23. Un tatuaje

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Caroline

Harry se me había quedado viendo fijamente a los ojos. Esa manera tan meticulosa de estudiarme por fuera y por dentro me estremecía. Parecía que su mirada podía penetrar hasta el más profundo de mis insondables pensamientos. Era como si Edward hubiese vuelto de la muerte y resucitado en su hermano. Era la misma mirada, y para colmo, se le había dado por vestir completamente de negro.

Por más que le supliqué que me abandonara de su campo de visión, no lo hizo. El hecho de que me sintiera como si estuviese con Edward me hizo preguntarle si creía que su hermano me habría engañado alguna vez. Respondió con un jamás tan severo y convincente, como si se posicionara en el lugar de Edward.

Me dijo que no merecía esto que Zain había osado hacer mientras me acariciaba la mejilla. Dijo que merecía a alguien mejor, y yo solo respondí bromeando. Le dije que me avisara si encontraba a alguien tan perfecto como me había descripto.

Inmediatamente después, posó sus labios en los míos y me besó. Una sensación glacial me petrificó. Ese beso, esos labios, eran cual los de Eddie ¿Cómo podía ser eso posible si yo misma había asistido a su funeral? Estaba más que muerto, enterrado y en descomposición.

A pesar de mis dudas y confusiones, había en mis labios una calidez única que se contraponía al frío que mi cuerpo sentía por el susto. Reaccioné ante el beso, quizás por despecho o quizás porque extrañaba los besos de Edward. Pero de inmediato recuperé la cordura, y colocando mis manos sobre el torso muy bien ejercitado que ignorara que Harry poseyera, lo aparté.

Pensé en darle una abofeteada, pero a pesar de la estupidez que acababa de hacer, fue él quien se quedó a mi lado esta noche para consolarme. Decidí que sería mejor hablar con él y guardarme la abofeteada para Zayn.

- ¿Por qué lo hiciste? - pregunté.

- ¿Y por qué tú me seguiste el juego? - retrucó con la misma mirada indescifrable de antes.

- Yo pregunté primero - exigí.

- No lo sé. Lo lamento - se rascó el cuello con un poco de nerviosismo.

Algo oscuro, una línea negra irregular sobresalía de la manga de su chaqueta. Antes de que bajara la mano de su cuello, la tomé de un solo movimiento y le subí la manga de la chaqueta para ver qué era esa extraña línea.

Resultó ser un tatuaje, un ancla. No recordaba que Harry se hubiera hecho ningún tatuaje o mensionara que le gustaría hacerse uno.

- Será mejor que me vaya - dijo tan rápido como quitó su mano de entre las mías, y se puso de pie.

También me puse de pie, ya que la diferencia de altura me intimidaba un poco.

- ¿Desde cuándo tienes ese tatuaje? - pregunté.

- Me lo hice al poco tiempo que te fuiste de Langley - dijo sin dudar - ¿Podrías responderme la pregunta que te hice? - pidió - ¿Por qué me seguiste el juego? - la repitió.

Pensé rápido una excusa, pero nada venía a mi mente. Decirle que su beso había sido como el de su hermano difunto no sería nada bonito.

- Porque... - tartamudeé mientras continuaba pensando - ¡Alison! - recordé a mi amiga de repente y me derrumbé en el sofá antes de taparme el rostro con las manos - Soy la peor amiga del mundo - me lamenté - Y tú - volví mi vista hacia él - Eres aún peor que Zayn. Engañando a tu novia con su mejor amiga, y ya sería la segunda vez - lo acusé.

- Tienes razón. Lo lamento, en serio que sí. Yo hablaré con ella, no se lo cuentes - se apresuró a decir.

- Ya vete - dije al borde de las lágrimas.

Verdades Peligrosas(Zayn, Edward Styles y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora