Capítulo 1.

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"Quizás te diga un día que dejé de quererte,
aunque siga queriéndote más allá de la muerte;
y acaso no comprendas,
en esa despedida,
que,
aunque el amor nos une,
nos separa la vida." José Ángel Buesa.

***

Septiembre 2016.

-¿De verdad?

Miro el rostro de mi amiga y asiento con ilusión. Peina su pelo negro corto hasta los hombros mientras me mira con tristeza.

-Te echaré de menos, Mel - confiesa Sandra, con su mirada en el suelo y rascado su antebrazo.

Sonrío con tristeza y asiento con la cabeza, indicándole así que yo también. Sus brazos me rodean con efusividad y, por unos instantes, deseo quedarme en Córdoba, pero mi avión está a punto de salir.

Tras soltarme de Sandra, abrazo a Alexia fuertemente y después a Darío, Emma y Álvaro. Cuando me toca despedirme de Hugo, ya que ha venido para despedirse de mí, sonrío forzosamente mientras siento mi corazón roto bombear con algo de rapidez.

“No sé qué hacer.”

-Abrazaos de una vez, leches dice -comenta Sandra.

Hugo sonríe, mostrándome así la sonrisa que tanto he añorado estos meses. Sus brazos me rodean fuertemente a los segundos y mi cabeza tiene acceso a su cuello, el cual huelo y quedo impregnada de la esencia que lleva.

“Me voy a acordar de este olor en Londres.”

-Supongo que esto significa que nos perdonamos - le digo a la vez deshacemos el abrazo. Mis ojos miel se posan sobre los suyos y no sé cómo actuar. Es todo tan raro después de meses sin hablarnos... - . Siento las bofetadas que te pegué.

Él niega con la cabeza y besa mi mejilla.

-No pasa nada, Mel — comenta, percatándome de que su voz se ha vuelto más grave —. Te echaremos de menos.

Sonrío y asiento.

Miro en la pantalla de vuelos cuánto falta para que salga el mío y suspiro. En una hora estaré de camino a otro lugar.

   Me volteo hacia mis amigos y agito mi mano junto una sonrisa para después ir con mis padres hasta el control de seguridad.

-Allí te esperará tu primo Ángel.

Escucho a mi padre y asiento.

-Tranquilo, no pasa nada.

-Llámanos desde su móvil cuando llegues.

Sonrío a mi madre y la abrazo mientras lágrimas rocían nuestros rostros.

-Te quiero, mamá.

Ella me sonríe.

-Y yo, cariño.

Me abrazo con mi padre, que también llora, para después dirigirme hacia el control y agitar la mano a modo de despedida.

“Hola, Londres.
Adiós, España. ”

[...]

Un chico de pelo castaño claro agita su mano en dirección a mí y sonrío al verle; hacía años que no sabía de él. Corro en su dirección y lo abrazo con efusividad.

-Hombre, ¡pero cuánto has crecido!

Sonrío y ruedo los ojos.

-Ya tengo dieciséis años, Ángel. Es lo lógico.

Él ríe.

-Tus padres querrán que les llames. Ten.

Me tiende su teléfono desbloqueado y marco rápidamente el teléfono de mi padre, que a los segundos lo coge.

Hugo, te quiero. [Parte 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora