Capítulo 3

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Brooklyn POV

Mis piernas no me funcionaban, tenía una mínima idea de cómo había llegado al sillón, y esa era porque William me había cargado hasta ahí después de que llevaba media hora sentada en el piso llorando en su hombro.

— Se fue —susurré más para mí misma, quería ver si así lo asimilaba pero no pude, había perdido a Frank, ahora a Sydney y Drake había quedado inválido.

— No, no se fue, está contigo, siempre estará contigo, Brooklyn —la voz ronca de William me hizo consciente de que él estaba aquí abrazándome, luego recordé algo.

— ¿Por qué me abrazas? No lo tienes permitido, te regañarán —musité tratando de alejarme de él, pero fue en vano.

— No importa, no te dejaré así.

— Te ensuciaré la bata- volví a poner mis pocas fuerzas en alejarme pero seguía donde mismo.

— La bata no lo es todo, se lava y ya. No todos los médicos son tan delicados con sus batas.

Tenía que llamar a mis padres, tenían que saberlo... y Kim.

Fue cuando todo hizo clic y la parte más importante se hizo presente. Kim se acaba quedar sin padres; lloré más.

— Doctor Donovan ¿qué hace por aquí? Ésta no es su área —abrí los ojos y miré a la enfermera que estaba en la puerta viendo feo a William. Él ni se inmutó y siguió abrazándome mientras le regresaba la mirada fea a la enfermera.

— Soy amigo íntimo de la señorita Adams, no la dejaré sola.

— Pero tiene trabajo que hacer.

— No, no lo tengo —su voz era más gruesa de lo normal, traté de separarme de nuevo y esta vez sí lo logré. Will se levantó y caminó directo hasta la enfermera—. ¿Acaso quiere que le muestre que no tengo trabajo?

— No es necesario, con permiso —respondió la enfermera quedamente y se fue con la cabeza gacha.

Me levanté del sillón y caminé con pasos temblorosos hacia la cama de Syd, le tomé la mano y estaba aún caliente, más lágrimas salieron y la abracé; todo empeoró.

— Brooklyn no es bueno que estés así —su mano estaba en mi brazo y jaló de el con delicadeza, yo me aferré con fuerza al cuerpo sin vida de mi hermana, aquella que me sacó del pozo en que me encontraba, la que me enseñó a vivir, de la que aprendí que no todo en la vida es malo, a la que le importaba más mi propia vida que la de ella.

— No, Will, déjame —sollocé, una parte de mí me decía que parecía niña pequeña haciendo un berrinche por un dulce, lo cual era realmente estúpido. Anteriormente se me habían muerto seres queridos y no me ponía a actuar de ésta manera, me separé de mi hermana y la vi de nuevo, ya no lo volvería a hacer—. Sólo a ella le importaba, ya no hay nadie más.

— Hey no —me volteo hacia él y sus ojos cafés me miran con una fuerza sorprendente—. Aún hay a alguien a quien le importas.

— Mi padre y mi hermano, lo sé.

— No, no me refería a ellos.

— ¿Entonc... —mi visión se puso completamente borrosa y sentí que el piso se ladeaba de un lado a otro, cerré los ojos y escuché una voz a lo lejos, mis brazos sentían un peso extra.

— Brooklyn —decía una y otra vez esa voz preocupada. Y así sin más, vi todo negro.

No supe qué fue lo que había pasado, sólo recordaba que me había dado un fuerte mareo y ya, abrí lentamente mis ojos y traté de levantarme, pero alguien me lo impidió.

Hold OnDonde viven las historias. Descúbrelo ahora