Capítulo 22.

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"El amor es la mayor frescura de la vida." Pablo Picasso.

***

Melissa: ¿Para qué?

Livia sale del baño rodeando su cuerpo con una toalla, al igual que su pelo húmedo. Ella, tras avisarme que puedo ducharme, tomo mis cosas y me ducho con rapidez para después cambiarme y revisar el teléfono móvil.

John: Melissa, quiero hablar sobre tu examen. En mi despacho a las siete y media.

Observo el reloj y resoplo; son las siete y veinticinco. Me seco el pelo con rapidez, al igual que me maquillo rápidamente para después coger mi bolso y dirigirme hacia la puerta.

-¿Dónde vas? – me pregunta Livia, observándome con sus ojos azules, que se encuentran detrás de sus gafas.

-John quiere hablar conmigo.

Livia alza una ceja divertida y yo ruedo los ojos.

-Anda, calla y habla con Caleb.

Ella suelta una risita.

-¿Hablar o comerle la boca?

Cuando ella dice eso, yo me encuentro abriendo la puerta, pero me paro en seco y la observo.

-¿Os besasteis?

Ríe avergonzada y asiente.

-Y no solo una vez.

-¿Y cómo besa?

Ella me dedica una media sonrisa para después sonreír por fin y aplaudir.

-No mejor que yo, pero bien.

Río y niego con la cabeza.

-Te dejo, que llego tarde.

-¡Usad condón!

-Idiota – ruedo los ojos.

Tras salir de la habitación, voy corriendo hacia donde está su despacho y, cuando llego, me recuesto sobre la pared del pasillo esperándole. A los pocos minutos, él aparece para posicionarse enfrente de mí y alzar las cejas.

-¿Pasas o estás muy cansada?

Frunzo el ceño.

-¿Qué?

-He salido del Tesco* y os he visto.

Asiento, escuchándolo.

-¿Pasamos?

John asiente y va a abrirme la puerta, pero ya lo hago yo por él y me adentro en el despacho para ir directa hacia la silla que se encuentra frente al escritorio. Él, tras cerrarla, se sienta enfrente de mí.

-Bueno, ¿de qué querías hablar?

-Tus notas – aclara y yo asiento –, han bajado.

-Ya lo comentamos antes – le recuerdo –. Estos tres últimos temas son difíciles.

-¿Y por qué no vas a repaso?

-No lo necesito – aseguro –. Sé hacer todo, solo que tú los haces difíciles.

John ríe y se recuesta sobre el respaldo de su silla mientras yo me cruzo de brazos esperando una respuesta. Sus ojos marrones hundidos me observan durante unos segundos y luego vuelve a sentarse en una compostura adecuada.

-Difíciles creo que no son, ya que la mayoría ha sacado una nota bastante elevada – me informa –. Hay dos cosas: o no estudias, o no apruebas porque no quieres.

Hugo, te quiero. [Parte 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora