"Te quiero en todos los tiempos y modos de verbos." Acción poética.
***
Tras eso, todo se queda en silencio y no soy capaz de mirarle a los ojos por unos segundos. No puedo. Noto mis ojos picar y creo que si escucho algo más por su parte relacionado con lo que somos, lloraré. No me he dado cuenta en todo este tiempo lo ignorante que he sido en cuanto a mis sentimientos hacia él, pensando que no serían tan fuertes como los siento ahora que lo tengo enfrente de mí, sentado sin saber hacia dónde mira.
-Melissa - levanto la mano con mi cabeza girada, diciéndole así que me dé unos minutos y en verdad no sé para qué, porque ya está todo dicho -, siento también haberme puesto así de gilipollas como muchas veces. No debería haber criticado a David, ni quejarme o decir absurdeces a cerca del tío ese con el que estabas en Londres... - suspira y yo sigo sin mirarle -. También siento no haberte contado lo de la de intercambio, por aquel entonces creía que... no sé, que no te importaría o tal vez te jodería que me liase con la que te sustituía. ¡No sé!
Por fin le miro, y veo realmente el arrepentimiento en sus ojos marrones. Desvío rápidamente la mirada hasta el techo y parpadeo reiteradas veces con la intención de eliminar las lágrimas que se están acumulando en mis ojos. No sé qué decir.
-Yo también siento haber actuado así, como te he dicho antes. Es cierto que me molestó, Hugo, nos conocemos desde los tres años y siempre hemos sido honestos – aunque yo muchas veces no -, o casi siempre.
Él asiente, comprendiendo.
-Pero ten en cuenta, Melissa, que no siempre te voy a contar todo. Hay cosas que me tengo que quedar para mí.
-Lo sé, yo también.
"Como que te quiero."
Pocos minutos después, salimos de la habitación y no sé cuánto tiempo hemos estado ahí, pero me siento peor. El encuentro ha sido algo de lo que me he mentalizado pero no esperaba para nada hablar de todo esto.
Cuando llegamos al jardín, los de siempre se encuentran sentados sobre un mantel de cuadros escoceses que cubre el césped, nos miran y con la mirada preguntan. Hugo sonríe en dirección a Darío y se gira para ir hacia la mesa de comida y bebida, mientras, Sandra e Alexia me jalan y vuelven a llevarme dentro.
-¿Bueno?
-¿Qué ha pasado? Cuéntanos.
Niego con la cabeza.
-No ha pasado nada – Sandra e Alexia alzan sus cejas -, en serio.
La chica de pelo negro se cruza de brazos.
-¿Entonces, qué ha sucedido?
-Hemos aclarado las cosas – respondo con mis ojos fijos en los de Sandra -. Me ha dicho que soy su amiga.
-¿Pero te has confesado...?
Niego con la cabeza rápidamente, mirando alrededor para ver si alguien nos ha oído.
-¡No! – exclamo – No te jode, si quieres le digo le quiero después de que me haya dicho que soy su amiga.
Alexia acaricia uno de mis brazos, me respaldo sobre la pared y miro hacia el techo. Poco a poco y bajo sus miradas empiezo a ver el color blanco de éste algo borroso, y es cuando me doy cuenta que las lágrimas amenazan con salir.
-Hey... ¿qué pasa, Mel?
Bajo mi mirada y observo a Alexia, niego con la cabeza y limpio las lágrimas que han empezado a deslizarse cuando he parpadeado.
-Nada. No pasa nada.
-Claro que pasa – me contradice Sandra, con su dura mirada puesta encima de mí y sus brazos cruzados -. No quiero verte llorar, Mel.
-Si es por lo que te ha dicho de que eres su amiga, tía, estaremos contigo para superarlo
-No es por lo que creéis, en parte – susurro, enjuagando mis ojos -. Es que... sé que es una tontería, pero Hugo solo me ha llamado por mi nombre completo, no me ha llamado Mel o pequeño monstruo, como solía hacer – aprieto mis labios y desvío, de nuevo, mi mirada al techo con la intención de no volver a romperme -. Que sé que es una absurdez, pero queráis o no eso me gustaba de él. Ahora que he hablado con él en persona después de nueve meses y que no me haya llamado como lo solía hacer... me duele. Sé que he hecho cosas mal, ¡soy humana! ¿Pero he hecho tantas para que él decida llamarme así y no como lo solía hacer así de cariñosamente?
[...]
La bicicleta – Shakira y Carlos Vives suena con un volumen dentro de lo adecuado en el jardín bajo la luna de un día del mes de junio. Estoy tumbada en el fresco césped, que ha sido mojado por los aspersores hace poco más de quince minutos. Alexia y Sandra no se han separado de mí desde entonces, pero tampoco es que me pudiese alejar mucho.
Miro fijamente el cielo negro y cómo las estrellas brillan con claridad en esta noche. Sonrío, y no sé si es por lo bonito que es o por el alcohol que llevo ya en mi organismo. Álvaro toma asiento a mi lado, pero no se tumba, si no que apoya parte de su cuerpo en sus brazos y me mira.
-¿Estás bien? – asiento con la cabeza, mirándole por unos segundos a sus ojos azules - ¿Seguro?
-Sí, mi amor. Puedes irte. No me pasa nada.
-No era solo por eso – comenta -. Hay una discoteca aquí al lado y dejan pasar a menores, ¿te apetece ir? A los demás les va bien.
Imito la postura del chico pelirrojo, observo con poca visibilidad sus ojos azules y asiento con rareza. Álvaro frunce el ceño pero acaba asintiendo, se pone en pie y me ayuda a mí para incorporarme. Empezamos a recoger todo lo del jardín y en ningún momento me dedico a contemplar al chico de ojos marrones y pelo desordenado, aunque no sé dónde está.
Al llegar a la discoteca, las tres junto a Emma vamos directas a la barra a pedir una ronda de chupitos. Tras haber bebido, más o menos, dos o tres cada una, nos dirigimos a la pista para juntarnos con los demás. Me percato durante unos segundos cómo Darío mira con rabia a Isaac, que ha venido por petición de Sandra y río.
No sé qué tipo de música suena, aunque tampoco me importa en estos momentos. Escucho como Alexia me comenta cosas a las que yo tan solo me limito a asentir y seguir moviéndome como un completo pato mareado. Doy un movimiento brusco, que provoca que me eche hacia atrás pero que Darío me sostenga, y cuando voy a agradecérselo, me percato de que es Hugo.
-Ves con cuidado, pequeño monstruo – murmura él, muy cerca de mi rostro.
"Me ha llamado como antes."
Puedo darme cuenta de lo borracho que también está él, así que me aparto algo para no caer en un delirio al tener su rostro tan cerca que casi puedo verle los puntos negros. Cuando lo hago, no paramos de mirarnos aún así, y entonces tengo el coraje suficiente para decirle:
-Hugo, te quiero.
Y no sé si me ha escuchado.
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Hugo, te quiero. [Parte 2]
RomanceCuando te rompen el corazón o la realidad te agolpa en el momento que estás en éxtasis, sufres; sientes el mundo derrumbarse y todo ponerse en contra tuya, creyéndote que al final es tu culpa. Melissa no está bien, y todo esto es a causa de la discu...