se escuchaban afuera.
— Y nunca vayas a las Lejanías — decía Simba.
¿Él estaba afuera? Perfecto, quizá ahora era buen momento para hablarle sobre el incidente de Kion y Bunga con los cocodrilos.
— En esas tierras solo habitan los forasteros traidores — masculló Zazú.
— Tiene razón — volvió a hablar mi hermano. — Nunca debes darles la
espalda.
¿Y ahora a quién le estaban dando cátedra sobre traidores?
— ¿En serio? ¿Por qué? — esa era definitivamente Kiara.
Me acerqué cuidadosamente a la entrada de la cueva para ver lo que estaba ocurriendo. Asomé la cabeza. Afuera estaba el león al lado de Nala y Zazú hablándole a mi sobrina.
— Olvídalo — negó el macho con la cabeza. — Solo ve a jugar.
— Pero es que...
— Un día lo entenderás bien — cortó su padre.
Claro, como si alguien quisiera hablar sobre porqué había traidores en las Lejanías.
Kiara se acercó a Simba para que este la acariciara, antes de salir corriendo hacia los peldaños de la Roca del Rey.
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Lian's Story
Fanfiction(Basada en la película de Disney, The Lion King) "Supongo que esta es la parte donde escribo un montón de frases cursis y ridículas para engancharlos con la historia. Pero no lo haré. Después de todo, ¿cómo puedes resum...