38. Te extraño

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Edward

—¿Cómo está todo por allí? —me preguntó Carrie desde la computadora.

—Más que bien. Se han puesto muy felices —sonreí, dejándome llevar por la alegría del momento. Por fin lo tenía todo: a ella y a mi familia— ¿Cuándo será lo del banco? Quiero asegurarme de estar allí por si algo sale mal.

—Pues en tres días. Pero no te preocupes, desfruta con tu familia. Nada saldrá mal —trató de convencerme.

—Ya sabes que... —enmudecí al oír un ruido.

—¿Qué sucede?

—Oí algo. Vuelvo en un segundo.

Salí de mi habitación, con sumo sigilo y aguzando el oído. Volví a oírlo de nuevo, provenía del cuarto de mi hermano. Así es que entré, pero no había nadie allí, ni siquiera él estaba. Me asomé a la ventana, la cual estaba abierta. Estaba Harry, colgado de la pared de la casa, intentando bajar.

—Olvidaste el traje de Spiderman —traté de llamar su atención. Él solo me silenció y continuó con su extraña labor— ¿Se puede saber qué rayos estás haciendo?

—Iré a ver a Ali.

—¿Y no sería mejor salir por la puerta como las personas normales? —dije en tono burlón.

—¡Mira quién habla de normalidad! Si salgo por la puerta mamá y papá sabrían que me estoy yendo, al oír el ruido de las llaves y la puerta.

—Llegué a tu cuarto porque oí al menos tres ruidos. Créeme, hubiese sido mejor ir por la puerta o al menos usar una soga. Además, ya estás grandecito. No les importaría que te vayas.

Sin pensármelo dos veces corrí a mi cuarto en busca de la computadora. Tranquilicé a Carrie diciéndole que nada había pasado y luego volví a la ventana para mostrarle lo que el idiota de mi hermano estaba haciendo. Pude oír su risa descontrolada.

—¿Qué hace Harry ahí? —dijo una vez volví la cámara de la notebook hacia mi rostro.

—Irá a pedirle matrimonio a Alison. Pero no se lo digas.

—¿¡Qué!? —exclamó atónita.

—Lo sé, mi hermano está lo... —un golpe seco no me dejó terminar la frase— Tal parece que se ha caído ¿Estás bien? —pregunté a la vez que lo miraba tirado en el suelo.

Una vez me enseñó su pulgar arriba, volví con la computadora a mi cuarto.

—No puedo creerlo ¡Casamiento! ¿Quién lo diría? —comentó Carol.

—Lo hace más por celos que por otra cosa. Cree que si tiene un anillo en mano ningún hombre se le acercará.

—¿Él te dijo eso?

—Por supuesto que no. Jamás lo admitiría, pero lo conozco y sé que así es.

Hubo un silencio después de eso, que se cortó de una manera casi inesperada. Carol pronunció un par de bellas palabras:

—Te extraño. Sé que suena tonto porque acabas de irte, pero siento que... Olvídalo, probablemente me creas loca.

—¿Qué cosas dices? Carrie, te extraño desde que me subí a ese avión —ella sonrió y se sonrojó.

—Gracias por todo Eddie. Ahora duérmete, que debes estar cansado. Te amo.

—Yo también te amo, y créeme que si no fuese por mis padres no me despegaría de tu lado —y con esa frase me despedí de mi ¿novia? ¿O acaso debería pedírselo para que fuese realmente oficial?

Verdades Peligrosas(Zayn, Edward Styles y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora