Capítulo 41

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Alfonso movimiento los huevos en la sartén, silbando.

- El buen humor! Me pregunto cuál fue la causa!

Él sonrió, mirando a un lado y disfrutar de la sonrisa sensual. Anahí bromeó desde el amanecer, y después de la noche anterior se sorprendió al ver cómo el poder tenía que levantarse tan temprano.

- Puedo llevarlo adelante y mostrar si lo desea.

- ¿Para arriba? Pero hay al menos veinte habitaciones que aún no han visitado. - Anahi sonrió cuerpo anticipando el placer de su tacto.

- Veinte es poco - respondió con una mirada llena de segundas intenciones hacia la mesa.

Anahí encontrar la idea perfecta.

- Además de sugerir estas cosas - causado - ¿cuáles son sus planes para hoy?

- Además de buscar para usted?

- Bueno, lo que es un cumplido!

Alfonso tomó la sartén a la mesa y poner los huevos en un bol. Luego tomó la sartén y todos los utensilios que había usado en el fregadero, los lavó y se las secó, manteniendo todo. Anahí parpadeó con sorpresa, y cuando cerró la puerta del armario se dio cuenta de su expresión.

- ¿Que pasó? - Le preguntó, mirando a los pantalones vaqueros y los pies descalzos para ver si estaban salpicados de huevo.

- Un hombre que pone en orden la cocina. Espere hasta que mis hermanas saben.

Hizo una mueca.

- Yo vivía solo por mucho tiempo. Si no lo hizo, nadie lo haría.

- Sigue así, Herrera. Me gustan los hombres que saben que su lugar está con una esponja para lavar platos en la mano.

Se rió, agarrándola por detrás mientras disputaba con un plato de tocino. Se puso el plato en la mesa y hundió el rostro en el cuello blando.

- Hueles tan bien.

- Debe ser la grasa de tocino. Da un toque de misterio.

Se rió, girando ella y besándola lentamente.

El cuerpo Anahi reaccionó inmediatamente y ella tiró de él, acariciando su pecho cubierto por una camisa azul. Por alejándolo estaba sin aliento, y la mitad loco deseo, y apartó el pelo de la frente.

- Si quieres, puedo cortar el pelo.

- ¿No te gusta el estilo pirata? - Bromeó.

- Es demasiado hermosa para ocultar detrás del cabello.

Sonrió. Cada vez que ella dijo que era hermosa, quería creer.

- Esta noche a continuación. - Él le dio un beso y se apartó para preparar el café.

Mascando un trozo de tocino, Alfonso puso el pan en el tostador, mientras Anahí tomó platos y cubiertos en el armario, la organización de cuatro. Dewey apareció cada mañana para el desayuno, pero Kelly todavía fue a dormir al menos otra hora. Alfonso abrió la nevera para conseguir la mantequilla, y cerrarla vio Anahí inmóvil, mirando a la puerta. Con el ceño fruncido, él siguió su mirada.

Kelly se quedó allí, con el pelo alborotado por el sueño, el oso que cuelga en una mano. El pánico involucrado. Oh, Dios! Que iba a ver las cicatrices.

Su mirada se dirigió a Anahi, y ella reconoció la llamada de socorro. Era una cosa que ella acepta sin restricciones. Pero un niño de cuatro años era diferente.

- Buenos días, Kelly - dijo Anahi, Alfonso y sólo señaló que el temblor en su voz.

Ella extendió la mano y lo detuvo donde estaba cuando se dio cuenta de que iba a dar la espalda a su hija.

Kelly se frotó los ojos y bostezó.

- Buenos días, señorita. Anahi. Buenos días, papá. - Ella se subió a la silla, puso el oso en la siguiente silla, mirando a los adultos. - Va a desayunar con nosotros, papá?

Kelly parecía ansioso. Llena de inocencia y la confianza. Sin miedo.

Alfonso se aclaró la garganta antes de que pudiera hablar:

- Lo haré, princesa.

- Bueno - dijo Kelly, tomando una rebanada de tocino y empezar a comer mientras Anahi se inclinó sobre el mostrador de servirle jugo.

Anahí se veía Alfonso, que parecía congelado, mirando a su hija con los ojos llenos de lágrimas. El olvido de la jarra, se acercó. Alfonso no tuvo ojos de Kelly.

- No se dio cuenta - dijo en un tono ronco.

Anahí sonrió.

- Otra mujer ha subestimado, ¿no es así? - bromeó, acariciando el rostro con las yemas de los dedos.

El Bello y la Bestia •AyA• (Versión en español)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora