Capítulo 30.

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La mayor declaración de amor
es la que no se hace;
el hombre que siente mucho,
habla poco.

Platón.

***

El timbre suena y rápidamente recojo
las cosas que se encuentran sobre mi pupitre para incorporarme después y salir del aula. Nada más pisar el pasillo, voy directa hacia mi habitación, pero una voz me llama.

-¡Melissa, espera!

Me paro en seco en medio del pasillo y volteo parte de mi cuerpo para vislumbrar a Ria hacerse hueco entre el gentío y venir hacia mí.

Sonrío.

-Hola.

-Hola -me saluda para después sonreír y emprender ambas camino por el pasillo –. ¿Vas a tu habitación?

Asiento.

-Sí, ¿por qué?

-Tengo que contarte algo.

Intrigada, alzo las cejas incitándola a que me cuente qué es lo que le pasa, pero Ria me ignora y llegamos a la habitación. Nada más abrir la puerta y adentrarnos, dejo mis cosas sobre mi escritorio para girarme y hablar.

-¿Y bien?

-Pues... - tantea Rian–. Resulta que ayer vi a Caleb.

Frunzo el ceño.

-¿Caleb? - asiente - ¿Qué Caleb?

-El que tuvo "algo" con Livia.

Asiento recordando.

-¿Y?

Ria me observa como si estuviese pasando un mal trago, toma asiento en mi cama y rasca su nuca mientras yo me encuentro de pie y a unos metros de ella.

-Está casado y tiene dos gemelas.

Cuando Ria me confiesa eso, mi mandíbula inferior cae al suelo y los ojos se ensanchan a más no poder. Ella asiente intentando que salga de aquel shock en el que me he quedado y miles de insultos se crean en mi mente para decírselos si le veo.

-Pero... si Livia dijo que él no...

Asiente.

-Lo sé, pero resulta que es mentira - suspira -. ¿Qué hacemos?

-Ya nada - digo tomando asiento a su lado –. No están juntos.

Ella resopla.

-Los hombres son una mierda, Melissa.

Cuando Ria me dice eso, nada más haber pronunciado la palabra "hombres", la imagen de Hugo aparece en mi mente y, a continuación, recuerdos de las últimas conversaciones con él azotan mi mente.

-¿Estás bien? -me pregunta mi amiga, que se ha incorporado hasta estar enfrente de mí.

Al estar con la mirada perdida, reacciono con sus palabras y la miro para sonreír con seguridad.

-¿Y tú que tal con tu ex novio o novio?

-Pues... - murmura ella –. Ahí estamos.

La observó expectante.

-¿No salís?

-Es algo raro -me contesta Ria, nerviosa, tomando asiento a mi lado y colocando después un mechón de su pelo rizado tras su oreja –. Creo que tampoco llegaremos a nada...

-¿Por qué?

-El pasado vuelve, Melissa - me dice con una leve mueca –. Y no se puede cambiar.

Hugo, te quiero. [Parte 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora