Me despierto a las seis totalmente despabilada. Me meto al baño y me ducho. Cuando paso frente al espejo me detengo a mirarme, hay algo nuevo en mí desde la última vez que me detuve frente a este, una sonrisa.
Bajo a desayunar aunque no me guste y tomo un jugo de frutas y una tostada con mermelada, antes de irme agarro una manzana y la meto en el bolsillo de mis overoles de jean.
Corro directo al establo donde hay tres caballos, son hermosos. Los saco uno por uno afuera y los aseguro a un tronco para que no escapen, luego entro y comienzo a limpiar. Es desagradable y completamente apestoso, pero necesito el dinero y además tengo que ayudar a los Stevens, después de todos ese fue el trato para quedarme aquí.
Cuando termino de limpiar decido que es hora de darles un baño por lo que tomo un balde, jabón, un cepillo y un banco para poder llegar hasta arriba.
Comienzo con Daisy, es bastante inquieta y me toma más tiempo. Sigo con Black, el caballo negro, lo sé, muy original. Y luego con Jo, este último es hermoso, su pelaje es color chocolate, es suave y extremadamente brillante. Después de bañarlo, lo que me cuesta mucho debido a que es el más alto y el más inquieto de los tres, termino empapada. Lo cepillo por mucho rato hasta que comienza a hociquearme y me acuerdo de la manzana.
—¿Qué quieres Jo? ¿Quieres mi manzana bonito? –pregunto al caballo. Sí, soy de las que le hablan a los animales como si fueran bebés.
Muerdo mi manzana y luego le convido a Jo. Lo ensillo y me subo ayudándome con un banquito. Comienzo a ir más rápido y más rápido por los verdes campos que se extienden por kilómetros. Voy tan rápido como puedo, sintiendo el aire golpear mi cara, parece que mis órganos se van a salir de adentro mío, pero me siento bien. Tan bien. Cuando mi reloj marca las once cuarenta regreso y guardo a los caballos nuevamente en el establo.
—Adiós Jo.
Corro y me ducho nuevamente, me pongo unas calzas con una camisa a cuadros y una gorra negra, apenas un poco de máscara para pestañas y salgo.
—Adiós Miranda, adiós Brayan– saludo.
—Adiós– saludan ambos– avísame si vuelves– me dice Miranda.
—okey– grito mientras me cruzo mi bolso y cierro la puerta.
.......
—Hola Manu –lo saludo y le doy un beso en la mejilla.– Genial otra moto.
—¿No te gustan?– me pregunta.
—No son de mi agrado, pero no tengo problema.
—Está bien, toma– dice tirándome un casco.
—¿Qué necesitas?
—Bueno se acerca el cumpleaños de Becca, es en cuatro días, ella y yo... en realidad no somos nada...– dice esto último con pesar.
—¿Y por qué no se lo pides? Digo...de ser algo.
—Es que no sé, me da miedo supongo...
—¿Miedo de qué? ¿Enserio piensas de que Becca te diría que no?
—¿Tú dices que me diría que sí?
—Estoy segura de eso–Le digo– ahora vamos a por un lindo regalo.
—Gracias por acompañarme enana– me dice. Me abrazo a él y arranca la moto. Por s suerte es un buen conductor.
Pasamos la galería y nos metemos por la carretera. —¿A dónde vamos?– le grito para que me escuche.
—A un centro comercial, no es tan lejos no te preocupes
Manuel va bastante despacio, probablemente haya notado que me da algo de miedo andar en motocicleta, pero la carretera está casi desértica.

ESTÁS LEYENDO
The Perfect Summer
Teen FictionCuando Emma Widner, una adolescente de 17 años, es prácticamente obligada a pasar unas cortas vacaciones con su abuela en un pequeño pueblo, lo único que desea es que esos días pasen lo más rápido posible. Lo que no se imagina es que durante este vi...