21. Entre dos amores

88 7 2
                                    

Edward

Harry se acercó y me envolvió con sus brazos en un fuerte apretón. Lentamente hice lo mismo. No recordaba la última vez que había abrazado a Harry, y aunque era algo bastante raro en mí abrazar, me sentí feliz al hacerlo.

- Ya puedes soltarme grandísimo marica-señalé una vez pasados varios segundos sin que se apartase.

- Ya había olvidado lo insensible e idiota que eras - rio mi hermano mientras se alejaba un poco - Te extrañé, incluso extrañé que dijeras cosas como las que acabas de decir.

- También te extrañé - admití - le golpeé levemente el hombro con mi puño de forma amistosa - Pero no debiste venir - dije antes de salir de la cocina un poco enfadado por la estupidez de ponernos en riesgo.

- No empieces con tus berrinches de niñato - prorrumpió Harry - He venido aquí no solo para saber qué está ocurriendo, sino que también para verte y lo único que haces es enojarte. Como siempre - suspiró pesadamente detrás de mí.

Me di la vuelta para verlo a los ojos. Estaba dolido por mi típico comportamiento. Mientras que yo estoy hastiado del suyo. Acaba de entrar y ya lo quiero sacar a patadas. Entra con tal sigilo que casi me produce un infarto, y luego se enoja y se pone sensible porque lo quiero proteger.

- No me hinches los cojones Harry - revoleé los ojos - Si me enojo es porque tengo una razón - me miró escéptico con las manos ocultas en los bolsillos se su ajustado pantalón de puta - Bueno, puede que me enoje sin razón - admití - Pero esta vez sí tengo una, y muy buena a decir verdad.

Me pidió que le dijera la razón, más yo estaba dispuesto a callar. La conciencia ya me pesaba mucho luego de haberle revelado la verdad a Adam, no quería empeorar las cosas contándoselo a él y acabar todos muertos. Pero el idiota de Harry comenzó a lloriquear diciendo que yo no confiaba en él tanto como en Adam como para decirle lo que ocurría. Insistí en que no era así y que no pensaba abrir la boca.

Después de tantas idas y vueltas, algunos gritos e insultos – mayormente de mi parte – nos sentamos tranquilos en el sofá mientras esperábamos que el repartidor trajera la comida.

Harry me contó que había dejado el alcohol y su enfermiza obsesión con las mujeres. En definitiva, lo mismo que Caroline había dicho sin tanto detalle. Pensé seriamente si debía decirle que acaba de volver de la casa de ella, puesto que cuando Harry la volviese a ver si no estaba enterado de ello, la situación se tornaría confusa.

- Estuve en casa de Caroline antes de venir - dije naturalmente, sin darle mucha importancia al asunto.

- ¿Por qué? - quiso saber a la vez que aflojaba su corbata azul oscuro.

- ¿A caso importa? - dije en un tono que claramente demostraba que no quería hablar de ello.

- A mí me importa. Luego la veré y necesito saber de qué hablaron y por qué estuviste allí-explicó como si fuera obvio.

- Le dije que fui porque Zayn no me atendía el teléfono y quería saber si estaba allí.

Como un perrito, Harry giró un poco la cabeza, confundido. Ese gesto me hizo reír y rememorar una vez en que le estaba explicando la tarea e hizo el mismo gesto. Tengo muy buena memoria.

- Ay Eddie - produje un sonido antagónico al de su risa - ¿Es enserio? ¿Todavía te gusta? O debería decir... ¿todavía la amas?

- Yo no la amo, - sostuve - solo quise pasar a visitarla.

- Si, claro - bufó - Es posible amar a las personas Edward, y a ti te pasó eso. Acéptalo de una puta vez.

Nunca, ni en un millón de años admitiría que la amo. Eso significaría que estuve como idiota aquí en Nueva York todo un año pensándola, anhelándola mientras que el maldito de Malik se la follaba todas las noches. Lo admito en mi interior, pero jamás lo haría frente a alguien. La he pensado mucho y el olvidarla habría sido posible de no ser por su aparición.

Verdades Peligrosas(Zayn, Edward Styles y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora