Capítulo 11.

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"Para Adán, el paraíso era donde estaba Eva". Mark Twain.

***

-Hola, primo.

Ángel besa mi mejilla y toma mi bolso para después dejarlo en la parte trasera de su coche. Los dos subimos al vehículo, nos ponemos el cinturón y mi primo emprende camino hacia su casa.

-¿Cómo te va?

Le miro por unos segundos y asiento.

-Bien, normal – confirmo -. ¿Y a ti?

Resopla.

-Estresado – murmura cuando nos paramos enfrente de un semáforo en rojo -. El trabajo es un estrés, no sabes la suerte que tienes.

Ruedo los ojos.

-Lo mismo te digo.

Ríe.

-¿Estará Natalie?

Ángel emprende camino nada más ponerse el semáforo en verde y asiente con la cabeza. Un leve dolor de ovarios se hace presente en estos momentos y retengo un quejido a causa del dolor.

-Estaremos la familia – habla tras unos segundos -. ¿Te acuerdas de Caroline, la sobrina de mi padre?

Frunzo el ceño y niego con la cabeza.

-No, ¿por qué?

-También viene – dice con una sonrisa maliciosa -. Y cuando os visteis, tú le tiraste de los pelos.

-¿Qué?

Ángel ríe.

-Como lo oyes.

[...]

Sonrío a mi tía y observo como Natalie mueve nerviosamente sus dedos sobre el mantel de la mesa. Suspira intentando calmarse para después carraspear a la vez que se incorpora, llamando la atención a todos.

-¿Qué pasa, Natalie? – pregunta mi tía en español.

-Quiero comunicar una cosa – contesta ella en el mismo idioma.

-Hablar en inglés o los demás no se enterarán – exterioriza Ángel.

Los ojos de mi prima pasan volátilmente sobre mí y da otro suspiro para después mordisquear su labio.

-Soy bisexual.

Alzo las cejas sorprendida ante esta confesión, parpadeando repetidas veces sin ser consciente todavía de lo que acaba de decir. Pero, cuando la información se llega a mi cerebro, comprendo lo que ha dicho. Sus ojos marrones, asustados, buscan apoyo hasta que se posan sobre mí y yo tomo su mano; indicándole que estoy con ella.

-Me alegro que lo digas – susurro en su oído -. Eres muy fuerte. Vas a seguir siendo mi prima, así que ves dejándome ropa, guapa.

Sonríe con vergüenza.

-¿Desde hace cuanto lo sabes? – pregunta mi tío.

-Año y medio – susurra bajando la mirada –. Quería decirlo pero tenía miedo al qué diríais...

-Yo no diré nada, Natalie – le dice Ángel con una sonrisa -. Es un gran paso que lo hayas dicho.

Ella sonríe agradecida.

-Cariño – la llama mi tía -, no se por qué te preocupa nuestra reacción. Eres mi hija, te voy a querer siempre y tan solo quiero que seas feliz; y si las chicas te hacen felices, me alegro, y si los chicos también, pues me alegro también.

Hugo, te quiero. [Parte 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora