- Gracias - murmuró ella, movido por esas palabras.
- Por lo tanto, la reina de belleza, que era el talento que mostró en las competiciones?
No importa rió la forma en la llama.
- No, no lo era.
- Y no me diga lo que no lo era? - Causado Alfonso.
Ella sacudió la cabeza, negando, y continuó:
- Me gustan los retos. - Y después de una pausa, dijo en voz baja: - Su perfume es buena.
- Es demasiado - susurró ella, pero cuando volvió la cara a toda prisa hacia la ventana.
Alfonso dio un paso atrás, las manos apoyadas en el yunque de la ventana alta. La luz de la luna brillaba en el pelo oscuro, y de nuevo Anahi se sorprendió al ver cómo era alto y fuerte. Debería haber más de un metro noventa y anchos hombros bloquea toda la luz.
- Ya casi un gigante, Alfonso.
Se rió, pero el sonido parecía extraño en la oscuridad de la noche.
- ¿Tiene miedo de mí?
- ¿No ves cómo estoy temblando? Ya sabes, no sería tan misterioso a la gente de la ciudad no ocultarlos.
- Asimismo, no se acercan.
- No es de extrañar. Con la pared alrededor del castillo y todo el bosque de robles alrededor de la propiedad ... Francamente, Alfonso, ¿por qué no plantar flores? Los viejos árboles son hermosas, pero son algo turbio en la oscuridad y ...
- Anahi ...
- ¿Sí?
- Me estoy desviando. - Él bajó los brazos y se volvió, frente a ella, de espaldas a la ventana. Su corazón latía Anahi despedido.
Pude ver su rostro. El derecho, sin cicatrices, y era muy hermosa, con el pelo un poco largo, hasta el cuello de la camisa blanca inmaculada. Como siempre, llevaba pantalones de jersey blanco y negro.
- Usted incluso cortar el pelo?
Se pasó los dedos por sus hilos oscuros y se rió en voz baja.
- Creo que se puede decir, incluso en la oscuridad.
- ¿Puedo cortar si lo desea. Yo solía cortar el pelo de mis hermanos y hermanas.
- No gracias. Nadie lo ve.
- Esa no es la cuestión. - Anahi se levantó. - Ya ves ... Alfonso - Se detuvo.
- ¿Que pasó?
- No podemos seguir así. Escondido en las sombras no es bueno para ninguno de nosotros.
- Es su opinión.
- ¿Qué se obtiene?
- Mi privacidad, mi dignidad. Mi amor mismo.
Ella sacudió la cabeza.
- No es verdad. Sólo mantiene vivas las heridas que causó. No todo el mundo es tan Dulce.
- Tiempo desde que he recibido más de lo que le ocurrió.
- Creo. Pero dejó una huella profunda y no me gusta nada.
- Qué pena -, espetó.
Anahí sintió que sus defensas subiendo como una ola gigante.
- ¿Es así? Él planea permanecer oculto hasta que se conviertan en una fiera?
- No forzar la situación. Usted sabe que no es así.
- Ahora Herrera, detenerlo. Yo sé que usted no es como parece. - Dio un paso adelante. - Déjame verlo.
- No.
- Usted me dio el regalo más precioso que he recibido en mi vida - dijo, señalando la pintura, lienzo y los pinceles. - ¿Me has visto como yo. No es la belleza que ganó las competiciones. Pero no te voy a dar nada.
Él sabía lo que ofreció Anahi. Fue una promesa de no rechazarla, no rechazado. Pero no podía correr el riesgo. No ahora, cuando se empieza a sentir como un hombre nuevo, no cuando se le dio ganas de ir a la luz, cuando quería, sobre todo, oler su perfume.
- Usted me dio una oportunidad con mi hija.
- Y eso es suficiente?
Él no respondió.
- Es?
- ¡No! - Casi gritó. - No desde que entró en mi casa.
Anahí tomó una respiración profunda, dando un paso adelante.
Alfonso la miró de pies a cabeza, el bello rostro iluminado por la luz de la luna, el pelo brillante largo sobre los hombros, el cuerpo oculto por fina bata y el pijama.
- Pero eso es como tiene que ser.
- No, no tiene. No conmigo.
Cerró los ojos, inclinando la cabeza hacia atrás. Alfonso abrió y cerró los puños, mientras que el aroma de Anahi envolvía, lo que debilita su control.
- Tengo que ir. Ahora.
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El Bello y la Bestia •AyA• (Versión en español)
RomanceElla se enamoró de un hombre cuyo rostro no podía ver ... Convocado como criada para servir al rey, Anahi Puente fue contratado para trabajar como niñera de una hija de Alfonso Herrera. Los rumores sobre el hombre que vivía en reclusión no asustan...