Capítulo 27.

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  "He experimentado de todo, y aseguro que nada es mejor que estar en los brazos de alguien a quien amas".  John Lennon.


***

  

Mayo.

-Dios – digo rompiendo el silencio mientras me separo del escritorio –. La cabeza me va a estallar.

Livia, que está en su cama, alza su mirada hacia mí y entrecierra los ojos.

-¿Matemáticas?

Niego con la cabeza y rasco mi cuero cabelludo a la vez que poso mi vista en mis esquemas.

-Historia.

Ella resopla y posa su mirada en su libro.

-Entiendo entonces el por qué.

Sonrío, me pongo enfrente de mis esquemas y masajeo con ambas de mis manos mi sien.

-Venga, que solo queda mes y medio.

-Como ha pasado de rápido el tiempo, ¿verdad? – pregunta Livia levantándose de su lugar y sentándose a mi lado – Hace nada estabas con Arthur, yo con Caleb y estabas castaña clara.

Río y remojo mis labios para después fruncir el ceño de nuevo.

-¿Qué pasó al final con él? No me quedó realmente claro.

Sus ojos azules me observan a través de sus gafas y hace una mueca para ponerse en pie, caminando por la habitación.

-Me levanto la voz una vez en público varias veces, y a mí nadie me levanta la voz.

Alzo las cejas y giro mi cabeza para observarla.

-¿Habéis hablado?

Niega.

-No me ha llamado – me cuenta –. Tampoco esperaba llamada suya. Al fin y al cabo no estaríamos juntos para siempre.

***

La Oreja de Van Gogh – Cuéntame al oído suena en mis auriculares cuando salgo de los vestuarios tras haberme cambiado. Con una bolsa de deporte sobre mi hombro, mi móvil en mi mano izquierda y mi vista posada en él, no me percato de que me choco con alguien. Cuando me doy cuenta, quito uno de mis auriculares y observo a Arthur, el cual me pide con la mirada perdón.

-Lo siento – me disculpo para colocarme de nuevo el auricular y seguir con mi camino.

Llego a mi habitación y me encuentro a Ria sentada en la cama con un bonito vestido granate, una chupa de cuero y botines marrones con su pelo alisado y trenzado.

-¿Y eso que vas tan guapa? – pregunto curiosa, dejando mi bolsa en la entrada cuando sus ojos se posan sobre los míos.

-¡Tengo una cita!

Alzo las cejas sorprendida y aplaudo de la alegría.

-¡Qué bien! ¿No?

-Sí – asiente ella entusiasmada –. Lo que no sé si voy bien...

La observo y asiento con un sonrisa.

-¿Enserio? ¡Pero si vas perfecta!

Ella resopla.

-Menos mal...

-¿Y con quién es esa cita? – curioseo a la vez que tomamos asiento en mi cama.

Ria sonríe algo avergonzada para después posar su mirada en sus piernas algo regordetas y después en mí, que espero pacientemente la respuesta.

-Hemos estado hablando durante todo este curso pero él no se atrevía a quedar conmigo hasta ahora.

Hugo, te quiero. [Parte 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora