»Capítulo 16.

8.8K 870 214
                                    

(Feliz Halloween atrasado! Espero que la hayan pasado bien y hayan conseguido muchos caramelos 🎃🍬. En mi país solo algunas personas lo festejan. Argentina de mierda.)

Raven

Mis ojos pestañean repetidas veces y abro mi ojos para encontrarme un techo completamente blanco sobre mí.

Siento un leve dolor en la parte delantera de mi cabeza e instintivamente dirijo mi mano a ese lugar, me arrepiento unos segundos después; duele.

Bien pensado, idiota. Toquemos la herida.

Me quejo con un sonido extraño y bajo mi vista para analizar la habitación en la que me encuentro; definitivamente es un hospital, los pequeños cables con suero y las sabanas con puntos azules lo delatan.

Esto me parece una exageración, solo me golpee la cabeza contra un mueble y me desmayé; no hacía falta venir a un hospital.

Mi madre entra frotando sus sienes y exhalando exageradamente.

—Tenemos que dejar de frecuentar los hospitales tanto, Raven. No puedes ponerte feliz, caerte y golpearte la cabeza cada vez que pasa algo bueno.

—Perdón por ser una persona de naturaleza feliz. —respondo con falso mal humor.

—Sabes a lo que me refiero.

—¿Y las chicas? —pregunto pasando de tema.

—Se quedaron por la primera hora, después tu hermana mayor las llevó a comer pizza y a dormir.

¿A dormir?

—¿Qué? ¿Que hora es?

—Oh, no es muy tarde. Solo las dos de las mañana. —responde de manera sarcástica

—¡¿Estuve cinco horas inconsciente?!

Wow, el récord de tres horas ha sido superado.

Recuerdo aquella vez perfectamente; estaba haciendo mi propia coreo para la macarena cuando me patiné y me caí...en el baño. Y antes de que lo piensen, no, no estaba desnuda, ya tenía la ropa interior y una remera larga puesta. Eso hubiera sido lo más vergonzoso de mi carrera.

—Sip. ¿Te sentis bien para irnos? Tengo algo que contarte. —pregunta emocionada.

Eso nunca es bueno, la mujer está loca y sus ideas son -generalmente- malas.

—Eh, sí. Vamos. —respondo mientras pienso en que podría tener para decirme y me bajo de la camilla.

Salimos y una enfermera nos espera afuera para darme el alta.

—Hola, quería preguntar si me podrían entregar una bata, tengo una colección y esta vez no me dieron una.

—Eh, yo-

—Ignórela, se golpeó muy fuerte en la cabeza unas horas atrás. ¡Que tenga un buen día! —la interrumpe mi madre.

—Buenas noches. —le entrega el alta a mi madre y se retira con una expresión confundida.

Ambas salimos caminando rápidamente hacia el estacionamiento y yo frunzo mi ceño mientras la miro. ¿Vale la pena decir algo?

Si.

—¡Exploré el mundo de los hospitales californianos pero no me pude llevar una bata de recuerdo! Nunca va a formar parte de mi colección. ¿Que hago ahora?

Numerosos VecinosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora