Lian's Story

Capítulo 26: Flores de baobab

    Mordí con fuerza el cuello del impala que acababa de cazar y, como pude, lo levanté del suelo. El peso extra, y el hecho de llevar el cuerpo de animal entre las patas, me confería la coordinación y elegancia de un hipopótamo manco al caminar.

    Pero no era la única haciendo el ridículo por la sabana. Mis primas Aisha y Nyota parecían aún más inexperta que yo cargando sus respectivas presas. Las pobres leonas llevaban todo el camino buscando diferentes posiciones para acarrear los cuerpos, como si hubiese un método para hacerlo más ameno.

    Me entretenía y olvidaba mi propio problema con el impala al ver cómo, de cuando en cuando, se tropezaban y gruñían de frustración. Y se volvió más interesante durante el último tramo de nuestro recorrido, conformado por una cuesta arriba que finalizaba en el busque de baobabs a donde nos dirigíamos. Nyota optó por acomodarse al animal sobre su lomo, a pesar de que resbalaba con el movimiento de su caminar, y Aisha decidió que sería más fácil subir caminando hacia atrás.

    Reí entre dientes para que nadie me escuchara. Después de todo, yo debía de lucir igual.

    Si bien era costumbre para las cazadoras llevar las presas hasta la Roca del Rey, el trabajo solía hacerse en conjunto puesto que nunca se cazaban más de dos animales para alimentar a toda la manada. Pero en esa ocasión no daríamos de comer solo a nuestra familia. Kupatana, como había dicho Nala, era una celebración que incluía a todos los leones de Las Praderas. Leones a los que debíamos alimentar. Las quince leonas de la manada nos habíamos visto obligadas a salir a cazar juntas, cosa que raramente pasaba. Los cachorros habían quedado bajo el cuidado de Simba, Timón y Pumba. Zazú habría sido otro de los enlistados para cuidarlos, pero mi hermano decidió que era mejor enviarlo en busca de nuestros invitados.

    Las leonas adultas habían tomado ventaja. Nala las encabezaba. Incluso Uzuri y Elena nos llevaban ventaja. Nyota, Aisha, Zuna y yo hacíamos de lastres al final del grupo. Y mamá... que por alguna razón parecía la más lenta de todas.

    Subí la última recta de la colina pateando al impala. Apenas llegué a la parte más alta, dejé que su cuello resbalara de mi hocico y tomé una bocanada de aire tan larga que sentí que los pulmones me explotarían. Definitivamente estaba perdiendo condición. Retomé mi marcha cuando noté que mis primas estaban por darme alcance. Arrastré al animal hasta la base plana de la roca que, según podía ver, representaba alguna especie de altar, ubicada a la entrada del bosque.

    Observé el lugar.

    Igual a como se me había informado, los baobabs estaban en flor. Cientos de pequeños botones blancos crecían entre sus follajes, apenas distinguibles por su gran altura. Algunos incluso ya habían terminado de abrirse, convertidos en una curiosa flor de pétalos curvados hacia arriba que dejaban a la vista un largo pistilo. De este crecían los filamentos que contenían el polen, formando una pequeña esfera. Las que estaban abiertas desprendían un olor fresco y tenue, tan tenue que era apenas perceptible.

    Kiara, Kion, Bunga y Tiifu jugueteaban entre los pétalos de las flores que el viento arrancaba. Simba los vigilaba, recostado a unos pocos metros. No había ni rastro de Timón y Pumba.

    Vi a Zuna, Nyota y Aisha colocar sus respectivas presas junto a las demás. La adolecente trotó hacia los cachorros para relevar a Simba, y así el rey pudo retirarse a hacer... lo que sea que tuviese que hacer.

    No recordaba haber asistido a algo similar de cachorra. Y era la primera vez, desde el fin del reinado de Scar, que los baobabs florecían. De modo que nada sabía sobre esa supuesta Kupatana. Solo estaba enterada de lo obvio: habría comida por montones.

    Escuché un golpe seco detrás de mi.

    Al volver la cabeza descubrí a mamá haciendo un esfuerzo mayúsculo por subir al altar su propio impala. Se veía tan agotada que no dudé en ir en su ayuda, aunque yo misma me sentía exhausta. Tomé al animal por una pata y así llevamos a la última presa hasta la pila.