Ahora, tú controlas. #3 || Liam Dunbar (Teen Wolf)

Capítulo 1 - Cambios.

De: Stiles

Te necesito.

De: Liam

Te necesito...

Como si una gota de agua fría recorriese todo mi cuerpo, dejo mi cabeza reposar contra el asiento del vehículo en el que me llevan. No sé mucho, ni dónde estoy, ni a dónde vamos, ni para qué. Desde que todo ocurrió, no dije nada más. Los chicos preguntan constantemente si me encuentro mejor, pero no respondo.

Lo cierto es, que mis ganas de todo se han esfumado. Aún siento mi piel arder, pero me da miedo preguntar la razón por la que ese dolor se está esfumando a una velocidad notable.

Siento miedo, pero miedo de verdad.

Sé que está ocurriendo, pero no quiero asimilarlo. ¿Cómo puedo encajar esto?

Hasta hace unas horas, estaba en el instituto como otro día cualquiera. Entonces Thomas me llamó, salí y conocí a esta gente que ahora me rodea. Y todo sucedió rápido. El embarazo de mi madre, la pelea de Liam y Scott, y el... golpe. Luego, llegó el mordisco.

Pero ahora estamos en un coche, Chad conduce rápido y por su ceño fruncido parece estar nervioso, aunque no me atrevo a preguntar por qué. Delante se encuentra Keith, el lindo chico que parece estar más desconectado que anteriormente. Y a mi lado está Tiff, dirigiendo su mirada hacia la ventana durante todo el tiempo. Detrás de nosotros van Thomas e Isaac en mi coche, lugar donde prefería estar, pero tampoco tuve elección cuando me tomaron y me sentaron justo en el asiento donde estoy.

Las horas que llevamos de viaje se nota, además, es de noche. Apenas hay vehículos en la autopista como para poder entretener mi vista. Y todos están en silencio. Es raro, porque cuando los conocí, pensé que eran de ese tipo de grupos que gastaban broma a cada momento. Pero el malhumor y el nerviosismo es lo único que está alentando en esta tensión que crece a cada segundo que continuamos. Y entonces me doy cuenta de que falta alguien, el rubio. Aquel chico que no tenía pelos en la lengua cuando se auto presentó esta mañana. ¿Dónde estará? Si mal no recuerdo, en mi coche sólo iban Thomas e Isaac.

Pero no me atrevo a preguntar, no quiero hablar. La verdad es que creo que mi voz saldrá quebrada si intento forzarla. Estoy acongojada y aterrorizada aún. ¿En qué demonios me estoy convirtiendo?

Me atrevo a levantar mi mano por segunda vez en todo el viaje, la primera fue para leer los mensajes, la desplazo con lentitud hacia mi otro brazo y poco a poco dejo al aire mi antebrazo derecho. La herida ha desaparecido casi por completo. Tapo con rapidez y dejo escapar un ahogado suspiro que se funde en mis labios resecos. Una lágrima lucha por salir de mis enjuagados ojos, pero finalmente se resiste. Trago saliva en un intento por bajar la tensión, pero la sequedad de la garganta hace que sea un acto hirviente para mis sentidos. Mis sentidos... están desatando una red de emociones casi incontrolables que a la vez me aterran. Escucho de una manera más intensa cada segundo que pasa, lo que no es tranquilizador. El ruido del neumático chocar contra el asfalto a gran velocidad está destrozando mis tímpanos. Mi vista, ya no sé qué es verdad y qué no. Mis ojos están intentando ver más allá de lo que puedo, pero a la vez vuelven a la normalidad. Es como si mis pupilas se ensancharan y se achicaran cada segundo que pasa. Y ese cambio de intensidad me está provocando una jaqueca que no ayuda en absoluto. El maldito ambientador del coche se ha quedado grabado en mi garganta, incluso esa bolsa de patatas fritas que llevan en el maletero. Todo se ha metido dentro de mi olfato y tengo ganas de vomitar ante tanta mezcla de olores.

— ¿Quieres una pastilla para el dolor? —Levanto la vista y me quedo observando por segundos a Chad. Este me mira por el espejo retrovisor, y ante mi gesto de sorpresa, él continúa hablando. —Tus ojos están cambiado de color constantemente, es por el cambio. Imaginé que no debe ser sencillo para tu cabeza. Keith, pásale alguna de las pastillas que tengo en la guantera.