Capítulo 31

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- Gracias - murmuró ella, movido por esas palabras.

- Por lo tanto, la reina de belleza, que era el talento que mostró en las competiciones?

No importa rió la forma en la llama.

- No, no lo era.

- Y no me diga lo que no lo era? - Causado Alfonso.

Ella sacudió la cabeza, negando, y continuó:

- Me gustan los retos. - Y después de una pausa, dijo en voz baja: - Su perfume es buena.

- Es demasiado - susurró ella, pero cuando volvió la cara a toda prisa hacia la ventana.

Alfonso dio un paso atrás, las manos apoyadas en el yunque de la ventana alta. La luz de la luna brillaba en el pelo oscuro, y de nuevo Anahi se sorprendió al ver cómo era alto y fuerte. Debería haber más de un metro noventa y anchos hombros bloquea toda la luz.

- Ya casi un gigante, Alfonso.

Se rió, pero el sonido parecía extraño en la oscuridad de la noche.

- ¿Tiene miedo de mí?

- ¿No ves cómo estoy temblando? Ya sabes, no sería tan misterioso a la gente de la ciudad no ocultarlos.

- Asimismo, no se acercan.

- No es de extrañar. Con la pared alrededor del castillo y todo el bosque de robles alrededor de la propiedad ... Francamente, Alfonso, ¿por qué no plantar flores? Los viejos árboles son hermosas, pero son algo turbio en la oscuridad y ...

- Anahi ...

- ¿Sí?

- Me estoy desviando. - Él bajó los brazos y se volvió, frente a ella, de espaldas a la ventana. Su corazón latía Anahi despedido.

Pude ver su rostro. El derecho, sin cicatrices, y era muy hermosa, con el pelo un poco largo, hasta el cuello de la camisa blanca inmaculada. Como siempre, llevaba pantalones de jersey blanco y negro.

- Usted incluso cortar el pelo?

Se pasó los dedos por sus hilos oscuros y se rió en voz baja.

- Creo que se puede decir, incluso en la oscuridad.

- ¿Puedo cortar si lo desea. Yo solía cortar el pelo de mis hermanos y hermanas.

- No gracias. Nadie lo ve.

- Esa no es la cuestión. - Anahi se levantó. - Ya ves ... Alfonso - Se detuvo.

- ¿Que pasó?

- No podemos seguir así. Escondido en las sombras no es bueno para ninguno de nosotros.

- Es su opinión.

- ¿Qué se obtiene?

- Mi privacidad, mi dignidad. Mi amor mismo.

Ella sacudió la cabeza.

- No es verdad. Sólo mantiene vivas las heridas que causó. No todo el mundo es tan Dulce.

- Tiempo desde que he recibido más de lo que le ocurrió.

- Creo. Pero dejó una huella profunda y no me gusta nada.

- Qué pena -, espetó.

Anahí sintió que sus defensas subiendo como una ola gigante.

- ¿Es así? Él planea permanecer oculto hasta que se conviertan en una fiera?

- No forzar la situación. Usted sabe que no es así.

- Ahora Herrera, detenerlo. Yo sé que usted no es como parece. - Dio un paso adelante. - Déjame verlo.

- No.

- Usted me dio el regalo más precioso que he recibido en mi vida - dijo, señalando la pintura, lienzo y los pinceles. - ¿Me has visto como yo. No es la belleza que ganó las competiciones. Pero no te voy a dar nada.

Él sabía lo que ofreció Anahi. Fue una promesa de no rechazarla, no rechazado. Pero no podía correr el riesgo. No ahora, cuando se empieza a sentir como un hombre nuevo, no cuando se le dio ganas de ir a la luz, cuando quería, sobre todo, oler su perfume.

- Usted me dio una oportunidad con mi hija.

- Y eso es suficiente?

Él no respondió.

- Es?

- ¡No! - Casi gritó. - No desde que entró en mi casa.

Anahí tomó una respiración profunda, dando un paso adelante.

Alfonso la miró de pies a cabeza, el bello rostro iluminado por la luz de la luna, el pelo brillante largo sobre los hombros, el cuerpo oculto por fina bata y el pijama.

- Pero eso es como tiene que ser.

- No, no tiene. No conmigo.

Cerró los ojos, inclinando la cabeza hacia atrás. Alfonso abrió y cerró los puños, mientras que el aroma de Anahi envolvía, lo que debilita su control.

- Tengo que ir. Ahora.

El Bello y la Bestia •AyA• (Versión en español)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora