»Capítulo 27.

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Raven

—¿Quién tiene mis zapatillas negras?—grito esperando que Noah o Summer me respondan.

—¡Yo! —grita la segunda.—Pero las voy a usar, así que vas a tener que usar otra cosa. —agrega rápidamente.

Pobres vecinos, se tienen que aguantar nuestros gritos diariamente.
Obviamente no hablo de los Gillmore, ellos se merecen tener que aguantarnos.

—Maldita. —murmuro entre dientes.

—¡Summer! ¿No entendes que tiene otra cita con Dylan? ¡Dale sus zapatillas! —grita Noah desde el sillón en primer piso, asegurándose de que todos los vecinos sepan que me voy a una cita, mientras que juega algún juego de zombies en la PlayStation

—¿¡Cita!? —exclama mi hermana menor mayor mientras asoma su cabeza por mi puerta.—¿Porque Noah sabe y yo no?

—Porque ella estaba ayer cuando Dylan me escribió, si vos no te durmieras tan temprano lo sabrías.

Ella frunce el ceño.

—Me dormí a las 3am. ¿A que hora llegaste?

—Cerca de las 4:30. —respondo.—Creo.

—¿Que mierda estabas haciendo con Theo que tardaste tanto? —me pregunta sospechosa.

—Larga historia. ¿Me vas a dar mis zapatillas?

—Um...no. Yo voy a elegir tu atuendo. ¿A donde van?

—Creo que mencionó el parque de diversiones que se encuentra en el muelle. —respondo luego de pensarlo un poco, de verdad pienso que algo anda mal con mi memoria.

—Cliché. Va por lo seguro. En lo personal, yo prefiero a Theo, pero cada uno con sus gustos. —ruedo mis ojos—Déjame ver.

Se pone a revisar mi clóset sin esperar una respuesta.

Luego de unos diez minutos de criticar mi ropa, finalmente saca unos jeans rasgados, un top negro, un saco gris y negro largo hasta las rodillas y unos zapatos negros.

Luego saca una cartera negra y me la entrega, meto lo mismo de siempre.

—Estas lista para salir. —me autoriza.

—Pueden ir planeando una broma para cuando vuelva, espérenme y las ayudo. —propongo

—Le digo a las chicas. —asiente y me acompaña hasta la puerta

Miro mi reloj y espero unos segundos a que mi cerebro procese la posición de las agujas para entender que hora es.

¡Genial! La primera vez que voy por mi cuenta a una cita con Dylan y ya estoy llegando tarde.

—¡Chau y gracias! —exclamo mientras corro escaleras abajo intentando no caerme.

Agarro las llaves que se encuentran colgadas al lado de la puerta y me despido de Noah, las gemelas y mis padres que se encuentran revisando un álbum familiar mientras papá intenta convencer a Lou de que diga "Papá es el mejor"

Recibo un saludo por parte de todos y me acerco al auto.

Noto que el cielo tiene nubes grises, supongo que no es el mejor de los días en California.

Entro al auto y lo enciendo; la radio se prende automáticamente y una canción triste suena en la radio.

Parece que la radio y el día se pusieron de acuerdo para querer lograr que me quede en casa comiendo helado y burlándome de los intentos fallidos de papá para que la menor de todas mis hermanas hable.

Pero no, decido ir con Dylan a pasar un buen rato.

Manejo hasta el muelle siguiendo las direcciones de mi celular y me estaciono en el lugar indicado, apago el auto y retiro la llave.

Me bajo para encontrarme con Dylan sentado en un palo de madera puesto para que los autos no avancen sobre el muelle.

Me acerco y sonríe para luego sacar un ramo de flores rojas de su espalda.

Una sonrisa se forma en mis labios y me acerco para abrazarlo, entonces él hace lo mismo.

Sus brazos se ajustan a mi alrededor y dejo de sentir el frío que provoca el viento contra mi piel, siendo reemplazado por pequeñas gotitas.

Me separo y miro hacia arriba; las nubes que antes eran de un gris claro ahora se encuentran mucho mas oscuras.

Amo la lluvia.

—Siempre quise un beso bajo la lluvia.. —río al pensar en la estupidez que acabo de decir.

—Concedido. —dice tranquilamente y lleva su mano a mi mejilla, para luego acercarse y plantar un pequeño beso en mis labios.

Mi cara toma un color rosado y trato de cambiar de tema, no me acostumbro a los besos tan repentinos.

—¿Porque no hay nadie en el muelle?

Buena idea Raven, pregunta porque no hay nadie caminando abajo de la lluvia.

—Aparentemente todos sabían que se acercaba una tormenta y decidieron que no era el día perfecto para salir. —se encoge de hombros.—¿Como estás?

—Bien, ¿vos?

—Igual. —responde y se levanta de su lugar.—El parque no abre cuando llueve, me acabo de acordar. —habla haciendo una mueca

—No es problema. —le resto importancia.

—Podemos solo...estar juntos. Sin hacer nada en especial. —propone y asiento sin dudarlo, esos planes son de los mejores.

—Primero voy a dejar las flores en mi auto, esperame un segundo. —me acerco corriendo, destrabo la puerta, dejo las flores y cierro una vez más. —¿Vamos? —pregunto, él asiente con una sonrisa y estira su mano para alcanzar la mía.
Al hacerlo, entrelaza nuestros dedos.

Sonrío como una tonta al sentir el calor en mi mano y ambos comenzamos a caminar hacia la orilla, así que decido arremangar mis jeans y sacarme los zapatos así ninguno de los dos se arruina.
Dylan hace lo mismo.

(...)

Para la hora en la que llegamos de vuelta al muelle, el día ya se aclaró y se puede admirar un atardecer rosado en el horizonte; las nubes que antes eran gris oscuro se fueron dando lugar a unas nuevas nubes: blancas con destellos rosados y naranjas.

—Es hermoso. —murmuro sin alejar la vista de el cielo.

—Vos sos hermosa, Raven Mercer. —dice repentinamente y me giro a mirarlo sorprendida pero con una incontrolable sonrisa en mis labios.

—Yo..Em.. —Genial, vuelven los tartamudeos.

—Sh. —lleva su dedo índice a sus labios con una sonrisa y luego planta otro beso en los míos, provocando que descargas eléctricas viajen por mi cuerpo.—Te quiero.

Estoy sorprendida al escuchar esas dos palabras juntas. Nunca escuché a alguien decirme eso en este contexto. No sé como reaccionar.

Finalmente reúno todo mi coraje y logro responder dos simples palabras:

—Yo también.

Numerosos VecinosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora