Corro hacia la motocicleta y la enciendo, conduzco sin ningún problema hasta la estancia. Puedo notar como todo el camino Manuel viene detrás de mí cuidando que no me mate.
—Hola–salto saludándolos.
—¡Emma!– me saludan Brayan y Miranda.
—¿Cómo has estado?– me pregunta Brayan–¡feliz cumpleaños!
—Bien, lo he pasado de maravilla, ¿ustedes?
—Genial, nos ha ido muy bien.
—¿Dónde has estado?– me pregunta Miranda.
—Pase toda la semana en la cabaña con mis amigos.
—¿y seguirás quedándote allí?
—No lo sé…
—Bueno, puedes hacerlo, pero ya conoces las reglas– me recuerda– los domingos vienes con nosotros y las horas de trabajo.
—Sí, lo sé.
—Respecto al trabajo– interrumpe Brayan– lo que puedes hacer para no venir todos los días, es adelantar, si quieres…
—Sí, eso suena bien–le sonrío.
—Voy a preparar la comida ¿comes con nosotros?–me pregunta Miranda.
—Claro, solo déjame hacer una llamada y bajo ayudarte– subo a mi habitación y marco a Benjamín.
—Hola amor– me contesta.
—Hola corazoncito de chocolate– me rio, exagerando lo cursi– ya estoy en la estancia.
—uh gracias por avisarme, voy para allá–dice y me cuelga.
Bajo las escaleras y me dirijo a donde está Miranda preparando el almuerzo.
—¿Hago la ensalada?
—Por favor– me sonríe– toma ¿noticias nuevas?– me sonrojo.
—Sí, de hecho sí… Benjamin me pidió ser su novia y le dije que sí.
—¡Qué bien! ¡Los felicito!
—Gracias...
—Emma, disfruta el momento, es lo mejor que puedes hacer.
Llega Benjamin y comemos los cuatro juntos, me da risa ver como Brayan y Miranda se ponen en rol de padres e interrogan a Benjamin.
...
Dos semanas que pasan demasiado rápido para mi gusto, me hubiese encantado tener una máquina del tiempo y detenerlo por completo. Los días pasan rápido y cada vez falta menos para que terminen mis vacaciones y estoy completamente agradecida de que las mías duren un mes más que las de chicos de otros institutos. Mi noviazgo con Benjamin va mucho mejor de lo que esperaba, es decir, al principio realmente pensé que no solo no iba a funcionar por la distancia sino también por nuestras personalidades, es que somos tan distintos que muchas veces chocamos, pero lo llevamos genial. Por otro lado la relación con mis amigos se ha fortalecido mucho.
Jordan me cuenta todo y me pide consejos cada cinco minutos. ¿Qué camisa me pongo? ¿La blanca o la celeste? ¿Invito a Judy a la fiesta o voy con otra? Esas y muchas otras preguntas son las que me hace todos los días.
Evan que era con el que menos hablábamos, ahora vamos juntos a todos lados y nos divertimos a montones cantando canciones de bandas que nos gustan a ambos. Aira al principio estuvo algo celosa hasta que pasamos toda una tarde solas y ahí le aclaré que no tiene por qué preocuparse, además descubrimos que tenemos muchas cosas en común.
De Rebecca y de Manuel, no puedo decir nada, nos seguimos llevando igual de bien que desde el principio.—Detén el auto– me dice Benjamin y freno de golpe, pensé que iba atropellar a alguien, los dos saltamos hacía delante y gracias al cinturón de seguridad no volamos fuera del jeep.
—Lo siento, lo siento– le digo, Benja me está enseñando a conducir–¿qué sucede?
—Esas bicicletas– dice señalando al costado de la calle.
—Lo que quedó de esas bicicletas querrás decir, están inutilizables.
—Las arreglaremos– dice mientras baja del coche y carga las “bicicletas” en la parte de atrás.
Cuando llegamos a la cabaña tomamos las bicicletas, o mejor dicho, las piezas que quedan de estas y las llevamos al galpón.
—¿Nos ayudan?– le preguntamos a los chicos que están sentados debajo del árbol.
—¿De dónde las sacaron?–pregunta Manuel.
—Estaban tiradas, pero se pueden arreglar– les contesta Benjamin.
—Bueno, comencemos– se paran todos y caminan a nuestra dirección.
Estamos hasta la tarde arreglando las bicicletas hasta que quedan relativamente utilizables, entonces las tomamos y nos vamos andar todos juntos. Jordan toma una de las que habíamos arreglado, Benjamin y yo usamos la otra y Manuel y Becca usan la mía. Evan y Aira van en sus skate.
Conducimos hasta el lago. Dejamos las bicicletas a un costado y nos ponemos en la sombra de un árbol, es uno de los más calurosos días de verano.—Yo me voy a meter al lago– dice Jordan mientras se quita las zapatillas, luego la playera y por último los pantalones.
—Yo voy contigo– dice Manuel quitándose la ropa. Evan y Benjamin los siguen dejando su ropa tirada en el camino.
Aira y Ronnie se quitan su ropa quedando solo en ropa interior y corren al lago.
—¿Tu no entras?–me pregunta Jordan acercándose a la orilla donde me encuentro yo.
—No puedo– digo–tengo la regla.–Éste hace cara de asco, no quiero entrar ya que me da vergüenza mostrar mi cuerpo a cualquier persona en realidad. Bueno, Benjamín ya lo ha visto, pero es diferente...
Los observo divirtiéndose en el agua, me siento muy bien con ellos. Saco de mi bolso la cámara de fotos que me regaló Benjamin para mi cumpleaños.
—Sonríanle a la cámara– les grito haciéndole señas. Ellos se juntan y hacen caras graciosas.
Me entretengo todo el tiempo que están en el lago sacándole fotos a todo lo que me llama la atención probando los distintos efectos y enfoques.
Ya está anocheciendo cuando decidimos volver. Yo voy parada en las paletas de la bicicleta sosteniéndome de los hombros de Benjamín. Volvemos cantando a gritos desafinados canciones de nuestra infancia como las de “el rey león” o “toys tory” y riéndonos como locos.—por favor–pienso–que esto no termine nunca...
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The Perfect Summer
Подростковая литератураCuando Emma Widner, una adolescente de 17 años, es prácticamente obligada a pasar unas cortas vacaciones con su abuela en un pequeño pueblo, lo único que desea es que esos días pasen lo más rápido posible. Lo que no se imagina es que durante este vi...