Llevó a cabo todas sus maniobras de seducción, me orillo a comportarme de una manera jamás pensada.
Seguíamos besándonos cuando le pedí que me tocara.
Dejó de rozar nuestros labios y se levantó un poco para verme.
—¿Estás seguro de lo que me pides?
Su mirada penetrante me exigió una respuesta creíble.
—Quiero aprender sobre el amor en tus brazos. Enséñame a amar como según los poetas describen.
No hubo mas palabras, lo siguiente solo fueron besos mas íntimos y llenos de excitación.
Bajamos a su cuarto y nos encerramos para gozar uno del otro, nos quitamos la ropa a medida que nos besábamos como dos locos. Me apretaba a él esperando que me llenará con ese aroma suyo que tanto me encantaba.
Seguíamos de pie quitándonos lo último de tela sobre nuestra piel, era la primera vez que lo veía desnudo. La enorme espalda enmarcaba la cintura delgada pero musculosa. Sus enormes brazos eran tan espectaculares como las piernas largas y torneadas. Me vi pequeño frente a él. Su piel tan blanca como la mía se fundía en el brillo de la habitación. Me sentí acalorado cuando seguí la inspección de su cuerpo hasta bajar a su despertado miembro, tan duro y frágil a la vez.
Regresé la mirada a su cara que me sonreía. Tomé valor y me agaché para quedar de frente a su pene que, sin pena, tomé entre mis manos y masaje, estaba tibio. Alcé los ojos para verlo y su vista apuntaba a mis manos mientras mordía sus labios, sabía que deseaba que lo metiera en mi boca.
Mi dedo pulgar dio círculos a través de la cabeza que estaba segregando un poco del líquido pre seminal y sin mayor demora, me metí la mitad de su pene entre los labios, después, seguí dando ligeras lamidas al tronco para llenarlo de saliva y lo agarré con una mano para comenzar a masturbalo mientras seguía chupando. Combine las dos acciones esperando que lo disfrutara.
Cerré los ojos, escuchaba el aire que salía por su nariz de forma rápida y descontrolada. Había puesto su mano izquierda en mi cabeza para acariciar mi cabello, me sentí como un perrito siendo acicalado por su dueño...
La mandíbula se me cansó por el esfuerzo que significaba succionar con velocidad por lo que me detuve y dejé de chupársela y desde abajo lo mire para ver que hacía. La saliva se me escurría por la comisura de mis labios que limpió con el dedo pulgar.
Me ayudó a levantarme y me acercó para besarme. Poco a poco me fue acostado en la cama, yo también ya estaba desnudo y despierto. Nuestra piel se tocó y escalofríos me recorrieron la espalda. Su beso era tierno y lento, sentía como se estaba metiendo entre mis piernas a la vez que su miembro se restregaba con el mio.
Dejó mi boca y bajó al cuello donde sentí que me daba ligeros mordiscos para seguir bajando a mis pezones que lamió sin prisa haciéndome retorcer y soltar los primeros gemidos.
No me chupó el pene, sólo me masturbó un poco poniendo lubricante de su cajón. De ese mismo, sentí como colocó en mi ano, me ardió el contacto de sus dedos que comenzaron a masajear mientras me debatía entre el placer y el dolor.
Relajé las caderas y abrí las piernas, sus dos manos estaban sobre mi haciéndome soltar largos y suplicantes gemidos.
Sentí que dejó de tocarme, abrí los ojos y lo encaré. Sonreía de forma maliciosa. Me agarró de un brazo y con fuerza, hizo que me volteara quedando en cuatro. Todo mi trasero estaba alzado mientras me detuve con los codos en la cama para no caer por completo sobre ella. Lo sentí ponerse detrás, acarició y apretó mis nalgas con sensualidad. Percibí que rozaba su pene en mi ano.
Dejó de tocarme y con calma comenzó a meter su pene en mí. Me tranquilicé lo mejor que pude, el dolor comenzó pero no me quejé. Lo empujaba dentro cada vez más rápido hasta que sentí su cadera pegada indicando que estaba todo adentro. Escuché que respiró como con alivio y comenzaron las embestidas.
Se adentraba con destreza a la vez que se dedicaba a masturbarme para darme mayor sensación, era increíble la combinación. Yo me dediqué a gemir cada vez más fuerte mientras el sudor caía por nuestros cuerpos. En un momento no aguanté y me corrí sobre las sábanas. Él aprovecho ésto e hizo que me acostara y que levantara las piernas, entró de nuevo pero con mayor facilidad. Sólo entonces lo pude ver a la cara, estaba rojo y tenía la mirada penetrante en mi. Sus labios soltaban suspiros que hacía callar mordiendo su labio inferior.
Comenzó a ser más rudo, aceleró la velocidad con la que me hacía gritar.
No puedo decir que me dolía ya que acababa de ser ultrajado hace un par de días, porque en verdad estaba muy excitado, me gustaba demasiado Mink como para no disfrutar ese momento. Me dejé llevar por el vaivén de su cuerpo que me llenaba de placer y le permití que hiciera conmigo lo que quisiera.
Terminé una vez más sobre mi pecho.
Él continuó acomodando mi cuerpo como mejor le convenía. Su erección duro más de 1 hora donde yo no dejé de disfrutar. Al final eyaculó una vez dentro de mi.
Se acostó a mi lado y me abrazó mientras tratábamos de regular nuestras respiraciones, sentí todo su cuerpo pegajoso y sudoroso en mi espalda al igual que su caliente respiración en mi cuello que besó. Me tenía bien sujeto y me apretaba con fuerza.
El cansancio se apoderó de mi y comencé a quedarme dormido. Mink también estaba quieto por lo que supuse que estaba dormido, pero su áspera voz me hizo reaccionar.
—Se mío para siempre Hongbin, se mío o no seas de nadie.
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FAMA (VIXX Fanfic Yaoi)
Fiksi PenggemarLas oportunidades para convertirte en alguien famoso son escasas. Hay que tener un gran talento y... contactos. Mi nombre es Lee Hongbin miembro del grupo de K-pop VIXX y a través de esta carta dejaré testimonios de la degradación que hoy me llevan...