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-Buenos días papá. Adiós.

-Que tengas un buen día hijo.

Salgo del auto y me pongo la mochila sobre los hombros mientras comienzo a caminar hacia la entrada de la escuela, un poco más temprano de lo normal según mi reloj de muñeca.

Como todos los días me siento en la misma jardinera a esperar hasta la hora en que nos permiten pasar a los salones.

Mientras espero me encuentro simplemente incómodo, observado, expuesto e indefenso. Así que mi primer impulso es mirar asustado a todas partes buscando la causa de mi intranquilidad.

Pues bien, deseo no haberlo hecho.

Me mira detenidamente casi sin parpadear, sabe que me eh dado cuenta pero no se inmuta en continuar con su minucioso asesinato visual. Sé que me odia y parece estar orgullosa de que yo lo sepa. Algo en ella me dice que disfruta de todo esto, aunque no sonría ni por un instante. De echo, no hay un atisbo de emoción alguna en toda su expresión corporal.

Marcela es todo una bad girl. Casi no noto lo brillante, fino y sedoso que es su cabello; o lo electrizante que son sus ojos, lo carnosos que son sus labios, por no mencionar que tiene la figura que mataría a cualquier hombre. Por poco no noto esas más que obvias cualidades por lo mucho que me distrae su cruel y odiosa actitud hacia mi.

Ella es la mejor amiga de Carim y yo no le agrado. Son abismalmente diferentes y eso no está a mi favor. Marcela es el dragón que intenta asesinarme para que yo no pueda llegar hasta la princesa encerrada en el castillo.

Mi alivio surge conforme van llegando y llegando estudiantes que llenan el patio. Me pierdo entre la multitud y ya no soy visible para la chica dragón, o eso creo yo.

Me encuentro con un rostro conocido camino al edificio de los terceros años. Es mi querida Shirley.

-Hey- la saludo sosteniendo una mano en alto.

-Hi- me contesta apenas mirándome un segundo.

-¿Qué tal tu cita con Sebastian?- le pregunto para captar su atención mientras subimos las escaleras.

Ella se detiene en seco y se gira rápidamente para encarme frente a frente. Yo estoy de pie unos dos escalones por debajo pero estamos exactamente a la misma altura.

-Eso no fue una cita- me dice lentamente señalándome (y amenazandome) con su dedo índice- Tu no pudiste acompañarnos y yo tuve que ir con él.

Ella se da la vuelta y seguimos subiendo.

-Si pero...- hago una pausa para pensar bien lo que voy a decir- Se supone que solo íbamos a comer y ustedes dos, se metieron al cine y se tomaron muchas fotos. Ya me contó él.

Shirley lo maldice en un murmullo, lo que me causa bastante gracia. Hay algo lindo en verla enojada.

-En mi defensa Sebastian me obligó, me hizo sentir culpable y también mala amiga. Además la película que vimos me puso algo sensible.

-Si, yo lloré cuando la vi.

-¿En serio?- me pregunta asombrada mientras yo le abro la puerta del salón de clases.

Asiento encogiendo los hombros.

-Sip, al final es muy triste. Además esa película me recordó a mi mejor amigo José.

-¿En serio?-me pregunta de nuevo con las manos cubriendo parte de su cara. Demasiado animada y con un extraño brillo en sus ojos.

-Ehm si...¿Ya lo conoces no?

-No- me contesta algo ¿decepcionada?- Pero ya me has platicado sobre él, tu compañero de trabajo y amigo desde la secundaria.

-Aja, él. José mi queridisima ardilla.

Sonrío diciéndolo y ella me corresponde con una risita traviesa. Parece que me estoy perdiendo de algo. ¿Shirley en serio? Parece que José es irresistible para las chicas aún sin que él esté presente.

Genial.

El maestro de tutoría llega bastante más temprano que siempre, en lunes, que horror. En el aula solo estamos Shirley, yo, la pareja apasionada y cinco chicos más. Pero como el tutor es un completo desesperado y obsesionado con la puntualidad comienza su clase sin importarle lo más mínimo.

-Rápido jóvenes, formen parejas.

Todos empezamos a sacar el libro y la libreta en tiempo récord, después se comienzan as oír las sillas arrastrarse por el suelo.

-Levantenlas por favor- pide el maestro.

-Profe, ¿Se puede de tres?-dice alguien.

-No.

-Pero somos nueve- dice otro y todos reímos.

Como Sebastian no aparece todavía, me recorro un lugar adelante para estar detrás de Shirley mientras ella sigue pendiente en algo dentro de su mochila.

-Tu eres mi pareja- le digo mientras la rodeo desde mi lugar.

Oh no _____(tn).
Intenté imitar el gesto territorial de Sebastian que siempre me ha parecido gracioso pero esto es terrible. No sé si no calculé bien mi movimiento, tal vez es porque no soy tan alto y tengo los brazos más cortos que el  chico; una de ellas es la razón por la cual ahora tengo mis manos justo en el busto de mi amiga.

Quiero morir. Siento que mis manos están ardiendo. Las quito de donde están a la velocidad de la luz y las dejo inmóviles sobre mi regazo, me iergo como resorte y no me muevo ni respiro durante lo que parecen horas.

Esto es más incomodo que lo de hace rato en la entrada. Ni Shirley ni yo decimos nada durante unos cuantos minutos.

De repente ella se pone de pie, creo que va a darme una bofetada pero no es así, ella carga su silla para girarla y ponerla de frente a la mía como si nada.

-¿Vas a ponerte en pareja conmigo?- le pregunto nervioso evitando hacer contacto visual directo.

-¿Con quién más si no?- me contesta ella tan normal como siempre aunque sin mirarme.

Sonrío un poco, la verdad es que ella casi nunca me mira a los ojos.

Bien, si ella lo olvida fácilmente yo también. Le agradezco a mi amiga dentro de mi mente por no hacer esto más dificil, es muy bochornoso.

Pongo atención al ejercicio de la página del libro indicada en el pizarron antes de que otra cosa suceda. Hay una lectura y preguntas al principio, después de eso vienen planteados cinco problemas de destreza acerca de campos semánticos variados. Son actividades tediosas pero perfectas y más efectivas que la cafeína para despertar en un lunes por la mañana. Mis favoritas sin sarcasmo.

-Ok _____(tn)- dice Shirley para atraer mi atención- En la pregunta número uno...

No para de hablar sobre el tema teniendo la vista concentrada en la colorida página, yo la miro mientras lo hace, mientras contesta y me pregunta algunas cosas. No sé en que que punto me doy cuenta de que no me enteré de nada de lo que ella dijo, yo solo estaba asintiendo como un tonto.

Desde mi ángulo puedo ver su cabello caer en una oscura y densa cortina alrededor de cara y puedo ver también cada movimiento seductor de sus pestañas. Bajando la vista me encuentro con la curva de sus pechos y después la estrechez de su cintura.

Me quito el sudor de las manos frotándolas contra mi pantalón, todavía arden.








Chicas Lindas (y no tan lindas).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora