"Hay amores tan bellos que justifican todas las locuras que hacen cometer." Plutarco.
***
Livia y yo caminamos, entre balanceos y casi caídas al suelo debido al estado en el que nos encontramos, en dirección a nuestro cuarto. Nada más entrar, alzo mis cejas debido a la sorpresa que nos llevamos ambas al ver a Caleb sentado sobre la cama de la italiana, esperándola.
"¿Cuánto debe llevar ahí sentado?"
Yo todavía sigo sin dar crédito cuando veo que se levanta y camina hacia ella. Me percato de que la chica de ojos azules aprieta su mandíbula y da un paso hacia atrás, pero entonces cierro los ojos debido al punzante dolor que tengo en mi cabeza, viendo a continuación borroso y sin saber si es real lo que veo o no.
-¿Es una alucinación o es real? — pregunto a la chica de las gafas de pasta negra, arrastrando las s.
-Real — murmura, mirándole cuando está frente a ella —. ¿No deberías estar durmiendo con tu mujer? No son horas de estar por ahí.
-Venía a verte — murmura él en un tono muy bajo, que apenas casi entiendo.
Ella se cruza de brazos, y yo me encojo de hombros para después tumbarme de un golpe sobre la cama.
-Pues ya la has visto, así que vete — murmuro en la oscura habitación —. Hay gente que mañana tiene que hacer cosas, y es más importante dormir que hablar contigo — me apoyo sobre mis codos, mirándole con el ceño fruncido —. Venga, vete. ¿O quieres que llame a los superiores para decirles que has irrumpido en una habitación?
Caleb no dice nada, tan solo se limita a ignorar lo que digo y centrar su atención en la chica italiana, que me sonríe agradecida, aunque creo ver en sus ojos un atisbo de dolor.
-Ya has oído. Vete.
-Livia...
-¡No, Livia, no! — exclama, moviendo el dedo índice autoritariamente — ¡Me mentiste, Caleb! ¡Vete de aquí, ya!
El hombre no dice nada más, me da una última mirada que supongo que es de despedida, y se marcha. Cuando nos deja a solas, me incorporo como puedo y voy a rodear su cuerpo con mis brazos, consolándola.
-¿Qué debía querer? — susurra con un temblor en su voz sobre mi hombro.
-No lo sé — me sincero, apretándola más entre mis brazos. Empiezo a acariciarle lentamente su largo pelo negro —. ¿Estás bien?
Se aparta y asiente.
-Lo que... ¿cómo puede ser alguien así? O sea, me refiero a que... — se calla y rasca su nuca —. Tengo unas conversaciones y fotos con él. Se las mandaré a la mujer; ella debe saberlo.
***
-Sois tóxicos, Sandra — me sincero, cruzada de brazos y con mi espalda apoyada sobre el respaldo de la silla —. Lo habéis dejado ya tres veces y, nada más hacerlo, os tiráis a unos diez.
-Pero...
-Tiene razón — concuerda en la llamada vía Skype Alexia –. Tú mereces algo mejor, que te valore y que no esté contigo cuando le importe.
-Exacto – concuerdo con Alexia, a la vez que me estoy secando el pelo húmedo con una toalla.
-Es que... Él me dijo que sentía mucho por mí — puedo notar el dolor en su voz —, y yo... Yo no le creo. Me lo ha hecho pasar tan mal... Nunca lo había pasado así.
-Es tu primer amor, Sandra. Es la primera persona de la que te enamoras.
-¿Primer amor? – ríe irónicamente — Yo no considero esta "relación" como la del primer amor.
Relamo mis labios secos y opto por la opción de conectar mi webcam, viendo sus imágenes al poco tiempo.
-Tienes esperanzas todavía, ¿verdad? – pregunto.
Asiente levemente.
-No de volver con él, ¡qué va! Si no de... No sé... Tener alguien que me quiera — sonríe irónicamente —. Como tú, Sandra.
La chica rubia baja su mirada avergonzada, sonríe después y me percato de que le han quitado ya los brackets. Está preciosa.
-Vosotras os merecéis también alguien que os quiera. No quiero verte a ti sufrir por Darío, ni a ti por Hugo.
[...]
-¡Vamos, corre, corre! – exclama desde el otro paso de cebra - ¡Venga, Melissa!
Me despido del chico al que le he dado mi número de teléfono y ruedo los ojos, viendo como Mila me espera con impaciencia.
-¡Espérate al menos que se ponga en verde!
El semáforo cambia de color, suspiro y a paso rápido me acerco hacia ellas, que me miran curiosas ante lo sucedido con el chico.
-¿Qué? – murmuro con mi ceño fruncido.
-El chico – la sonrisa de Ria basta para ser consciente de lo que quiere saber -, ¿qué quería?
Niego con la cabeza y me encojo de hombros.
-¿El del pelo negro? – asienten con lentitud -. Nada.
-Ya, ya...
Ruedo los ojos y caminamos las cuatro hacia una de las tiendas situada cerca de Picadilly Circus. Entramos y nos perdemos en el lugar, mirando cada una de las partes del negocio.
Por unos instantes, tras haberme probado unas treinta prendas de ropa, - desde pantalones y partes de arriba hasta tacones y vestidos de cóctel -, me siento realmente observada por alguien, así que giro mi cabeza dando una larga mirada por mí alrededor. Al no ver nada salido de lo normal, me encojo de hombros y sigo buscando ropa, topándome con Ria y Livia varias veces.
-¿Y Mila? – pregunto mientras las tres esperamos para entrar en los probadores.
Ria se encoje de hombros y Livia muerde su labio inferior, pensando.
-Creo que en el piso de arriba, mirando electrónica o no sé qué.
Alzo las cejas, sorprendida.
-Pero si no se le ha roto el móvil ni nada...
Livia niega con la cabeza a la vez que encoje sus hombros, un modo de decir que no sabe el motivo. Tras volverme a probar ropa e ir a por nueva, me vuelvo a sentir observada por alguien, así que paro de hacer la acción y me volteo, buscando si hay alguien que me mire.
Y lo veo.
Me encuentro a John en el final de la estantería de zapatos donde estoy, sentado frente a una chica mientras ella se prueba unas deportivas. Él me observa y me dedica una tensa sonrisa, moviendo su mano a modo de saludo a la vez que yo no sé qué hacer. Centro de nuevo mi mirada en unos zapatos de plataforma, concentrándome en ellos sin querer mirarle de nuevo. "Ella es su prometida." Pero miro, y le veo, mirándome también. Y me sonríe con aquella sonrisa que le caracteriza.
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Hugo, te quiero. [Parte 2]
RomanceCuando te rompen el corazón o la realidad te agolpa en el momento que estás en éxtasis, sufres; sientes el mundo derrumbarse y todo ponerse en contra tuya, creyéndote que al final es tu culpa. Melissa no está bien, y todo esto es a causa de la discu...