José está riendo sin parar y ocasiona que nuestro jefe nos fulmine con la mirada.
El chico lleva más de media hora burlándose de mi como un idiota. Al parecer hasta las tuercas del motor del coche que estamos revisando le recuerda que una chica me ha bateado. Comienzo a arrepentirme de haberle contado hasta el ultimo detalle, pero si no es a él ¿a quién?
-¿Podrías dejar de reírte de mis desgracias?- le digo entre dientes ya algo molesto- Pasame la llave roja.
-Oh, no quise herir tus sentimientos oruga- me dice en tono burlón mientras me extiende la llave- Pero tienes que aceptar el lado gracioso de todo esto, te volviste ridículamente un traumado con esa rubiecita. Mira que escuchar ese tonto programa y acosarla de esa manera- suelta una sonora carcajada- Así son los más perversos amigo mío.
Hago unos ajustes a los engranes y me aseguro que las mangueras estén bien conectadas antes de recoger todas las herramientas y cerrar el cofre del auto. José se recarga en él y levanta las cejas seguidamente.
-¿Y?- me pregunta.
-¿Qué?- le preguntó de vuelta mientras me dirijo a la parte trasera del taller.
-¿Qué de qué?-me sigue.
Saco un trapo de una cubeta llena con agua y jabón para lanzárselo tal como está de mojado.
-¡Hey!- grita él al impacto.
Esta vez yo suelto la carcajada. Le eh dado justo en el pecho y se ha empapado toda la camisa de mezclilla que es el uniforme de trabajo.
-Traidor.
-Si, si, ¿como no? Trae una cubeta solo con agua y toma las esponjas de la repisa, hay que entregar el auto en una hora- le indico mientras camino hacia dentro cargando la cubeta del jabón.
-Pero antes...- lo oigo hablar y un segundo después siento agua resbalar desde mi cabeza hasta el suelo- a ti también te toca baño.
José ha exprimido una esponja justo encima de mi. Maldito vengativo.
Dejo la cubeta en el suelo lentamente y me volteo despacio hacia él poniendo mi cara más molesta y mi mirada más odiosa. A mi amigo se le doblan las rodillas y se ríe tan intensamente que no puede emitir ningún sonido, la maldad de hacer travesuras corre en sus venas, lo conozco.
-Te voy a matar José.
-Con ese peinado no me das miedo, parece que tienes una parcela llena de surcos en la cabeza.
Lo miro entrecerrando los ojos mientras palpo mi cabello con las manos, la ardilla tiene razón. Mi cabello es lacio y delgado y ahora lo tengo completamente aplastado contra mi cabeza, tal como si me hubiera puesto kilos y kilos de jalea. Debo verme horrendo.
Doy un bufido.
-¿Y ahora qué? Estamos empapados- le digo separando la camisa del uniforme de mi pecho.
-Ñe, tenía mucho calor.
-Uhm. ¡Que raro!- digo sarcásticamente- Tu más bien tienes el cuerpo caliente.
-Puedes venir a comprobarlo cuando quieras- me contesta con tono sensual al mismo tiempo que me guiña un ojo.
Oigo a alguien aclarándose la voz pesadamente y volteo rápido hacia la puerta al interior del taller mecánico, resulta ser nuestro jefe el señor Víctor. José se acerca y se pone a mi lado trayendo la cubeta con agua consigo.
-Ya vamos a lavar el carro señor, ¿sucede algo?- le pregunta la ardilla.-Está bien. Me tengo que ir ya, pero les voy a dejar las llaves. Cuando pasen por el auto, cierran y se van. Pero mañana lleguen bien temprano eh.
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Chicas Lindas (y no tan lindas).
RomanceEl mundo está lleno de mujeres. Simple y sencillamente, todo gira alrededor de ellas. Siendo un chico normal de 17 años con las hormonas revueltas y la mente despistada, _____(tn) pasa por la vida haciendo de todo m...