»Capítulo 14.

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Raven

Joy se recuesta a mi lado en la arena con la lengua afuera mientras jadea, cansada después de correr por más de diez minutos en las olas.

—¿Es tu perro? —pregunta Dylan sentado a mi otro lado sobre la toalla que usamos para no mojarnos y después señala vagamente a mi hermosa bebé.

—Perra. —corrijo y él frunce el ceño.

—¡Hey! ¿Que te hice?

—Ah no, yo no... —me veo interrumpida por la risa del castaño

—Lo sé. Era una broma. –dice mientras hace una seña con la mano.—Sos muy crédula, ¿sabías? —pregunta mientras gira su cabeza levemente hacia la izquierda.

—Si, me lo dicen seguido. Más que nada mis padres. —respondo mientras me encojo de hombros.

Me muevo en mi lugar para tratar de que mi short no se moje tanto, pero no lo logro. Ya está empapado.

—¿Es la primera vez que venís a California? —pregunta.— Me olvidé de preguntar eso en el avión.

—Sip. Me mudé hace unas semanas.

—Eso lo sé, me dijiste en el avión. —me recuerda y yo golpeo mi frente mentalmente

A veces tengo memoria de pez.

—Ah. Cierto. Bueno, contame de tu abuela, ¿Como está? —soy un asco para sacar temas de conversación.

—Bien, bien. Sigue amando los mariachis, aunque ahora agregó el folklore a su lista de los estilos de música que le gustan. Dice que le gusta porque cuenta historias.

Suelto una risa y él asegura que es verdad.

Su celular comienza a sonar con un incesante tono de llamada y cuando finalmente atiende, puedo escuchar claramente su conversación debido a los gritos:

"–¿YA ESTOY LLAMANDO? MILLIE, ¿COMO SE SI YA ESTOY LLAMANDO? —escucho a una señora gritar, y algo me hace pensar que ya la conozco.–Ya estás hablando con él.. y deja de gritar, por dios. Me vas a dejar sorda.–se escucha una voz más joven responder, Millie supongo.

—Hola abu. ¿Que pasa? —pregunta mi acompañante conteniendo una carcajada mientras juguetea con la arena con la mano que no tiene el celular.

—¿Recordas donde está el control remoto de la TV? No lo encuentro.

—No. Sos la única que lo usa. —le recuerda y yo contengo una carcajada.

—Cierto. En ese caso, necesito que vengas a ayudarme a buscarlo. —finaliza, hasta que la otra voz se mete de nuevo.—Ma, déjalo salir aunque sea un rato, siempre está acá ayudando en la casa.

—No pasa nada, estoy en camino. —suspira y revuelve su cabello con frustración después de sacudir la arena de sus manos

—¿Seguro? —pregunta la voz joven

—Si, no hay problema. Adiós.—"responde y luego finaliza la llamada

Numerosos VecinosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora