»Epílogo.

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Raven

El tiempo pasó desde nuestra primera broma hacia Max, logrando que se desate toda una nueva guerra. A partir de ese día, los Gillmore y las Mercer nos aliamos, algo que nadie en ninguna de nuestras dos alocadas casas creía posible.
Todo sea por el bien común, ¿no?

Tengo que darle crédito a nuestro nuevo vecino; sus bromas son buenas.
¿Tanto como las nuestras? Ni cerca, pero intenta.

Mi verano resultó ser mucho más interesante de lo que creí que iba a ser, la verdad.

Ahora mismo, me encuentro preparándome para salir con Theo, hábito que se ha hecho muy común entre nosotros.
Se podría decir que nuestra relación avanzó ya que, aunque no sea oficial, ambos actuamos como la palabra que empieza con N. La que sigue con O, después con V, después con I, y-

—¡Theo te espera, Raven! —me gritan desde abajo. Le sonrío a mi reflejo en el espejo por unos cortos segundos mientras analizo que todo esté en orden.

Agarro mi celular y me giro para salir de mi habitación a toda velocidad. Al llegar a las escaleras, cuido mi paso para asegurarme de no caer pero aún así bajo a ritmo rápido.

Diviso a Summer en la puerta y a Theo del otro lado del umbral mientras me acerco a ellos.

—Al fin. —resopla mi hermana y yo ruedo mis ojos con una pequeña sonrisa mientras me acerco al chico.

—Nos vemos, Winter. —la saludo con la mano y el castaño imita mi acto, para luego tomar mi mano y empezar a caminar a su auto.

—Hoy es un día especial, ¿sabías? —habla cuando nos encontramos lo suficientemente lejos de mi puerta.

—¿Si? ¿Por qué? —pregunto con curiosidad y puedo ver que contiene una risa.

—Porque hoy también voy a dejar que te sientes en el asiento del copiloto. —ríe y ruedo mis ojos con una sonrisa.

Siempre que me pasa a buscar dice lo mismo, pero nunca me hizo ir atrás.

—Idiota, pensé que iba a ser algo más importante.

—¿Ah, sí? ¿Te queres sentar atrás? —pregunta alzando una ceja mientras deja de caminar justo antes de abrirme la puerta del auto.

—No, no. —río negando y él prosigue a abrir la puerta con una sonrisa.

—Eso pensé.

[...]

Para esta cita, Theo había decidido traerme al famoso cartel de Hollywood, por lo que trajo un mantel y una canasta para hacer un picnic.
Cuando terminamos de comer, decidimos sentarnos a admirar la vista y disfrutar del momento.

Me encontraba sentada a su lado, apoyada en su hombro cuando se aclaró la garganta para hablar. Mi instinto fue separarme con suavidad y observarlo, notando que quería decir algo.
Procedí a acomodarme en mi lugar y esperar a que decida empezar a hablar.

—Rae, estuve pensando... —empieza a decir con algo de inquietud en su voz, mientras pasa sus dedos por su cabello. Siempre que tiene algo importante para decir empieza con esas dos palabras.— Me gusta lo que tenemos, lo que somos.. —continúa sin dejar de estar nervioso.— Pero me gustaría más hacerlo oficial. —agrega, provocando que los latidos de mi corazón se aceleren considerablemente.

Asiento levemente sin dejar de mirar sus ojos y él busca mi mano con la suya, entrelazando nuestros dedos al encontrarla.

—Rae, ¿querés ser mi novia?

Tardo unos cortos segundos en reaccionar, pero cuando lo hago asiento muchas veces y suelto su mano para rodear su cuello con mis brazos en un abrazo.

—Obvio que sí, Theo. —respondo mientras dejo pequeños besos que derraman felicidad por su cara y él sonríe de manera amplia, abrazando mi cintura mientras se recuesta sobre la manta del picnic conmigo encima suyo.—Estuve esperando mucho este momento. —le digo, mirándolo con nuestras caras separadas por apenas unos centímetros.

—¿Y yo? Puf. —responde negando sin dejar de sonreír.—Te hiciste esperar, chica tampón.

—Realmente tenes que pensar un apodo mejor. —ruedo mis ojos y después sigo depositando besos, ahora en sus labios.
No puedo dejar de sonreír, creo que necesito ayuda.

Y pensar que todo esto empezó por un simple bistec volador.

Numerosos VecinosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora