»Capítulo 28.

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Raven

Hoy es el día de la fiesta, y a decir verdad la semana anterior se me pasó muy lenta, ya que nada realmente importante ocurrió.
No me malentiendan, las bromas contra los Gillmore siguieron: pusimos polvo pica pica en las manijas de sus puertas y ellos pusieron arañas falsas en la entrada de casa.

Ahora mismo me encuentro hablando con Sydney para que me ayude a elegir la ropa que voy a usar hoy.

—Así que...queres ponerte algo rojo.

—Así es. —respondo y vuelvo a recordar los últimos minutos que pasé con Dylan cuando estaba por irme.

[flashback]

—Bueno, supongo que es hora de que me vaya. —hablo señalando a mi auto.

—Un beso de despedida. —pide mientras hace puchero.

Ruedo los ojos con una sonrisa y dejo un beso en sus labios antes de subirme al auto y cerrar la puerta, pero se apoya en la ventanilla.

—Entonces...¿Paso a buscarte?

Obvio, te espero. —él asiente satisfecho y se aleja del auto, luego me saluda sacudiendo su mano.

[fin del flashback]

—¿Y tienes algún conjunto en mente? —sus palabras me traen de nuevo a la realidad.

—Absolutamente nada. —admito algo avergonzada

—En ese caso, por favor saca el vestido rojo que usaste para el cumpleaños de Bill y da unas cuantas vueltas delante de la cámara.

Recuerdo ese vestido, fuimos a comprarlo juntas para el cumpleaños de su hermano.

Hago lo que dice y me lo pongo, para luego dar unas vueltas en mi lugar.

—Genial, me encanta, te vas a poner eso. Voy a cambiar de tema un segundo: después de insistirle a mis padres por años, finalmente los convencí; ¡Me dejaron ir a visitarte!

—¿De verdad? —pregunto emocionada y olvidando la fiesta por unos segundos.

—¡Si!

—¿Por qué no empezaste contándome eso? Es mil veces más importante que la fiesta.

–¡ME HABÍA OLVIDADO! Por cierto, me dejaron ir cuando a vos te venga bien, no quiero ser una moleztia.

—Nunca vas a ser una molestia, sos mi mejor amiga.

—Como vis digas. —dice y mira su celular. —¡Raven! —exclama. —¡Son las 11, tenes que orepararte!

Ay dios, es cierto.

—Cierto, cierto, cierto. Te llamo mañana, ¿okey? Así arreglamos que día podes venir.

Corto la llamada sin esperar una respuesta (que sería positiva) y saco el maquillaje de mi cajón.

—Hola, viejos enemigos. —susurro para luego agarrar los distintos envases y aplicarlos con cuidado sobre mi cara.

Numerosos VecinosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora