»Capítulo 9.

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Raven

Papá grita que la comida está casi lista y que vayamos a poner la mesa, por lo que me levanto de mi cama con toda la energía y felicidad posibles, pero mi pie se engancha en el acolchado y mi cara termina admirando el piso.

De cerca.

Siento mi nariz sangrar y me levanto rápidamente al baño, para ponerme algo, un algodón, papel higiénico o algo.

Al no encontrar nada, suspiro y paso mi mirada por el baño, repasando las posibilidades.

Diviso una pequeña caja, pero descarto las posibilidades tan rápido como aparecen en mi mente.

Luego vuelvo a pensarlo y me doy cuenta de que no tengo otra opción.

(...)

Bajo las escaleras corriendo con una gran sonrisa, lista para comer.

Entro en la cocina y comienzo a tararear una canción mientras abro la alacena y saco la caja de cereales, luego la heladera, pero esta vez saco la leche.

—Buenos dí- ¿Eso un tampón? —pregunta Summer señalando el extremo blanco con un pequeño hilo que sobresale de mi nariz con el ceño fruncido

Me encojo de hombros y asiento.

—Decidí ampliar mis posibilidades.

—¿Te quedaste sin algodón? —pregunta suspirando y asiento.
Luego ella se sirve cereales también, ya acostumbrada a mis estupideces.

Asiento y sigo con lo mío.

Tarareo con la boca llena hasta que me veo interrumpida.

—¡Chicas! ¿Ya está puesta la mesa? —se escucha a papá gritar desde afuera, trago la cucharada de cereales que se encuentra en mi boca.

Summer y yo giramos nuestras cabezas en sincronía, ya sabemos lo que pasó la última vez que se comieron cereales antes de una comida.

—Demonios.. —murmuro mientras abro una de las puertas de abajo y diviso el tacho de basura.

Rápidamente tiro todo el contenido de mi bowl ahí, y Summer hace lo mismo.

Me siento mal por la comida gastada, pero honestamente no quiero ser la que se meta en problemas por eso.

Empezamos a correr de un lado a otro una y otra vez  aún sin poder ubicar bien las cosas luego de la mudanza, llevando cubiertos, vasos, platos, servilletas y bebidas (junto con algunos aderezos).

Salgo corriendo al patio y veo la fórmula para el desastre;

Las gemelas corren para todos lados cantando "Noah y James, Noah y James" mientras Abbey hace muecas de disgusto y Cassidy simula que sus manos son dos personas besándose, luego noto el pequeño aparato con pantalla brillante en las manos de la primera mencionada y a Noah corriendo detrás de ellas como un toro enojado.

Decido sentarme en el piso y observar como todo sucede en cámara lenta;

Abbey pierde el equilibrio por unos segundos, dándole el tiempo justo a Noah para abalanzarse y agarrar su remera.
Al ver que no tiene otra opción, la gemela tira el celular por los aires y se lo pasa a Cass, que comienza a correr sin mirar hacia adelante.
Adelante, efectivamente, se chocó con papá.
No se si por karma o por mala suerte, el bistec que papá tenía clavado en uno de esos tenedores grandes para asados sale volando, pasa la reja rodeada de arbustos que separa nuestra casa con la de los nuevos vecinos, y cae del otro lado. 

Un silencio se forma por unos cortos segundos, en los que toda la familia (menos Audrey) se queda recapacitando en como es que un pedazo de carne termino en el patio de los vecinos.
No mucho después este silencio se ve interrumpido por un desgarrador grito (y varios cortos más) seguido de carcajadas del otro lado de la cerca.

Exploto en carcajadas sin poder pararlo y en pocos segundos Summer y las gemelas se unen, hasta Lou deja sueltas unas cuantas risitas tiernas de bebé, sorprendida por la situación. Aunque Noah está muy ocupada observando su celular con la mirada perdida y los ojos cristalizados, está completamente roto; debió haber salido volando de las manos de Cassidy en el impacto.

Escucho pasos alejarse hacia el frente de ambas casas desde otro lado del alambrado y luego suena el timbre adentro.

Me levanto, sacudo la tierra de mis pantalones y me dirijo a la puerta.
Mientras la abro, empiezo a dar mi usual discurso en respuesta a problemas.

—Lamentamos las molestias, es que somos demasiadas y siempre pasan acci... —Cuando abro completamente la puerta me encuentro con un dios griego en la entrada de mi casa nueva. —...dentes.–termino, medio embobada.

Pelo castaño desacomodado, ojos azules, rostro pálido con lunares que lo adornan y lo hacen ver un poco tierno y es alto. Tiene puestos unos Jeans, una remera roja con el logo de alguna marca desconocida para mí. y una campera azul básica. Un outfit muy lindo.

Noto su postura, algo arrogante y se lo nota molesto, pero luego pasa a verse curioso.

—¿Eso es un tampón? —pregunta señalando mi nariz con el ceño fruncido

Mis ojos se abren como platos, y siento el calor subir a mi cara hasta ponerla roja, ¡que vergüenza!

—Em...

Mi mente bloqueada reacciona y aleja mi cuerpo unos centímetros, para luego cerrarle la puerta en la cara.

Pero que inteligencia, Raven.

Corro al baño, me saco el tampón de la nariz y lo tiro, me lavo la cara, y corro a la puerta otra vez.

Cuando llego y la abro, sorprendentemente el sigue ahí parado.

—Eh...es difícil de explicar. —digo en voz baja.—Sobre lo de la carne... —empiezo, pero el me interrumpe con una sonrisa y luego habla.

—Tranquila, ya está arreglado.

Frunzo el ceño y varios chicos salen de los arbustos, sosteniendo un balde verde que se ve muy pesado.

Qué raro. ¿Quienes son? ¿Nos están robando tierra? ¿Por que estarían viniendo hacia mi si se hubieran robado tierra?

Segundos más tarde, siento litros y litros de una mezcla verde pegajosa caer sobre mí. Pestañeo un par de veces intentando procesar la situación.

¿Qué?
¿Alguien se atreve a hacerme una broma a , Raven Mercer?

—¡PUAJ! —digo limpiando esta cosa líquida, verde y asquerosa de mi cara con mi mano aún más sucia. —¿Qué les pasa? —pregunto asqueada, esto huele a mierda.

No literalmente, pero si huele asqueroso.

—Nadie se mete con los Gillmore. —habla mirándome desde arriba, con sus centímetros extra de dios griego diabólico.

Por que sí, es un poco más alto que yo.

—¡Pero que cliché! ¡Fue un pedazo de carne! ¡Ni siquiera fue a propósito! —me quejo con molestia.—Dios... —murmuro más para mí que para él.

—Vos te lo buscaste. Lo que digo va enserio, no te metas con nuestra familia a menos que quieras desatar una guerra de bromas...—bla bla bla.

Su actitud me está hartando.

Saco un poco de mezcla de mi remera con mis manos mientras asiento con la cabeza, para después poner mis manos directo en su cara; por fin consiguiendo la expresión de asco que tanto esperaba.

—Bienvenido seas, moco.

Numerosos VecinosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora