Mi abuela. ¿Cómo describirla? Es amable, buena, siempre que necesito algo está ahí para dármelo, pero se mete todo el tiempo en la vida de los demás y quiere controlar todo, quiere saber dónde estás a cada segundo.
Cuando llegamos a la terminal de ómnibus buscamos la plataforma de donde saldrá nuestro autobús, llamo a mamá para comunicarle que estamos por salir. Me subo y me dirijo al asiento que me toca, por suerte no es al lado ni cerca del de mi abuela porque los había sacado a último momento, ¿y adivinen la sorpresa que me llevo cuando llego a donde tengo que sentarme? ¡OMG! ¡Bradley! Nah, ya quisiera yo, compartiendo lugar conmigo está una réplica de mi abuelita comenzado a hablar. Después de dos horas de diversos temas por parte de ella y varios asentimientos de parte mía decido ponerme los auriculares y perderme en mi mundo. Bien por mí. Me quedo dormida casi al instante hasta que llegamos...
Sabía que íbamos a ir a un lugar bastante alejado, ¿pero esto?, es campo, solo una terminal, algunos que otros negocios que ocupan dos manzanas o tal vez tres y lo demás es todo campo.
—Solo son tres días Emma–digo sin que nadie me oiga.
Mi abuela me mira y sonríe ansiosa. Cargamos nuestros bolsos a un coche y nos dirigimos a la estancia de los Stevens. Por lo que tengo entendido mi abuela era una especie de nana para su hijo cuando ellos vivían en la ciudad. Y ahora ella les hace una visita y aprovecha para llevarles algunas cosas que le han pedido. Cuando dije que cargaron nuestros bolsos al coche, me refería a los tres bolsos de regalos que mi abuela les traía, ya que el mío es diminuto con algunas mudas de ropa, lo suficiente para pasar tres o cuatro días.
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¡Es enorme! El camino para llegar hasta la casa tiene una hilera de árboles que forman un túnel, flores de todos los colores y mucho pasto para donde quiera que mire. La casa es grandísima, pero no tan extravagante como el parque que la rodea.
—Sonia–dice la mujer a mi abuela abrazándola.
—Miranda–la abraza mi abuela– esta es mi nieta, Emma.–Miranda me abraza.
—Un gusto.
—Igualmente–digo.
Miranda y Brayan son unas personas muy atentas y amables.
Después de un largo viaje en autobús mi abuela está cansada, por lo que a las nueve de la noche se va a dormir. Bryan y Miranda me invitan a cenar fuera.
Siempre fui una persona bastante tímida y me cuesta mucho entablar una conversación. A demás no dejo de pensar a dónde iremos a comer, es decir, ¡Estamos en medio de la nada en un aburrido lugar!
Entramos en una especie de cafetería, Micheel's, obviamente también funcionaba como un lugar de comidas rápidas. Está lleno de jóvenes supongo que por eso me trajeron aquí.
Nos sentamos en una mesa junto a la ventana. Tengo que admitir que aunque suene aburridísimo, la imagen de campo en todos lados se ve bellísima.
—Hola soy Penny, yo les voy a atender esta noche– dice la mesera. Debe tener uno o dos años más que yo.
—Hola– saludamos.
Veo como un grupo de chicos que se encuentran en la esquina opuesta a la que estamos nosotros, me miran y susurran.
—Emma–dice Brayan.
—um... ¿si... qué paso?– ellos ríen.
—¿Qué vas a pedir?–me pregunta.
—Ehhh... ¿hay menú vegetariano?–pregunto a la camarera.
—Sí
—Genial, y una Coca-Cola light.– pido sin gastarme en ver que es lo que trae el menú.
Bien, la verdad es que no soy vegetariana pero hacen cuatro meses que no como nada de carne y ahora que estoy en el campo, conviviendo con todos esos animalitos, tampoco planeo comerla. Y la Coca-Cola light es porque tiene menos azúcar, me gusta esa aunque no lo hago por estar en una especie de dieta o vida saludable, nada de eso.
—Entonces–dice Miranda– cuéntanos de ti–Sonrío.
—No tengo mucho que decir acerca de mí realmente...terminé mi penúltimo año de instituto hace pocos días y...no tengo muchos amigos así que estaba muriendo de aburrimiento en casa– Les doy una mirada triste– y estoy condenada a pasar el verano sola y sin amigos. –sip, soy yo la reina del drama.
—Encontrarás algo que hacer– dice Miranda abrazándome por el costado.
—No lo creo–digo para mí. Mi vida es muy poco divertida últimamente.
Regresa la camarera con nuestra orden y comenzamos a comer
—Cuéntenme acerca de ustedes.–digo con mi mejor sonrisa.
—ok– comienza Miranda– vinimos a vivir aquí hace ya cinco años porque nos encanta el campo, creo que no hay nada más tranquilo que vivir rodeada de animales y ver verde por todos lados–cuenta con entusiasmo- Tenemos un hijo, Matt tiene tu edad, diecisiete... ¿Cuántos años tienes?
—Diecisiete.
—Él se fue a estudiar a Inglaterra. Fuimos el año pasado de vacaciones y quedó enamorado del lugar, asíque ahora estudia en un internado, pero lo pasa genial según él, aunque lo extrañamos mucho.– puedo notar como le brillan los ojos cuando habla de su hijo.
Comemos y hablamos hasta que el lugar está por cerrar y entonces volvemos a la estancia. Exhausta me despido y voy a dormir.
Mañana será otro día-me digo a mi misma- mañana va a salir nuevamente el sol y con mejores nubes.
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The Perfect Summer
أدب المراهقينCuando Emma Widner, una adolescente de 17 años, es prácticamente obligada a pasar unas cortas vacaciones con su abuela en un pequeño pueblo, lo único que desea es que esos días pasen lo más rápido posible. Lo que no se imagina es que durante este vi...