Capítulo 4

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Alejándose de la puerta, Alfonso tomó el teléfono y marcó un número, apenas conteniendo su ira.

- Esposa Incorporated. Katherine Davenport.

- Maldita sea, Kat, ella es hermosa! - Impresionante, añadió mentalmente, recordando cada curva del cuerpo perfecto, cubierto por el conjunto blanco.

- Él salió de su madriguera el tiempo suficiente para verlo?

- ¿Porque hizo eso? - Alfonso oyó su suspiro.

- Anahi es una de las personas más amables que he conocido. Y yo no lo hice para ti, bebé. Fue Kelly. Anahi ama a los niños y ha trabajado con ellos antes. Tiene todas las cualidades que quería. Es cultivadas, pero no hasta el punto de no ser capaz de comunicarse con un niño. Además, es divertido y creativo. Dale una oportunidad.

- No tengo otra opción. Kelly llega dentro de dos días.

- Se trabajará, Alfonso.

- Encontrar a otra persona inmediatamente. Yo no la quiero aquí. Hubo una pausa en el otro lado, y hablar, la voz de Katherine era frío y cortante:

- Dulce debería haber dicho sobre Kelly, estoy de acuerdo, y si no hubiera jurado que no lo haría, yo hubiera dicho lo mismo. Pero cuando dijo que había dejado porque se había convertido en frío y media, yo no lo podía creer. Ahora veo que tenía razón.

Alfonso se sentía como si ella lo hubiera abofeteado.

- Dulce me dejó porque no podía soportar las consecuencias del accidente. Él quería que fuera la misma que antes y para actuar como antes. Nunca va a pasar. - Tomó una respiración profunda antes de continuar: - Encontrar a otra persona. - Y sin decir adiós, colgó. Sólo para dejarla caer el teléfono se dio cuenta de cómo había mantenido herméticamente.

Dejarse caer en la silla de cuero detrás del escritorio, que le dio la vuelta a la ventana. El sol estaba luchando por salir de entre las nubes, lo que refleja en el arroyo, mientras que Alfonso luchó para alejar los recuerdos dolorosos del accidente. El dolor agudo, Dulce horrorizada reacción cuando tomaron las vendas, la repugnancia que no podía disimular. Siempre imaginó que iba a estar a su lado en cualquier situación, y se sorprendió al ver que se vaya. Debería haber sabido que lo haría cuando se negó a compartir la cama con él, e incluso tocarlo después del accidente. Podía ver el disgusto cada vez que llegar a ella. La noche antes del accidente había sido la última vez que me sentí placer y ternura con una mujer.

Y ahora la mujer que había sido elegido como el estado más hermoso vivía en su casa. No importaba lo que había ocurrido diez años antes. Ella todavía era capaz de detener el tráfico con su belleza.

La golpiza fue tan suave que apenas oyó.

- Alfonso.

El sonido de esa pequeña voz dulce, lo tocó profundamente. Y casi la odiaba por ello.

- Le dije que lo llamaría ...

- Por lo que recuerdo, fui contratado para cuidar de su hija, no usted. Por lo tanto, puede llamar a todo lo que quiera, señor, y ...

- Pague su salario.

- Tu madre no te enseñó que es de mala educación interrumpir ...

- Y usted no aprendió la diplomacia, para trabajar en el Departamento de Estado?

- Sí, pero esto no es un país extranjero, o se puede pedir la inmunidad diplomática ..

La lucha contra el impulso de sonreír, Alfonso puso la cabeza en la silla de cuero.

- ¿Qué es lo qué quieres?

- Oh, llegamos a la etapa de las negociaciones - Anahi se burló. - Ahora, a menos que la montaña de comida en el refrigerador y el congelador es su idea de una dieta equilibrada, la necesidad de planificar el menú.

- Muy bien. Usted puede pedir lo que quiera.

Anahí suspiró. ¡Qué difícil hombre. Ella sacudió la bandeja, lo que hace hermosa tintineo de porcelana.

- ¿Has oído? Son platos. Con la comida - completado.

- Dejar la puerta.

Ella parpadeó.

- ¿Qué?

- Estoy seguro de que escuchó la señorita. Puente. La puerta no es tan gruesa.

- ¿Qué terca - murmuró Anahi.

- Deje que el suelo e ir.

Anahí dejó la bandeja junto a la puerta, y buscar la madera decidió que dejaría, de todos modos.

- Por cierto, tenemos muchos problemas, el Sr. Alfonso.

- Sólo si se rompe las reglas.

- ¿Qué son?

- Recibir órdenes a través de correo electrónico en el ordenador.

- Mi Dios, que impersonal!

- Es la única forma posible - dijo en voz baja, escuchando sus pasos lejos de las escaleras.

Alfonso se frotó la frente, punta de los dedos que tocan las cicatrices, y juró, de pie y empezar a caminar de un lado a otro. Apretando los dientes, se preguntó cómo iba a sobrevivir con esa hermosa mujer que camina alrededor de la casa.

El Bello y la Bestia •AyA• (Versión en español)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora