»Capítulo 10.

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Raven

Fue un verdadero desafío quitar esa baba verde de mi pelo, pero si tengo que decir la verdad, el verdadero desfío fue convencer a las gemelas de que no saltaran el alambrado y le llenaran el patio de hormigas rojas a modo de venganza.

Y no, no sé de donde las sacaron.

Hablando de las gemelas, tengo una propuesta que hacerles.

Ahora que lo pienso, nunca entré a la habitación de las gemelas después de aquella vez que me secuestraron y encerraron en su guardarropa por un día entero...malos momentos.

Lo peor es que si lo pienso hubieron muchísimas mas oportunidades en las que me ataron y me encerraron en distintos lugares. Uno pensaría que me lo empezaría a esperar, pero no.

Me dirijo a su habitación, y me paro frente a la puerta recientemente pintada de verde militar.

No importa.
Seguro no pase de nuevo ahora.
¿No?

Golpeo y espero, unos segundo después escucho pasos y la puerta se abre unos centímetros.

Para este momento, ya me estaba arrepintiendo de mi decisión de acudir a ellas.

—¿Que necesitas? —se escucha una voz seria preguntar. Veo que van directo al punto.

Frunzo el ceño y suspiro.

—Entrar. —respondo entre dientes.

—¿Contraseña?

Mierda.

—¿Es en serio? —pregunto irritada, pero no obtengo respuesta.—Agh. ¿Ponis? —silencio.—¿Princesas?—silencio.—¿Rosa? —más silencio.

[10 minutos después]

Golpeo mi cabeza contra la pared y pienso en alguna palabra. No sé por qué lo sigo intentando.

—¿Mariposas? ¿Orugas? —el silencio continúa.—Me rindo. —suspiro y me levanto del suelo, para luego sacudir la basura inexistente que se haya pegado a mis pantalones y comienzo a caminar hacia las escaleras.

Escucho la madera de la puerta rechinar y me giro frunciendo el ceño.

—Pasa.

—¿Es en serio?–pregunto molesta.— ¿La contraseña es "Me rindo"?

¿Ven? Son diabólicas. Y se potencian entre las dos.

—La cantidad de tiempo que tardas en rendirte nos ayuda a medir si lo que necesitas es lo suficientemente importante como para dedicarte nuestro tiempo. No es personal. —explica Cass de las gemelas encogiéndose de hombros.

¿En serio estoy hablando con una nena chiquita?

—Es una buena idea, si lo pensas.—agrega Abby al notar mi silencio.—Para nosotras, obviamente, no para el idiota que se quede adivinando afuera.

—No lo puedo negar.

Me tomó unos segundos después de responder darme cuenta de que mi hermana menor me acababa de decir idiota indirectamente, pero para cuando me di cuenta ya estaba entrando a la habitación.

Al entrar, no era nada parecido a como yo me lo esperaba.

El piso está forrado en pasto sintético que se ve muy real, las paredes son de un verde claro, pero a penas se ven gracias a las plantas falsas y lianas de plástico que se encuentran ahí, que también se ven reales.

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