Capítulo 16.

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"¿El beso? Un truco encantado para dejar de hablar cuando las palabras se tornan superfluas". Ingrid Bergman.

***

-¿Y cómo fue?

Los ojos de Mila se posan sobre mí, incitando que mis mejillas se tornen rojas y baje la mirada avergonzada mientras recuerdos de ayer por la noche con Arthur azotan mi mente. Escucho la risa de la rubia y observo su estilo seductor a la hora de vestir para después posar mi mirada en sus ojos.

-Muy bien.

Mila alza una ceja a la vez que sonríe cómplice para después desviar su mirada a Livia, la cual está observando un punto fijo.

-¿Qué haces? – le pregunto.

Ella sonríe y nos mira por unos segundos para después posar la mirada de nuevo en el mismo lugar.

-Está ahí – suspira -. Es guapo, ¿verdad?

Mila, Ria y yo desviamos la mirada para encontrarnos al hombre que vimos el día anterior y yo asiento con la cabeza, concordando con mi compañera.

-Es más que eso...- murmura Ria.

-Ya lo creo.

Río ante el comentario de Mila y veo como Arthur entra por la puerta principal del comedor para ir a desayunar, pero antes de eso, se acerca hacia mí y me besa con efusividad.

-Vaya – rezonga Livia –. La pasión se ha avivado.

Las otras dos ríen.

-¿Quedamos esta noche?

Arthur me guiña uno de sus ojos azules y mi mente procesa su pregunta para percatarme que él y yo tan solo somos sexo y nada más.

“Y yo que pensaba que, a lo mejor, podríamos llegar a algo más.”

Sonrío y asiento.

-Nos vemos.

El de los ojos azules me vuelve a besar para después marcharse y vemos como John se une a hablar con el hombre que tiene encandilada a Livia.

-¿Cómo te va con John?

Frunzo el ceño y observo los ojos de Ria, los cuales me observan con atención y yo me encojo de hombros.

-¿Cómo tendría que ir?

-Pues que si te lo follarás – comenta Mila.

-No – niego rotundamente.

-Me está mirando – anuncia Livia –. No miréis.

-Acércate a hablarle – sugiere Ria.

-¿Qué? No. Qué vergüenza.

[...]

El timbre suena, anunciando el final del día de clase y Livia y yo nos incorporamos al igual que los demás tras acabar la clase de matemáticas.

-Melissa – me nombra John –, quédate unos segundos.

Mis ojos, rápidamente, se posan sobre los azules de Livia y ella, con la cabeza, me indica que me esperará al otro lado de la puerta. Asiento con una media sonrisa y me dirijo hacia el lugar en el que se ubica John, que está recogiendo sus cosas.

-No me has mandado ningún mensaje.

-He estado ocupada – miento -. ¿Por qué?

Sus ojos se posan sobre mí y me dedica una media sonrisa.

-He hablado con la junta y quieren saber ya los métodos.

-Bueno... – arrullo-. ¿Te parece bien a las 6?

Hugo, te quiero. [Parte 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora