Capítulo 4.

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"Tiene café en su mirada, eso explica por qué me quita el sueño."

***

-Melissa, creo que eso va para ti – me susurra Livia en el oído.

Miro los ojos azules de mi compañera italiana y niego con la cabeza para después rodar los ojos.

-Aquí las indirectas vuelan – comenta Mila con gracia.

Todos reímos.

Observo los ojos azules de Arthur, el cual me mira con intensidad, y sonrío. A continuación, una de las puertas que conducen al patio de la residencia se abre y aparece el profesor sustituto, John. Todos desviamos nuestra mirada hasta posarla en él, el cual está con los brazos cruzados bajo su pecho.

-¿Se puede saber qué hacéis aquí?- exige saber.

Ria reprime una risa mientras yo bajo la mirada avergonzada al igual que Livia. Arthur se incorpora del suelo junto el otro chico para ir hablar con John, pero él se niega.

-No quiero explicaciones, Arthur. Id hacia la habitación — insta, pero nadie hace caso —. ¡Ya!

Mila me mira y estalla a carcajadas al igual que nosotras. John, furioso, nos señala la puerta con su dedo índice.

-Hoy se la liamos...- me susurra Mila al oído, nada más entrar a los pasillos.

-Veniros a nuestro cuarto – sugiere Livia -. ¿No, Melissa?

Observo a la italiana y asiento.

Pocos minutos después, las cuatro chicas del grupo estamos encerradas en nuestro cuarto. Mila y yo nos encontramos sentadas sobre mi cama mientras que Ria y Livia sobre la suya.

-¿Tenéis algún plan? – pregunta Ria con una sonrisa.

Mila asiente, coloca su pelo rubio de lado y sonríe.

-Yo, sí – responde -. Podemos ir a la habitación de John y ponerle espuma de afeitar ahí.

-Yo no lo hago – me niego riendo –. No pienso verle "eso".

Ria ríe.

-Ni que fueses virgen, Melissa

-No lo soy – murmuro bastante obvia -. Pero otra cosa diferente es que me apetezca verle las partes.

-Admite que es sexy – insiste Livia.

Ruedo los ojos.

-Pesadas.

Las tres ríen y Mila rodea mis hombros con sus brazos para atraerme hacia ella y revolver mi pelo.

-Dulce e inocente Melissa.

[...]

Livia cierra la puerta de la habitación de John y estallamos las cuatro a carcajadas en medio del pasillo.

-No puede ser – digo entre risas.

Mila llora de la risa.

-La que nos va a caer... Pero ha merecido la pena.

Ría coge la espuma de afeitar que tiene Livia y la echa por todo el pomo de la puerta de nuestro profesor sustituto.

A causa de las risas, una puerta se abre y nosotras nos marchamos corriendo escaleras arriba para no ser descubiertas. Al llegar a nuestro piso, nos dirigimos las cuatro a cada una de nuestras habitaciones para descansar.

[...]

Unos toques en nuestra puerta causan que Livia y yo nos despertemos. Gruño mientras me remuevo entre las sábanas intentando despertarme un sábado por la mañana. Livia, al haberse levantado antes que yo, abre la puerta de nuestra habitación y aparece John junto nuestro tutor.

Hugo, te quiero. [Parte 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora