Capítulo 24

186 15 0
                                    

Él sonrió con ternura y le susurró:

- Voy a estar aquí, la miel. - Y sentado en la mecedora, tomó un libro de cuentos. Los ojos de Kelly se abrieron, y en la oscuridad, que comenzaron en silencio,

- Érase una vez en una tierra lejana, una hermosa niña ...

Más allá de la colina, más allá de la pared de piedra que rodea la casa, Anahí estaba de pie al lado del mar, los dedos de los pies enterrados en la arena, con las manos enterradas en los bolsillos de la chaqueta. Se sentía mal por Alfonso de prensa, pero nunca se le conoce como el hombre terco como el señor del castillo Herrera. El viento levantó el cabello suave y cruzó los pantalones de algodón, haciéndola temblar. Más lluvia, más truenos, pensó, diciéndose a sí misma que sería bueno para comprobar si hay pronosticaba huracanes. En cuanto a la casa, vio la figura corrió por el camino en la oscuridad.

Fue Alfonso. Desapareció en la puerta para resurgir luego corriendo hacia ella, un ritmo constante. Inmediatamente Anahírecuou. Llevaba una capucha y un abrigo oscuro, que lo dejó casi invisible en la noche iluminada sólo por las luces de seguridad que vienen de la casa.

Al verla, se detuvo.

Por un momento dudó, pero luego se volvió a caminar hacia la casa.

- Anahi - dijo, para llevarlo a cabo, sin mirarlo.

- No quiero Kelly quedarse en casa solo.

- Las alarmas están conectadas.

- No hace ninguna diferencia si se despierte y comience a buscar para mí.

Para ella, no para él, pensó Alfonso, sintiendo la frustración le abrume. Pero es por eso Anahíestava allí. Para el cuidado de Kelly y su amor. Para hacer todo lo que no podía hacerlo.

- Anahi, espere.

- ¿Qué? Otra discusión? Ya sabes lo que siento.

- Yo sé? Una noche se entrega a los brazos, y el otro está furioso.

- Con razón, en ambas situaciones - espetó ella. - El beso no tiene nada que ver con su hija y cómo ella quiere estar contigo.

- Lo sé - dijo Alfonso, que se aproxima. - Sólo quería asegurarse de que si usted supiera.

Anahí dio un paso atrás.

- No hablemos de ello - dijo, luchando contra el impulso de vomitar en sus brazos y besarlo de nuevo. Como siempre podría encontrar una manera de mantenerse en la sombra?

- Esto no va a hacer que se vaya -, espetó.

Un pesado silencio flotaba en el aire, y Anahi podía escuchar su respiración, el viento contra su ropa hasta que volvió a hablar:

- No lo quiero.

No quería olvidar, pero yo tenía que decir lo que sentía.

- No me gusta que me utilice.

- No soy el hijo de puta que te hizo sufrir, Anahi.

- Eso no importa. El beso solo mostró cómo podemos perder fácilmente. Y la forma en que podría ser una maravilla, dijo, en voz baja. - Yo estaba disponible, y que no me hace mucha diferencia.

- ¿Por qué dices eso?

- Me gusta la verdad. Es más fácil hacer frente a ella.

- Así que usted está viviendo una mentira. - De pronto se le ocurrió, y esta vez, Anahi no se inmutó. - Nunca he usado una mujer. Y me encantó sólo una vez en la vida. - Tomó una respiración profunda. - Y nada se compara con lo que siento cuando estás cerca.

Anahí sintió que sus rodillas van débiles, el corazón se acelere.

El Bello y la Bestia •AyA• (Versión en español)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora