»Capítulo 43.

3.1K 333 100
                                    

Raven

Mi mente está hecha un remolino de pensamientos y emociones;
¡Theo Gillmore y yo nos dimos un beso!

No pensé que esto fuera a pasar, pero no me arrepiento para nada.
Es más, lo repetiría... Pero ese no es el punto.

No sé que sigue ahora ni que vamos a hacer, no sé nada. Y eso me confunde.

La verdad todavía estoy metiéndome en la cabeza el hecho de que mi vecino molesto, con quien estoy en el medio de una guerra de bromas, me acaba de dar un beso hace unos minutos. ¡Y admitió que lo estaba esperando hace un tiempo! Y encima a mí me gustó.

Mi vida no está yendo como planeé, para nada, pero no me molesta en lo más mínimo.

¡A la mierda la regla 7!

Siento su mano agarrar la mía una vez más, sacándome de mis pensamientos.

—No quise asustarte con eso. —ríe leve y yo niego.

—No me asustaste, estaba pensando. —respondo y él asiente, comprendiendo.

—Me había olvidado de cuanto te costaba pensar. —bromea y golpeo su hombro suavemente.

—Yo me había olvidado de que por momentos sos la persona mas irritante que existe en el planeta. —él sonríe de forma angelical y ruedo mis ojos, para terminar sonriendo junto con él.

Un bostezo se escapa de mis labios y me obliga a recordar que mi cuerpo no está acostumbrado a que me duerma tarde.

Al abrir mis ojos y dejar de tapar mi boca con mi mano, me encuentro a Theo mirándome con una expresión rara.

—¿Qué? —entrecierro mis ojos.—No te rías de mí.

—No me estaba riendo, es que te viste muy tierna haciendo eso. —me sonrojo levemente por sus palabras y él me atrae a su pecho con rapidez, atrapándome en otro abrazo.—Que tierna sos, no sé como me costó tanto darme cuenta.

—Estabas muy ocupado llenándome de harina y huevo. —gruño y cierro mis ojos, acomodándome en su pecho.

El castaño ríe y apoya su mentón sobre mi cabeza, recordándome lo baja que soy comparada a él.

—¿Vas a irte a dormir? —pregunta y yo suspiro levemente mientras me encojo de hombros.

—La verdad no tengo ganas de ir a casa, y no me quiero dormir todavía. —respondo y él ríe unos segundos.

—Ni siquiera podes hablar normal, estas arrastrando las palabras. —dice negando y me separa de su pecho.—Vamos, te acompaño. —susurra en mi oído y lo miro haciendo un puchero. No sé como vivía sin el contacto físico, pero ahora no quiero que me suelte ni por un segundo.

Al ver que no logro convencerlo de quedarnos con mi bello puchero, suspiro y empiezo a caminar, arrastrando mis pies.

Él agarra mi mano y entrelaza nuestros dedos, caminando a mi lado.
Acaricio sus dedos mientras camino y lo veo sonreír con mi visión periférica, causando que yo haga lo mismo.

Nos adentramos en la casa y me veo aturdida por todas las personas que se encuentran bailando y cantando, y el repentino aumento en el volumen de la música.

Numerosos VecinosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora