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Apenas tengo 17 años, eso está claro. Pero también soy del sexo masculino y eso implica el deber de comportarme como un hombre.

Se pueden llamar estereotipos, clichés o hasta reglas no escritas, cosas a las que te acostumbras con el tiempo y se vuelven naturales. No llorar en público, abrir la puerta, dejar pasar antes, dar el asiento, cargar las cosas pesadas, hacer el trabajo duro y arriesgado, dar el primer paso con las chicas, prestarles el suéter cuando hace frío, pagar la cuenta, caminar por el lado externo en la acera, recoger a la chica, acompañarla a su casa, defenderla de otras personas y protegerla del peligro.

Generalmente es una satisfacción personal realizarlas porque te sientes todo un caballero, dentro de tu inseguridad de pronto te vuelves valioso y atractivo para los demás. No creo que sea posible cansarse de ser el héroe.

Pero aclarando, hay otro par de situaciones específicas muy especiales. Empezando por la mía.

Estoy con Carim en el cine. La película lleva unos veinte minutos de comenzar, la sala está casi vacía, el asiento está muy cómodo aquí al lado de mi chica pero yo estoy temblando. No sé si de frío, de nervios por lo que pueda pasar entre los dos, de espanto por las incontables escenas macabras en la pantalla gigante o de miedo a sobresaltarme y parecer una niñita asustada.

Como un puño de palomitas de una sola vez por ansiedad. La verdad es que no me gustan mucho, cuando tenía cuatro años un niño metió una en mi oído izquierdo, duré ocho horas con ella dentro y jamás volví a comerlas con gusto.

La película trata de una mujer con problemas mentales desde niña, ve toda clase de moustros y bestias salvajes atacarla tortuosamente,  la trama consiste en que no todo es parte de su imaginación. Es buena y se ve que a Carim le gusta muchísimo, hace un rato me ha estado mencionando que es la segunda parte de una trilogía.

Se supone que debería estar tranquilo, disfrutando la adrenalina de la película y siendo genial. En cambio estoy sin saber que hacer,  si ponerme romántico y besarla ahora mismo o admitir que estoy asustado y tratar de lucir sensible para enternecerla como lo adorable que soy.

¿Tú que dices Carim? La miro. Sostiene el vaso de refresco sobre su pecho y tiene el popote entre los labios aunque no está bebiendo, ella si luce tierna y adorable. Su hermoso rostro se ilumina y puedo ver perfectamente el brillo tan inocente y a la vez travieso en sus ojos al reírse encantada de cada detalle que aparece en la película. Carim es un ángel.

Un ángel con cierto gusto por las películas de terror.

Hay una parte sin musica dramática ni gritos ni rugidos. Es cuando ella se da cuenta de que la estoy mirando. Baja el refresco y me sonríe.

-¿Qué pasa?- me pregunta algo nerviosa, parece apenada.

-No, nada- aprovecho para estirar mi brazo y colocarlo en el respaldo de su asiento, acercándonos lentamente- Te ves muy bonita.

Todo continúa a nuestro alrededor pero me pierdo en su mirada haciendo a un lado todos mis otros sentidos.

-Ay, _____(tn). ¿En serio?- pregunta bajando la cabeza sonrojada y removiéndose en su lugar, pero sin alejarse- Ni me peine, me paresco a esa...- Carim toma un poco de su refresco mientras me señala la pantalla.

Y volteó para ver a quien dice que se parece encontrándome con una de las imágenes más horribles que he visto durante toda mi vida, con sonido y alta definición por si fuera poco. Una bruja zombie, deforme, endemoniada, en descomposición y abriendo la boca para dar  una especie de rugido macabro.

Casi sufro un paro cardíaco sin exagerar, me aplasto en mi silla tirando algunas palomitas al piso, no sé si grito o si maldigo en voz alta, no escucho nada más que ese rugido atroz. Vaya que fue un grandisimo susto.

Llevo mi mano a mi corazón para tratar de  tranquilizarme. La escena terrible esa termina y entonces puedo escuchar la risa triunfante de mi chica.

-¿Estás bien?- me mira ya preocupada acariciándome la espalda y una mejilla.

Asiento sonriendo como un tonto aún con la respiración agitada. Oh dios, por supuesto que estoy bien.

-Perdón, no debí haberte hecho que voltearas en esa parte, que mala soy.

-No, no te preocupes. Vengo a ver una película de terror, ya sé a lo que  me atengo. No estoy tan acostumbrado para que me entiendas.

-La próxima vez te invito a ver una película de ositos- me dice sin quitar sus manos de mi, sigue acariciándome lenta y suavemente. Es irresistible.

-Encantado hermosa.

Carim está mirando mis labios una y otra vez, esa es la señal. Y allá voy. Pongo las palomitas en otro asiento y tomo a Carim por la nuca y la cintura. Cierro mis ojos, paso la lengua por mis labios casi inconscientemente. Me acerco haata rozar nurstras narices, hasta respirar el mismo aliento, capturo su labio inferior, pruebo su dulce sabor y me deleitó con el mar de sensaciones que me provoca. Ladeo la cabeza hacia la izquierda para ir más profundo, acerco más a Carim y subo la intensidad del beso, tomando más de su boca cada vez.

A medida que sube la temperatura entre nosotros también crece la necesidad. Entierro mi mano en su cabello suelto, sedoso y de aroma afrodisiaco. Mi otra mano va de arriba abajo por su espalda, al pasar por encima de lo que parece el broche de su sostén siento algo de escalofríos. Jadeo por lo bajo abriendo más la boca, ella hace lo mismo y termino  llevando más allá nuestro beso al introducir mi lengua en su boca.

No es asqueroso, no es vulgar ni desesperado. Es íntimo, romántico y lento. Nuestros labios tienen un ritmo perfecto, cada movimiento me sabe a gloria, a cielo. Me pregunto si alguna vez he sido más feliz que esto, si alguna vez me volveré a sentir tan genial como ahora. ¿Se puede?

Comienzo a terminar con el beso manteniendo atrapado uno de sus labios, como robando hasta la última gota de sabor de ella. La miro a los ojos diciéndole mil te amo, tratando de dejarle ver una vez más todo lo que siento por ella, todo lo que ella me hace sentir.

Sonrío por habernos olvidado por completo del lugar donde estamos y la película que estamos viendo. Estoy a punto de voltear hacía el frente pero Carim es más rápida en adivinar mi próximo movimiento. Me toma por las mejillas atrayendo mi atención a ella y sólo a ella.

-No, no voltees. Besame.

Y para mi sorpresa, es ella quien me besa apasionadamente, despeinando mi cabello y mordisqueando mis labios en ocasiones. De repente, me suelta para subir y desaparecer  la separación de nuestros asientos entre los respaldos, segundos después me toma entre risitas para atraerme mucho más hacia ella de manera que estoy casi de espaldas a la pantalla con nada más que ella que mirar.

Que suerte que nos hemos sentado en la fila de atrás.

Besándonos, así pasamos nuestra siguiente hora y media. Así como nuestras siguientes cinco citas, hasta que le pedí que fuera mi novia. Pero eso es otra historia.

Chicas Lindas (y no tan lindas).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora