Capítulo 36.

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"El más poderoso hechizo para ser amado es amar." Baltasar Gracián.

***

Hugo.

El timbre del último día de primer de bachillerato suena, todos gritamos de alegría ya que ha comenzado el verano y nos vamos despidiendo los unos de los otros hasta dentro de un par de días, cuando nos dan las notas. Abrazo a Sandra e Alexia para después palmear la espalda de Álvaro y besar la mejilla a Emma, mi mejor amiga. No me despido de Darío porque sé que esta misma tarde nos veremos, por lo tanto nos dedicamos una sonrisa y bajamos las escaleras tras haber sacado todos los libros de nuestras respectivas taquillas.

-¿Cuántas crees que te van a quedar? – le pregunto, mirándole para después ver el montón de libros entre sus brazos.

Se encoge de hombros.

-Tal vez cinco, o seis.

Alzo mis cejas ante su respuesta, pero la verdad es que no sé por qué me sorprende ya que desde tercero de la ESO lleva suspendiendo y, aún así, pasa. Él me dedica una sonrisa divertida, pero ésta se borra cuando Sandra pasa por delante de él con Isaac, con el que está empezando a salir.

Su mirada se torna oscura y con un cierto dolor en ella, y esta vez Darío no mira por primera vez a una mujer el culo, si no su sonrisa. Se dedica todo el trayecto hasta llegar a la entrada principal en escuchar su risa y ser consciente de cómo la ignora; y sé cómo le jode, porque a mí también me ha pasado.

Quedan nueve días para que Melissa esté aquí finalmente, y me pone los pelos de punta esto. Cuando hace Skype con Álvaro o las chicas y yo estoy sus casas, me oculto porque creo que si la veo no sabré qué hacer, aunque tarde o temprano llegará el momento. Me quedo embobado mirando sus fotos de Instagram y jodiéndome por dentro al saber que ella está bien, sin mí.

Me subo a la moto de Darío tras haberme puesto el casco y él la enciende para ir por la carretera. No hablamos nada y, por eso, me tomo ese periodo de cinco minutos hasta que lleguemos a mi casa para pensar.

Es cierto que podría haberla perdido incluso con Leire hace un año, pero es que nunca pude. Nunca me excité lo suficiente ni sentí que era el momento. Darío me ha hecho bromas al respecto, pero cuando finalmente supo el motivo de que aún siga siendo virgen, se calló.

Espero a Melissa.

Tal vez no llegué a surgir nada, o simplemente todo vaya sobre ruedas en cuanto nos veamos. No lo sé... Tengo tanto miedo acumulado que me cuesta incluso pensar en qué sucederá cuando nos veamos.

***

9 días después...

Melissa.

Abrazo con fuerza a Livia, llorando desconsoladamente porque, tal vez, no vuelva a verla. Sus brazos me rodean el torso y me aprietan mientras escucho sus sollozos sobre mi hombro. Me separo un poco de ella para ver cada una el rostro de la otra, y sonrío.

-No quiero que te vayas – gimotea con sus azulados ojos irritados.

Asiento con debilidad.

-Lo sé, pero tengo que irme, Livia – bajo mi mirada por unos segundos -. Nos veremos en verano, ¿a qué sí?

Ella asiente efusivamente.

Tras volvernos a abrazar y haberme despedido de Ria y Mila, mi primo me acompaña hacia el aeropuerto junto a los demás. Nada más llegar, justo antes de pasar el control, abrazo a Ángel como si me fuese la vida en ello y después a Natalie.

-Te voy a echar de menos, prima – susurra en mi oído la chica, estrechándome entre sus brazos.

-Y yo también.

Me aferro más y más a ella, no queriéndome marchar y pensando en lo rápido que ha pasado el tiempo. Cuando me separo de ellos finalmente, acabado de despedirme de los demás para después pasar el control e ir a la puerta de embarque horas después, con destino a España.

Cuando tomo lugar en mi correspondiente asiento, miro fijamente el de enfrente a la vez que la música entra por mis oídos a través de los altavoces. Y, de repente, así porque sí, recuerdo a Hugo. No lo recuerdo en su totalidad, si no tan solo su imagen impresa en mi mente.

Por más que me esfuerzo, no llego a recordar cómo sonreía o cómo se escuchaba su risa. Unos nervios crecen en la zona de mi estómago y, de repente, me acuerdo. Esta noche le veré.

Uno de los azafatos comunica algo de que ya despegamos, o lo que sea, pero eso no importa realmente. No me he acordado del chico de pelo desordenado en todo este tiempo y hoy le voy a volver a ver físicamente después de nueve meses.

"No puede ser."

Aprieto con fuerza mi mandíbula mientras doy rápidos golpes sobre mi muslo descubierto a causa de los nervios. ¿Cómo no he podido caer en cuenta? Me siento en cierta manera bien debido a eso, ya que significa que he conseguido olvidarle durante un corto periodo de tiempo, pero aún así, hay algo que duele y jode por dentro.

La música cambia y el avión despega mientras yo intento mantener mi compostura en el lugar, no por el despegue, si no por el mero hecho de que le voy a ver en menos de doce horas. No van a venirme a buscar al aeropuerto, si no que hemos quedado en hacer una fiesta en la casa de Álvaro. Aquella en la que pasó todo.

Varios recuerdos azotan mi meten y parece como si hubiese estado en pausa durante este tiempo ya que he conseguido olvidar todo, o casi. Mi corazón empieza a latir con rapidez y siento los nervios comerme por dentro con furia y rabia.

"Al fin voy a verle. Ya han pasado nueve meses."

Hugo, te quiero. [Parte 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora