Chicas Lindas (y no tan lindas).

21

Voy camino hacia la oficina de mi madre.

Ella me encargó que después de la escuela pasara a recoger unos documentos importantes que necesitaba que yo los escaneara para enviarselos, pues ahora mismo ella está fuera de la ciudad.

Mi padre y yo definitivamente no la extrañamos. Nos tiene tan entrenados a los dos que sabemos mantener la casa justo como cuando ella está presente. Ropa limpia, comidas a tiempo y el piso siempre limpio. Sonrío.
Creo que podríamos ser la familia perfecta de un comercial de televisión o de una comedia musical.

Llevo puesta la canción Paint it black de los Rolling stones en mi ipod a un volumen moderado, eso para evitar ponerme a cantar o a hacer ruidos extraños que, según yo, son imitaciones del sonido de la batería o de la guitarra. Doy vergüenza.

Mientras camino calle abajo logro ver una figura pequeña y colorida una cuadras adelante moviéndose rápido y esquivando gente. No, esquivando no, empujando.

Inconfundible. Es Desireé.

Me ajusto los tirantes de la mochila y engancho los audífonos con ella para comenzar a correr tras la chica. Cinco minutos después logro alcanzarla pero no dejo de correr pues camina demasiado rápido e inesperadamente, no tengo la habilidad de caminar de manera fluida entre las personas.

-¿Qué tal Des?

-Ahg, eres tú-me grita para que logre escucharla pues una pareja de chicos más jóvenes se interpone entre nosotros.

Que se entere el mundo que  a ella no le agrada mi presencia. Que suerte que estoy acostumbrado.

-¿Quién más te persigue como loco?¿La policía acaso?- le digo cuando hemos pasado la zona aglomerada de personas y podemos ir al mismo paso.

-Emh, puede ser.

Río.

-Y ¿a dónde vas a ésta hora? ¿que nunca tienes clases?- le pregunto.

-Nop, hoy no- ella niega sacando la lengua- Estoy furiosa. Los malditos idiotas hijos de su...mejor cierro la boca. No quiero ponerme como bestia otra vez, porque no sobrevivirías princesita. Agh, pero estoy hirviendo de coraje. ¡Me hicieron ir a la escuela dioquis! No había maestros, no había ni un **** estudiante, todos fueron excepto mi salón. ¿Por qué? ¡No lo sé!- grita esto último.

-Oye, está bien. Ya pasó, a mi también me ha pasado eso algunas veces.

- Si si blah blah. Cierra la boca porque tu no me entiendes- cuando ella dice esas cosas siento que va a golpearme- A mi no me importa que no haya clases, por mi que no haya nunca. Estaría genial solo tener que venir una vez al mes o una vez al año, yo que sé, de todas formas es imposible- lloriquea- Pero lo que no entiendo maldita sea, ahg..... Que. Nunca. Los hijos de su reverenda. De mis queridisimos y grandiosos ***** compañeros. Se. Dignen. ¡A avisarme!-pronuncia cada palabra con tal euforia que siento que estoy al lado de una demente.

Corrección: lo estoy.

-Bueno si. Eso es injusto- le digo temeroso.

-¿Injusto _____(tn)?¿Te parece que es injusto? Injusto mis pelotas, eso es infame. Mira que hacerme venir desde mi maldito trabajo hasta acá, si hice hasta la tarea y traje todos los libros. Hago una hora y media de camino, me estoy apurando y presionando todo el tiempo para llegar a la escuela temprano y que me dejen entrar. Pero llego y me dicen que me vaya ¡que me vaya! Tienen suerte de que no los haya golpeado.

Ella da por terminada la anécdota y suelta unos bufidos y respiraciones que más bien parecen gruñidos. Pasan unos diez minutos para que Desireé vuelva a ser la malhumorada de siempre y no la chica tenebrosa a punto de asesinar a alguien.