Capítulo 4

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Brooklyn POV

Abrí mis ojos con lentitud, la luz que se alcanzaba a filtrar por mi ventana llegaba directamente a mi cara; agarré la sábana y me cubrí por completo, pero nada de eso funcionaba. No recordaba cómo había llegado aquí, mis recuerdos realmente estaban borrosos.

Escuché que Kim empezó a llorar—. Será mejor que levantes tu peludo trasero de esa cama, tengo que bañarme para ir a trabajar —dijo Tate saliendo de la nada.

— ¿Cómo llegué aquí? —mi voz era pastosa, hasta me ardía la garganta.

— Will me hizo el favor de traerte a tu habitación, ya que te quedaste dormida en el sofá.

— ¿Me quedé dormida en el sofá? Pero... espera, ¿dijiste Will? —pequeños fragmentos de la noche anterior venían a mí, pero todo seguía siendo muy confuso.

— ¿Qué no recuerdas que él estaba aquí?

— Eso si lo recuerdo, pero creo recordar que él se había ido.

— Recuerdas mal, por lo que supe cuando llegué, él había ido al baño y cuando regresó tú ya estabas recargada en el apoyabrazos dormida. En eso llegué y él te trajo hasta acá. No te podía cargar sola, muy apenas puedo cargar a bebés.

— No recuerdo mucho la verdad —el llanto de Kim incrementó y me levanté para ir por ella.

— Llamaron de tu trabajo —me detuve en seco—. Dijeron que no te necesitan ahí hasta el miércoles.

Abrí la boca sorprendida, yo sólo le había pedido a mi jefe un día para faltar y eso era solo el lunes, que era mañana, no le había pedido toda la semana; yo aún tenía trabajo que entregar.

— Pero, ¿qué pasa con el caso de la familia Hayes?

— Oh eso, Jeff dijo que Bennett se hará cargo, ya sólo te faltaban pocas cosas que analizar, así que no hay prisa. Que cualquier cambio él te lo hará saber —asiento y continuo caminando al cuarto conjunto.

Ser una persona responsable y hacer completamente bien tu trabajo te da beneficios, además de llevarte bien con tu jefe te ayuda un poco. Jeff, mi jefe, conocía a Sydney así que él entiende un poco que por lo que estoy pasando no es nada fácil para mí.

Una vez que pude calmar a Kim, y que Tate se fue a su trabajo, me quedé arreglando la casa, estaba un poco desordenada. Aproveché que la niña estaba dormida y tomé un baño velozmente y con la puerta abierta. Era raro no poder durar varios minutos bajo el agua para poder relajarse; uno nunca sabe cuándo puede despertar un bebé.

Tomé la primera blusa que encontré en mi guardarropa y unos jeans azul claro, me calcé mis tenis y cuando estaba a punto de ir a ver a Kim sonó el timbre. Éste empezó a sonar desquiciadamente y casi grito que se callen pero recuerdo a la bebé y salgo corriendo a la puerta para abrir. Al hacerlo mi cuerpo se tensa.

— ¿Pero qué manera es esa de tocar, mamá? Kim está dormida.

— Qué bueno que hablas de ella —dice haciendo una fea mueca con la boca, me empuja del hombro cuando entra a mi casa, detrás de ella pasa un señor en traje y me sonríe tensamente.

— ¿A qué has venido a mi casa? —si mi madre está aquí quiere decir que algo malo sucederá, ella nunca viene aquí y cuando lo hace sólo trae malas noticias.

— Vengo por Kim —un golpe me es dado en mi estómago al escuchar eso, me quedo sin aire y miro a mi madre, eleva la cara y muestra esa pose de superioridad que la caracteriza; al menos conmigo es así.

Hold OnDonde viven las historias. Descúbrelo ahora