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A la mañana siguiente no pierdo ninguna oportunidad de buscar a Carim.

Desafortunadamente no la encuentro hasta medio día, la hora de salida de la preparatoria.
Corro tras ella y Marcela, cuando estoy a una distancia considerable aminoro el paso para parecer casual. Como casi siempre, me ganan los nervios y como ellas no se dan cuenta aún de que estoy allí, solo las sigo.

Caminando tras Carim no puedo hacer nada más que observarla. Cielos, esa simple gracia para caminar me mata, es como una princesa bailando un vals. Tiene una delicadeza única y especial, cada pisada es pequeña y perfecta como ella, cada balanceo de su largo cabello o sus generosas caderas me ponen como un loco. Ella es la única dueña de todo mi amor, la siento mía y quisiera acercarme a ella en este momento.

Pero no puedo, la figura de Marcela me hace caer en la realidad del momento. A su lado, pareciera que se mueve más rápido y firme, con arrogancia, seguridad y firmeza. Marcela sacude su cabello o acomoda su fleco de vez en cuando en un movimiento rápido. Creo que van a alguna parte en específico, ¿pero a dónde?

La chica dragón toma la delantera y Carim parece seguirla entre los autos del estacionamiento de la escuela. Para mi mala suerte van a aminorando el paso poco a poco, no sé que voy a hacer a continuación.

Después de saludar a alguien y después de que se me corte la respiración, ellas llegan a su destino: un chico motero enorme de apariencia peligrosa y amenazante.

Trago en seco. Él se ha dado cuenta de todo.

No puede ser, no puede ser. Supongo que es una Harley Davidson lo que monta el tipo, el apuestisimo tipo. Un par de años mayor, con músculos y altura prominentes, vestido de negro y con una mirada penetrante es el tipo de chico que derrite a la mayoría de las chicas. Seguro que si.

Cuando lo veo saludar a Marcela demasiado íntimamente creo sentir un atisbo de alivio de que no sea el novio de Carim, pero no es así, el chico dragón resultó ser mil veces más intimidante que la chica dragón. Él no deja de mirarme como queriendo asesinarme mientras intercambia algunas palabras con ellas.

Estoy parado sin hacer nada ni dirigirme a ninguna parte en concreto. Tomo fuerzas para avanzar hacia donde están sabiendo de antemano que esto va a acabar mal, muy mal.

El tipo sigue cada uno de mis pasos entrecerrando los ojos, la primera en darse cuenta de mi presencia es Marcela y arruga la nariz en un gesto casi automático. Por último, Carim voltea hacia mi y son sus ojos pispiretos los que me animan a seguir acercándome. Porque por ella, soy capaz de cualquier cosa y hoy me eh dado cuenta.

-Hola- digo con timidez y mirándola directo a los ojos.

Ella sonríe y baja la mirada un segundo apenada. Marcela da un bufido.

-¿Y tú qué hermano?- escucho decir con sequedad al tipo.

¿Hermano? No soy su hermano. Estoy apunto de contestarle pero su novia es quien me interrumpe.

-¿A qué vienes otra vez? ¿Qué no te das cuenta de que no quiere hablar contigo?

-Escucha yo..- intento decirle todas sus verdades a esa chica problemática y endiabladamente enojada conmigo pero ella no deja de vociferar cosas ofensivas hacia mi.

Su novio se va poniendo delante de ella protectoramente aunque es bastante claro que Marcela no necesita protección. Hasta que Carim grita por encima de nuestras voces.

-¡Basta! Todos, callense- grita con coraje y desesperación- No necesito que pelees mis batallas ni que me defiendas Marcela, puedo cuidarme yo sola- le dice seriamente a su amiga en reproche.

Chicas Lindas (y no tan lindas).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora