»Capítulo 8.

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Raven

Papá saca unos billetes de su billetera y se los entrega al plomero que acaba de arreglar el...problema en el baño.

—Gracias. —murmura entre dientes, debe ser por el precio.

¡Lado positivo! ¡Primera experiencia monetaria en california!

Preparada para subir a mi habitación, mi madre me agarra del hombro.

—Raven, creo que es el momento de que hables con tu hermana. —me dice.

—Mujer, tuviste 6 hijas sin contarme, y teniendo en cuenta que Lou no habla y Audrey no está quedan 4, ¿podrías ser más específica? —pido.

—Summer. —suspira rodando los ojos.

—¿Que? ¡No tengo nada que hablar con ella! —digo rápido.—Creo que te confundiste de hija, Noah si tiene cosas que hablar. —agrego mandando al frente a mi hermana, lista para irme.

—Sabes a lo que me refiero, Raven. —dice suspirando y mirándome a los ojos.

Gruño para mis adentros, hago una mueca y me suelto de su agarre.

—Y de paso podrían ir al supermercado, así mañana hacemos la parrillada de bienvenida.

—No, eso si que no. Me pierdo hasta para ir al baño, imagínate para ir al supermercado en una ciudad nueva. —exclamo. Me parece que esto siempre fue un plan para hacerme ir al supermercado.

—Hija, tenes tu celular, podes buscarlo en un gps o algo así. —me dice.—Ahora vayan. —dice entregándome algo de dinero y una lista de compras, para luego empujarme fuera de la casa.

¡Ni siquiera me dejó agarrar mi celular!

Gruño y al girar mi vista, veo a Summer.

Escucho la puerta detrás mío y noto que va en serio.

—Perdón por haber dicho que eras inmadura, de verdad. —suelta rápidamente mi hermana.

—Es la verdad, pero está bien. Deberías disculparte con las chicas, de verdad sos su ejemplo a seguir. —digo mientras ambas comenzamos a caminar bajo las direcciones de mi hermana.

—¿Es chiste, no? —pregunta y yo frunzo el ceño.—Ellas te adoran, te idolatran, y a mi... —su tono cambia a uno más bajo.—Siento que quisieran que no fuera su hermana... —murmura con la cabeza baja.

—No digas eso, ellas también te aman, pero deberías hacer más cosas con ellas, como...no se...¿hablarles? —propongo haciendo una mueca.

Ella ríe y mira el mapa.

(...)

—Nos pasamos una cuadra...—murmura.

Gruño y pego la vuelta.

—Como te decía, podrías organizar algo con ellas, ir a algún lado. —digo.

—Supongo. Ey, ¿soy la única de las dos que piensa que esta ciudad es aburrida? —pregunta frunciendo el ceño.

—No, yo también lo creo. —respondo.—Supongo que tenemos que esperar, dicen que hay muchos conciertos y eventos así en California. —la animo con los ojos iluminados.

—¿Seguis esperando poder conocer alguno de esos chicos que hacen videos? —suspira cansada.—Eso es casi imposib-

—Fe, confianza y polvo de hadas. —la interrumpo poniendo un dedo en sus labios.

—Y droga. —agrega.—Llegamos.

Elevo la vista para encontrarme con un enorme supermercado.

Numerosos VecinosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora