Verdades Peligrosas(Zayn, Edward Styles y tu)

35. Ángel guardián

Edward

Harry había logrado adelantar gran parte de los trabajos que le habían asignado. Me ofreció entonces, volver a Langley junto a él para que yo pudiese reencontrarme con mis padres. La idea sonaba más que tentadora, los extrañaba desde hace mucho tiempo. Pero no me parecía buena idea justo en este momento. En pocos días Carrie asaltaría el banco junto con los ladrones y quizás Karen sea liberada en mi ausencia. No podía dejarla a su suerte ahora que los problemas se le amontonaban. Claro que no resultan problemas para ella, pero si para mi. Tanto el robo, como la salida de su hermana de prisión son situaciones que peligran su vida. Sin mencionar que los idiotas de Payne y Malik le andarán revoloteando durante todo el tiempo en mi ausencia.

Por su parte Harry me insistió tanto, que terminé aceptando más para que se callase que por voluntad propia.

Vi a mi hermano bastante raro en estos últimos días, y parece que le entusiasma más que a nada en el mundo volver a Langley. Por un momento creí que era la ansiedad por volver a ver a su novia, pero descarté la idea de inmediato. No era eso, podía sentirlo. Era algo más importante.

Ahora mismo nos encontrábamos en su auto, me había buscado del trabajo y nos estábamos dirigiendo a un restaurante, donde Adam nos esperaba. Aproveché la calma y el silencio que la parada delante del semáforo nos había conferido para indagar sobre su extraño comportamiento.

—Estás raro y no me lo niegues. Sabes que puedo percibir ciertas emociones tuyas cuando son tan fuertes.

—No es nada. Solo el hecho de que volverás a casa y podrás reencontrarte con nuestros padres —mensionó como quién habla del clima antes que la luz verde le indicara el paso.

—No es eso. Ya dime. No me burlaré si ese es tu temor.

—Por supuesto que lo harás —me miró acusadoramente por unos segundos antes de iniciar la maniobra para estacionar el auto.

—No te prometo nada. Si es algo muy estúpido me reiré de todas formas. Dime de una puta vez.

Aún con una mano sobre el manubrio, con la cabeza a gachas, susurró:

—Le propondré matrimonio a Ali.

— ¿Qué? —reaccioné estupefacto— ¿La dejaste embarazada? Dios mío —negué con la cabeza— Te follaste a toda la ciudad durante toda tu pubertad y nunca dejaste embarazada a ninguna ¿Eres estúpido o qué?

—No está embarazada —rio Harry.

— ¿Entonces? ¿Por qué te casarás con ella?

—Porque la amo. Ya viví mucho tiempo como un desgraciado mujeriego, demasiado. Ahora lo único que quiero es despertar cada mañana y verla a mi lado, prepararle el desayuno, llevarla al trabajo.

— ¿Estás seguro de eso? Aún eres muy joven —traté de persuadirlo.

—Mamá y papá se casaron a los veinte. Nosotros tenemos esa edad. De todas formas dejaré que ella decida. Si quiere esperar hasta terminar la carrera, así lo haremos. Mientras tanto, puedo ir buscando algún lugar para que empecemos a convivir. Y lo mejor de todo, es que con anillo en mano, ningún idiota se le acercará.

—Tú y tus celos estúpidos. Estoy seguro que la idea de la boda se basa principalmente en ello. Ella no te engañará. Te ama así de retrasado como eres, de otro modo ya te habría dejado. Me da gusto que quieras tener una familia junto a ella, vivir la vida de un hombre. Pero creo que aún es muy pronto.

Me quedé un segundo en silencio antes de soltar una carcajada y de burlarme de él por estar tan enamorado.

—Ya claro, ahora yo soy el enamorado ¿Y tú? Y no sé qué dices de los celos. Eres peor que yo. Hoy, en pleno desayuno vi a Zayn moreteado por todos lados. Por lo menos yo no me pongo violento.