29. Sorpresas

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Caroline

Dos golpes secos a mi puerta me despertaron. No abrir sería una gran opción, puesto que no tenía ganas siquiera de ver al mismísimo Jesucristo, no después de todo lo que viví ayer. No se es la misma luego de estar al borde de la muerte, y de que te revelen que tu vida no ha sido ni más ni menos que una mentira muy bien contada, a tal punto de parecer real.

Otros tres golpes y gruñí antes de gritar que abriría en seguida. Me quité el camisón, me puse un jean y un buzo directamente sobre mi piel mientras me dirigía hacia la puerta. Si me tomaba el tiempo de abrir el armario y buscar un remera, tendría que hacerlo con ese insoportable ruido de puerta. Sea quien fuere tenía prisa.

—Caroline —Liam soltó un suspiro de alivio a la vez que se abalanzó sobre mí y me apretujó.

Hubiese preferido que fuese alguien con quién no tenía que fingir, pero a fin de cuentas, él parecía quererme y eso era justo lo que estaba necesitando. Después del destrato por parte de mi hermana, el engaño de mi exnovio y ver como mi padre me sigue mintiendo a la cara, un poco de afecto aunque fuese de un ladrón, no me vendría mal.

—Gracias al cielo estás viva. —dijo antes de propinarme un beso— ¿Ya desayunaste? —negué con la cabeza— Perfecto. Lo supuse, así que traje un par de cafés y galletitas. —sonreí por lo detallista que era.

Nos sentamos en el sofá, dispuestos a desayunar cuando me preguntó si quería hablar con él sobre todo lo que me había pasado, o si quería contarle como me sentía o prefería que no habláramos del tema. Opté por la última opción, ya que si tenía que explicarle lo vivido, tendría que mentirle sobre quién es Karen y mi padre.

—Envié una computadora a la policía. En ella decía dónde te encontrabas, es por eso que supieron dónde buscarte. Te puse un rastreador antes de que desaparecieras.

— ¿Por qué hiciste eso y dónde se supone que tengo puesto el rastreador? —pregunté asombrada por el hecho de que se preocupase a tal extremo por mí.

—Justo allí —señaló hacia mi cuello, donde tenía colgado el corazón que él me había regalado— Con este tipo de trabajo que tenemos, y teniendo en cuenta que tu padre era de la CIA, cualquier cosa podría pasarte. Tan solo fui precavido. Espero que no estés molesta por habértelo puesto sin preguntarte.

—Hubiese preferido que me lo consultases primero, pero ha sido de mucha ayuda y te lo agradezco inmensamente. De no ser por ti, estaría muerta —le sonreí agradecida.

—Es un alivio saber que estás a salvo, y si yo ayudé a que ello fuera posible, mejor aún.

Me acerqué a su rostro y le di un corto beso en los labios, para luego acurrucarme en su pecho. Él me rodeó con sus brazos y besó mi cabeza como si fuese su pequeña hijita.

Esta clase de cariños me recordaban a Zayn, e inmediatamente esas espantosas fotos de ellos dos venían a mi mente, angustiándome. Culimó una relación que comenzó con mentiras y terminó exactamente igual. Y ahora debo fingir una relación falsa.

Quisiera tan solo olvidar por un rato a mi padre, a Karen, a Zayn.

— ¿Podemos ir a algún lado? Me deprime estar aquí.

—Por supuesto mi amor —la melancolía me inundó al oír esas dos últimas palabras. Pero me fui directo a mi cuarto a cambiarme para olvidar el hecho.

Fuimos al cine y luego a almorzar. Realmente sirvió, olvidé todo por un rato. Pero ya de nuevo en casa, todo comenzaba a carecer de sentido.

—Supongo que debes querer estar sola por un rato, así que me iré.

Verdades Peligrosas(Zayn, Edward Styles y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora