VII

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Suena mi celular y corro a contestar.

—¿Hola?– digo.

—Hola Emm, soy Benja–suena tímido.

—Hola Benja, ¿Qué hay?

—Te paso a buscar en cinco, espérame a fuera.

—Bien, te veo en cinco.

Bajo las escaleras y salgo de casa corriendo hasta llegar a la entrada, donde está la carretera.

—Hola– digo mientras subo al Jeep.

—Hola enana– me sonríe.

—No soy enana– le regaño.

—Lo que tú digas...- arggggg.

—¿Cómo estás?– pregunta.

—Contenta– digo aplaudiendo– ¡me han invitado a quedarme todo el verano!

—¿Es enserio? ¿y qué has dicho?

—Que sí, obviamente.

—¡Eso es genial!

—¿Qué haremos?– le pregunto.

—Los demás se han ido a La Cabaña, y yo recién vuelvo.

—¿La cabaña?

—Sí, es nuestra, durante vacaciones al menos.

—Wow, genial.

—Hablando de chicos– dice aparcándose al costado de la carretera– les voy a contar la noticia.–Saca su móvil del bolsillo y marca –Adivinen, no... tampoco. ¡No!, ¡Emma se queda a pasar el verano! ...Sí, es verdad... buena idea– Intento escuchar pero él aleja el teléfono a propósito. –está bien, chau. Nos vemos, adiós.

–wow, que misterioso- le espeto.

—Chusma.

—Idiota.

—Vale ya, no me pelees– me sonríe y vuelve a conducir– tendremos la tarde para nosotros dos.

—Mmm, estoy pensando si me gusta la idea– le digo poniéndome la mano en mi barbilla– no, definitivamente no.

—Emma, a veces actúas como una niña.

—Y tu como un idiota, ya te lo he dicho.

—Juguemos a algo– dice entretenido.

—Y después yo soy la niña– volteo los ojos.

—Veinte preguntas.

—Vale.

—¿Cuántos años tienes?– me pregunta.

—Diecisiete.– detiene el coche y da la vuelta para abrirme la puerta.

—Gracias.–Comienza a caminar adentrándose a un pequeño bosque– ¿A dónde vamos?

—Ya lo veras– dice ayudándome a saltar una rama que había caído de un árbol–¿Cuál es tu color preferido?

—Rojo, azul, blanco y negro.

—¿Ciudad o campo?

—Ciudad, aunque siempre me quejo, pero no podría vivir en el campo, puede llegar a ser aburrido.

—Eso es lo que dicen los de la ciudad, es porque no has vivido nunca en el campo, y tampoco esto es campo, cuando termine el verano dirás otra cosa– me dice sonriendo.

—Lo es para mí, no estoy acostumbrada a todo esto pero ya veremos.

Llegamos a un puente que conecta con una pequeña isla en medio del lago, a lo lejos, podía verse la playa dónde habían hecho el fogón la noche anterior. Estábamos del otro lado. Benjamín me guía por el puente sosteniéndome de la cintura dado que algunas maderas están flojas.

 The Perfect Summer  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora