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Los cuatro salimos de la escuela quince minutos después.

Shirley y Sebastian comienzan a hablar animadamente sobre un grupo de música que no me gusta así que me mantengo al margen de su conversación.

Alicia camina a mi lado izquierdo guardando mi espacio personal pues nuestras mochilas chocan la una con la otra de vez en cuando.

Es una lástima, ella parece querer acercarse más a mi. Por alguna razón su presencia me incomoda aunque sin llegar a molestarme. Todo en ella es lindo, su aroma dulzón, su sonrisa, su mirada. Pero ella me abruma.

Tal vez se nota mi antipatía porque ella busca hablar conmigo.

-¿Y de que escuela vienes _____(tn)?- Me pregunta curiosa.

-Preparatoria De la Costa- aclaro

-Ahm sí. La conozco- parece dudarlo un poco, tiene el ceño fruncido. Seguro que la confunde con otra- La mejor amiga de mi prima Elena estudió allí hace unos 4 años.

Le sonrío asintiendo.

-¿Repetiste algún curso? Pareces más grande- me dice ella mientras me mira de abajo hacia arriba.

-No, tengo 17.

-Yo también- dice más que feliz. Bueno, después de todo tenemos algo en común- ¿Cuándo cumples los dieciocho?

-Abril

-¿No te emociona ser mayor de edad?

-No lo sé. Me da igual- encojo los hombros.

Ella entorna los ojos hacia mi, después me cuenta los planes que tiene para su décimo octavo cumpleaños. Me sorprende que piense en todo, ella es una adicta al control y los detalles.

No entiendo por qué planea cada servilleta de su próxima fiesta o el color de su vestido si nadie le asegura que tendrá su cumpleaños justo como ella lo espera. Puede que no esté viva para ese entonces.

Debería ser más despreocupada. Eso es saludable en la mayoría de las ocasiones, a mi me funciona; aunque bueno, yo soy un irresponsable.

-¿De qué hablan?- llega Shirley por detrás recargándose en mis hombros y en los de Alicia. Nos detenemos.

-¿Ya se fue Sebastian?- lo busca con la mirada la castaña volteando hacia todas partes- Siempre se va, nunca se despide. Que malo- declara más que indignada y cruza sus brazos debajo de sus pechos.

Bonitos pechos.

Oh maldita sea.
Me descubre mirándola lascivamente.

Su expresión es asombro por un segundo y después diversión con una sonrisa medio traviesa.

Así que Alicia es una coqueta. Vaya vaya.

Una vez en la salida de la escuela llega el momento de irme a mi casa y me despido de ambas chicas.

-Adios.

-¡Hasta mañana _____(tn)! Cuidate.

Las volteo a ver, les guiño un ojo y sigo caminando. Puedo alcanzar a ver como Alicia suspira dramáticamente mientras Shirley se burla de ella. No puedo evitar sonreír.

La junta de abogados en la que trabaja mi madre está a 10 minutos caminando desde la preparatoria "M". Pienso que Shirley haría la mitad de ese tiempo.

Me pongo los audífonos y camino en dirección contraria al gentío de la escuela y las paradas de autobuses.

Me introduzco por una calle solitaria con negocios muertos y poco tráfico. Voy por la banqueta tranquilo, pensando en lo excelente que está el clima, no muy soleado con un viento suave. Es lindo.

Me giro a mis espaldas para ver si tengo oportunidad de cruzar la calle, no hay nada.

Estoy a punto de cuando escuchó la sirena de una ambulancia no muy lejos de aquí. Viene hacia acá. La veo entrar por la calle detrás de tres lentos autos que no se hacen a un lado. Están nerviosos, no reaccionan, son unos idiotas.

Me pregunto cuanto tiempo pasará hasta que dejen pasar a la pobre ambulancia. Después de que casi chocan un par de autos pequeños, todos se orillan dándole el paso. La sirena es tan fuerte, que incluso con los audífonos puestos me molesta cuando pasa frente a mi.

Pasan los otros tres autos detrás de ella y me dispongo a cruzar la calle cuando siento que choco con alguien fuertemente. Me sobresalto.

Le eh tirado todo a la chica con la que me topé. Me quito los audífonos y me agacho al mismo tiempo que ella para recoger sus cosas.

Ella maldice por lo bajo palabras que ni siquiera sabía que una mujer era capaz de pronunciar. Esta molestisima.

-Oye, disculpa. Estaba distraído- le explicó mientras recojo del suelo un par de plumas y una libreta desparpajada repleta de letras.

Ella deja de guardar sus cosas, levanta su rostro y me mira de la manera más macabra que puede haber en el mundo. Sus ojos son negros, me taladran con la mirada y sus labios pintados de morado, fruncidos, tiemblan por querer maldecirme de nuevo.

La chica tenebrosa hace un lado su largo y negro cabello de puntas ¿azules? Sí, azules. Se quita un auricular igual a los mios y habla sarcásticamente:

-¿Cómo dices que dijiste?- y sé que no es una pregunta sino una acusación.

-Yo...Lo siento. No te vi- extiendo mis manos hacia ella para entregarle sus plumas y su libreta.

-¡Si claro!-sonríe falsamente y arremeda mi voz disculpándose moviendo sus manos ridículamente-No me viste. Awww. ¡Ya me di cuenta imbécil!-grita lo más irritante que eh escuchado en mi vida.

Tanto que casi me voy para atrás, pierdo el equilibrio.

Es cuando ella ve mis manos y me arrebata en cuestión de segundos sus cosas ofendiendome.

-¡No te atrevas a volver a tocar mi cuaderno!

A comparación de ella, Alicia termina siendo tan seria como Shirley.

-Oye, tranquila mujer.

-Me tranquilizo tu ***** madre- oh no, menciona a mi madre- Escuchame tu a mí- se para como un resorte y me señala desde arriba.

Es pequeña de estatura pero asusta en verdad- Número uno: No toques mis cosas. Número dos: No me pidas perdón si no lo sientes en verdad- ella se acerca y pela los ojos cada vez más mientras me aclara sus puntos.

- Y número tres- se acerca demasiado, está frente a mi rostro. Estoy horrorizado- ¡No me vuelvas a decir que me calme!- grita con todas sus fuerzas.

¡Ella está loca!

Chicas Lindas (y no tan lindas).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora