XVI

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Pasamos largo rato ordenando la montaña de ropa que hay sobre el escritorio y haciendo algún espacio en el ropero para mis cosas.

Mientras vestíamos las camas hicimos una guerra de almohadas y hasta nos correteamos por toda la casa.

—No me alcanzarás– le grito mientras corro escaleras abajo.

—¿Qué es lo que apuestas?

—La cena de esta noche– le grito mientras rio.

—Hecho– me grita mientras me corretea por toda la planta baja.

En un segundo de distracción choco contra la mesita ratona y él me toma por la cintura mientras caemos sobre el sofá.

—¿Dijiste que no te atraparía?– me pregunta mientras me hace cosquillas. Suelto una carcajada.

—Vale, vale, ¡para!– me rio cada vez más fuerte mientras me retuerzo bajo suyo– has ganado.

—¿Qué dijiste? No te escuche.

—¡Que has ganado!

—¿Qué he ganado qué cosa señorita?– pregunta mientras me hace más cosquillas.

—Lo que quieras, pero por favor suéltame– le ruego. Él me suelta y recién ahí me doy cuenta de que estamos acostados en el sofá con nuestras caras a pocos centímetros de distancia.–malo– le sonrío.

—Ahora tienes que pagar mi apuesta–se ríe– me has dicho que lo que quiera.

—Tampoco abuses– hago una mueca.

—Quiero un beso – me dice esta vez serio.

—En el más bello de tus sueños– me rio.

—Emma los has apostado, ahora paga.

—¡No!– me quejo, aunque me muero por besarlo.

—¿Por qué no? Ya nos hemos besado ¿recuerdas?– Sí que lo recuerdo, fue el día de la botella, después de besarnos él desapareció.

—Porque después será incómodo– le digo mirando a sus ojos.

—Te prometo que no lo será– me mira mientras se acerca cada vez un poco más sin embargo yo desvío la mirada.

—El otro día–le digo– cuando jugamos a la botella, desapareciste y después peleamos, es por eso que no quiero.

—¿Es que no fue obvio?–pregunta– me fui porque no soportaba ver que te besabas con Jordan.

—¿Qué estás diciendo?– pregunto confundida mientras salgo debajo de él tomando algo de distancia.

—¡Que estaba celoso! siento por ti Emma, algo que no puedo controlar– me dice en susurro mirándome a los ojos.

—¿Y por eso estabas con Penny en el baño al otro día?– le pregunto casi en susurro.

—Ya te lo he dicho ¡estaba enojado!

—¿Porque besé a Jordan en un estúpido juego?

—Porque no tendría que haber permitido que se besaran, tendría que haberte raptado en el mismo momento en el que nuestros labios se separaron ¡Porque tendrías que haber dormido conmigo y no con él!

—¿Es que acaso es una competencia?– le pregunto enojada y un poco dolida.

—No... no lo es Emma, juro que no lo es–dice y suena derrotado–Y lo de Penny, no ha sido nada.

—Ben...mejor dejémoslo aquí... voy hacer la cena.

Me dirijo a la cocina, y él no me sigue. Como es de suponer el lugar es un desastre asique después de meter la comida al horno, me pongo a limpiar hasta que queda brillante.

Cuando la cena está lista, la sirvo y la llevo a la sala donde esta Benjamin sentado en la misma posición que hace casi dos horas.

—Espero que te guste– digo mientras pongo un plato con pollo y papas fritas delante de él.

—Solo... lo siento ¿sí?– dice mientras se para. Lo agarro de la muñeca y tiro de él con todas mis fuerzas para que vuelva a su sitio.

—Estuve dos horas cocinando, no te iras– le digo invitándolo a comer.

—Yo...

—Solo come...por favor–le interrumpo.

La cena transcurre en silencio, cada uno sumido en sus pensamientos, no discutimos, intento comportarme como una persona madura.

—Tú lavas los platos–le digo.

—No.

—¿Disculpa?– lo miro.

—Que no vas hacer como que todo lo que te dije nunca sucedió–se acerca–dime todo lo que quieras pero– le interrumpo.

—Benjamin.

—¡Dímelo!

—Está bien ¡¿qué quieres que te diga?! ¿Qué eres un idiota por haber estado con la zorra de Penny porque me besé con Jordan? ¡Pues sí! ¡Eres un idiota!–le grito ¡Al carajo con la madurez!

—Entonces me quieres–dice con una sonrisa ganadora.

—¡No he dicho eso! Eres más que un idiota, eres, eres...

—¿Qué? ¿Qué soy?– pregunta cada vez más cerca.

—Argggg, eres insoportable–digo mientras le pego a su pecho– y eres insufrible, y arrogante y un creído

—Y tú eres igual de insoportable e insufrible, eres abrumante, y por encima de todo–me dice a tres centímetros de distancia de mi boca– por encima de todo eres una negadora, porque no quieres aceptar que te gusto como tú me gustas a mí– dice chocando sus labios con los míos. Era una negadora, lo sabía, pero tenía que aceptar que esas cosas, eran cosas del corazón y que no las podía evitar por más que quisiera.

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