Capítulo 3.

2.1K 162 18
                                    

"El amor es intensidad y por esto es una distensión del tiempo: estira los minutos y los alarga como siglos." Octavio Paz.

***

Observo atentamente como el profesor sustituto de matemáticas escribe ecuaciones exponenciales en la pizarra y se voltea cara a nosotros. Sonríe con amabilidad y sus ojos miel recorren toda la clase hasta que se posan en una persona.

-Katherine, explícame cómo resolver la ecuación exponencial.

Todos desviamos nuestra mirada de John, el profesor sustituto, a Katherine, la cual muerde su labio a causa del nerviosismo. Sus pómulos se tornan rojizos mientras juguetea con un pelo pelirrojo.

-Se pasaría al lado del igual y...

-Mal – dice John - ¿Alguien?

Alzo mi mano.

Sus ojos color miel se posan sobre mí, toquetea con sus dedos el bolígrafo de entre sus manos mientras espera pacientemente mi respuesta. Observo con los ojos entrecerrados el ejercicio a la vez que intento resolverlo.

-Tenemos dos elevado a dos equis menos uno igual a dos – digo viendo el enunciado -. Entonces, el dos que está en la parte derecha se iguala al igual que el otro. Después quedaría dos equis menos uno es igual a dos. Pasamos el uno al otro lado del igual, se suma y finalmente queda una fracción, la cual es tres medios, ¿no?

Observo a John, el cual tiene sus cejas alzadas para después asentir y escribir el resultado que he dicho.

-Muy bien, Melissa. ¿Alguien tiene alguna duda?

Todos se quedan en silencio y John asiente para proseguir con la clase mientras yo lo observo con una sonrisa.

-¿Cómo sabías resolverlo? – me pregunta en un susurro Livia.

Volteo mi cuerpo y la observo a sus ojos azules.

-Mi ex pareja me ayudaba.

Alza las cejas sorprendida.

-No perdiste el tiempo.

Sonrío y niego.

-Chicas, prestar atención – nos pide John.

[...]

Livia y yo salimos de clase y una chica afroamericana de pelo negro rizado se acerca corriendo hacia ella.

-¡Livia! – exclama mientras se acerca.

-¿Quién es?

-Una chica de la habitación de al lado.

Asiento y observo a la chica venir para saludar con dos besos a Livia y posar su mirada en mí.

-Hola, me llamo Ria.

Sonrío.

-Encantada. Me llamo Melissa.

Ambas nos inclinamos para besarnos las dos mejillas y después escucho las cosas que Ria le pide a Livia, que tras acabar de hablar, me observa.

-¿Qué?

-¿Te vienes esta noche, a las doce, a el jardín trasero de la residencia?

-¿Nos dejan? – pregunto preocupada.

-No – contesta Ria con una sonrisa -. Por eso lo hacemos.

Mordisqueo mi labio y río.

-De acuerdo.

[...]

-Adiós, papa. Adiós, mamá – me despido agitando mi mano -. Os quiero.

-Adiós, cariño.

Hugo, te quiero. [Parte 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora